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Cultura  |  12 noviembre de 2019  |  12:03 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda.

La Sargento Matacho: El producto de un odio en el que Colombia parece sentirse feliz

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La Sargento Matacho: Producto de un odio en el que Colombia parece sentirse feliz

Una película que no conviene porque esas cosas no pasan aquí.

Rosalba Velasco lleva varios días sin dormir. Desde que los conservadores mataron a su esposo, por ser liberal, ha dejado de hablar. Apenas come. En su mente tiene marcado con fuego el recuerdo de cómo aquel hombre que comandaba el grupo de asesinos degolló a su amor con un sable y luego se fue montado en un caballo como si nada hubiera pasado. Ella estaba escondida entre los matorrales y lo vio todo.

Es de noche y llueve a cantaros en la finca de sus papás donde pudo encontrar refugio. La oscuridad se ilumina por los relámpagos que le dan pánico. Rosalba siente un ruido afuera, se levanta y al abrir la puerta ve al asesino de su marido montado en el caballo. Esta perturbada. Se esconde en el cuarto, pero todo es producto de su imaginación. Ya no diferencia entre realidad o ficción. Luego cree verlo en el pasillo rastrillando su sable contra el piso dispuesto a usarlo.

Tiene miedo de ser asesinada como tantos campesinos de los que se habla en la radio en esa Colombia de finales de los años 40 y que, como ella, no entienden nada de política, pero igual matan. Rosalba no quiere morir como le pasó al padre de su pequeña hija esa mañana en la que junto a otros amigos fue masacrado y nadie dijo nada. Entonces enloquecida sale en medio de la lluvia y la oscuridad del monte. Armada con un machete de hoja ancha, descalza y cual depredador, llega como puede a vengarse con todo el sadismo y con justa causa matando a los hombres que le arrebataron su felicidad. Ellos estaban borrachos jugando cartas, descuidados. Cuatro en total fueron los occisos. Todos policías. Luego incendió el rancho donde se encontraban.

Desde ese instante y hasta el final de la película “La Sargento Matacho”, que se estrenó en el año 2015, Rosalba comienza el viaje al fondo de su propio infierno mental y de locura. Tiene alucinaciones y asesina por asesinar en una época donde se hacía por miles, tanto a liberales como a conservadores, sobre todo en los campos. Desde ese día ella ya no pertenece a bando alguno. No distingue colores ni partidos políticos, solo la muerte es su adicción y lo deja ver de manera fría y despiadada con esa mirada perdida y rostro inexpresivo. El gobierno una vez más y como pasa actualmente, creó uno de los tantos monstruos que necesita para ser útil.

Pero ella quiere ir más allá de la venganza. No detenerse nunca. Nada parece saciarla en su hambre de darle dolor a quienes le sembraron el suyo e incluso a los que nada le han hecho. En su camino la enfilan en un grupo de bandoleros liberales, a quienes les conviene tenerla como una fiera a la que pueden soltarle el collar para que, cual jinete de la muerte, haga lo suyo. Lo que mejor sabe.

Todo es desgracia en la vida de Rosalba, no solo en la guerra. Su hija mayor no la reconoce, sus otros hijos no superan los 10 años de edad y tienen distintos papás, y en el amor, si es que volvió a amar, todo es fatalidad y muerte para quien se le acerque.

La historia:
Rosalba Velasco fue la primer mujer, de la que se tenga registro en la historia colombiana, que perteneció a los llamados bandoleros. Esos liberales que con los años se convirtieron en las guerrillas que todos conocemos. Los mismos que echaron monte para que no los mataran, que fueron amnistiados por el gobierno del presidente Rojas Pinilla y después poco a poco asesinaron selectivamente las fuerzas oscuras del estado. Nada diferente al presente.

Ella fue llamada La Sargento Matacho sin pedírselo a sus compañeros de travesía. Al menos así lo muestra la película. Ocurrió en un ritual no planeado pero metafórico cuando casi se ahoga al caer a una laguna de aguas podridas. Ese fue su bautizo y así nació su alias.

En lo técnico:
Esta producción que tuvo varios reconocimientos en certámenes del cine mundial fue escrita por Marco Antonio López Salamanca y dirigida por Willian Gonzáles, basados en una investigación ardua durante años sobre documentos de la época de la violencia bipartidista en Colombia, entre los que se destaca un libro de Alirio Vélez Machado en el que se cuenta parte de la historia de Rosalba Velasco. Igualmente estuvo presente en este proyecto el reconocido cronista Pedro Claver Téllez, como bien aparece al comienzo de los créditos.

En el reparto se cuenta con una magistral actuación de Fabiana Medina, en lo mejor de toda su carrera artística, junto al mexicano Damián Alcázar y el colombiano Marlon Moreno.

Esta obra tiene una dirección acertada en cuanto a su puesta en escena que convence por saber transmitir esa atmosfera siniestra y de terror que se vivió en esa Colombia no tan lejana, plasmando elocuentemente en cada plano esas emociones y llevándonos en uno de los tantos viajes coherentes que el buen cine mundial ofrece. En suma, Willian González logra mostrarnos ese país que no pasa de moda por su crueldad.

"La Sargento Matacho" es en definitiva un documento obligado que sabe registrar la historia. Algo necesario de ver y que con su buena fotografía, escenografía, vestuario, música y personajes nos enseña esa patria que se desangra todo el tiempo. Ese territorio de ciudadanos que se matan entre ellos mismos en un odio enseñado por unos gobiernos a quienes les conviene crear monstruos todo el tiempo con razones similares: la venganza. No importa el nombre, el bando ni la época, en resumidas cuentas, todos son iguales, todos fueron víctimas que mutaron a victimarios salidos de control sembrando muerte y cosechando más dolor y venganza, llámense como se llamen: Sangre Negra, Chispas, Desquite, Charro Negro, Tirofijo, RR, Los hermanos Castaño o incluso alguno que otro innombrable de hoy día.

Esta es una producción que pareciera haber sido censurada de forma disimulada en la cartelera cuando se estrenó, porque su tema no conviene. Pero no importa. Es un esfuerzo pulcro y del mejor cine internacional alejado de los compromisos y lo políticamente aceptado por una sociedad que gusta de lo fácil en cuanto a séptimo arte se refiere.

Una película recomendada sin duda. Una historia valiente que deja ver en sus imágenes de violencia explícita, que cosas peores sufrieron quienes sobrevivieron a esa época y cuyos descendientes hoy en un país del que no conocen su historia, siguen condenados a repetirla por mucho más que 100 años de soledad.
Trailer:

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