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Columnistas  |  26 enero de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

DESDE LA ALTURA DE MIS DECADAS.

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Faber Bedoya

Es verdad, son siete décadas y media. Y no demuestran cansancio ni fatiga. Más bien, complacencia. Hasta una sonrisa cómplice. Sobre todo en los momentos de silencio. La mirada es plácida y trasparente. Hay liberación. Son muchos los descensos superados, son más los premios de montaña alcanzados. Más presencia del presente que del ayer. Realmente “somos el evangelio que tu hermano lee”. El pasado pesa mucho. El presente es liviano, como saber que también pasará. El futuro tiene nombre de nieto. Tenemos tantos “si” para darle a la vida, que siempre hay cabida a una propuesta nueva. Seguro le diremos SI. A los nombres de los días de la semana, le añadimos las actividades que realizamos, Martes Yoga. Viernes, concierto de la banda departamental. Cada día ya tiene su apellido. Hoy se tiene libertad espiritual, amor responsable. Sin monitorear responsabilidades ajenas, aceptando los límites de las capacidades. Elevando el espíritu a las regiones del infinito con los pies en la tierra. La vida es un continuo aprendizaje, un salón de clases, un intercambio de experiencias en comunidad. Renuevo permanente del sentido del humor e incremento del repertorio de anécdotas. Desaprender para reaprender. Descanso en el amor-luz de un Ser Superior, para pasar tiempo agradable y productivo conmigo mismo. Es una sana inversión. Archivando dependencias y apegos. Borrando archivos. Es tiempo de bonanza porque fue mucho lo sembrado. El día de hoy, es el mejor tiempo de toda la vida. Aprender a leer los signos de los tiempos, o el mensaje escrito en los ojos de las personas. En el presente se es vital y activo. Y se advierte en el semblante. Sale el Dios de mí ser. Sin lugar a la procastinación como costumbre de postergar, de aplazar. O quererlo hacerlo todo a la vez. Se sabe hacer pausas, ceder el paso, respetar el turno. “Primero es lo primero” Hace rato jubilamos el subjuntivo, las frases condicionadas, el hubiera. Están ubicados en un tiempo irreal. Demostramos un alto coeficiente de inteligencia emocional, para sortear las arremetidas de los desajustes y enredos. Sin relaciones toxicas. Con rutinas constructivas y transformadoras, trascendentes. Con alto voltaje de Energía Sexual, como la central de abastos del organismo humano, que permite la expresión sincera de las emociones. Mantiene y mejora la calidad de la comunicación entre compañeros. Es fuente de confianza, compartir, amor y placer. Ya sin los grilletes de la reproducción. Campo abonado para el romanticismo, caldo de cultivos para alimentar la sensibilidad, la sensualidad. Es nuestro fuego interno. Viene de generación en generación. Nos da vida y mantiene la vida. Nuestra energía sexual es una energía cruda, primordial, es la semilla de la vida, poco refinada y difícil de gobernar. Es creativa. Venimos de ella. Es la madre de todas las bioenergías humanas. Alimenta a todo nuestro cuerpo. Cuando se expande por nuestro ser, es excelente nutriente, en todos los niveles. Resucita y llena todo con vida, trae bienestar y felicidad. Es un recurso poderoso, es una fuente psicodélica, no puede hacer daño. Para llegar a estas alturas hemos comprendido esta energía y los principios que la mueven. Es un suplemento alimenticio para la salud, mantiene la juventud, el bienestar, la vitalidad y el crecimiento personal. Genera nuevos protocolos personales de belleza. Con la seguridad de que el empleo sano y activo de la energía sexual se advierte, hasta en la mirada.

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