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Región  |  17 noviembre de 2017  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

“Perdón, esa palabra mágica y maravillosa”: Cecilia Di Lascio

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En el recinto de la asamblea departamental del Quindío compartió sus impresiones acerca del proceso de paz.

Con el fin de seguir nutriendo la semilla que también florece en Colombia del Movimiento Políticos por la Unidad (MMPU), estuvo en nuestro país – procedente de Argentina, la filósofa y docente universitaria, Cecilia Di Lascio, representante para América Latina de esta organización. Una de las ciudades que visitó fue Armenia. En el recinto de la asamblea departamental del Quindío compartió sus impresiones acerca del proceso de paz que se vive en esta parte del continente.

El MMPU es una asociación civil sin fines de lucro, a la que adhieren políticos de diversos partidos y tendencias, con el compromiso común de contribuir a la construcción de un orden social y político más justo y fraterno. Los políticos, investigadores y ciudadanos que la integran, reconocen en la fraternidad universal el fin, el contenido y el método específico del compromiso político, que comenzó actividades el 2 de mayo de 1996 en Nápoles (Italia), desde donde se expandió al resto de esa nación, así como a diversos países europeos, de América del Sur y en Asia.

“Llegué a Colombia dejando la tenue primavera bonaerense para encontrar el ferviente sol del Quindío que abraza y llena de brillo plantaciones, orgullosas en su fecundo silencio de esperanza y trabajo. Mis ojos buscan allí otra Colombia, esa que está despertando ante nuestros ojos para ver un horizonte nuevo que ya casi nadie conoce profundamente y que se llama paz”.

Ella, una mujer que ha visto muy de cerca la tragedia humana no solo en su tierra natal sino en diversos países del mundo, agregó: “Hace años, desde que he conocido esta bella tierra desde los ojos, la sonrisa y la afabilidad de su gente, sabía que en las entrañas de su pueblo estaba la celebración del encuentro, cargado de las múltiples diferencias de sus regiones y sus afanes”,

“Sin embargo – dijo - he hallado en sus almas llagas profundas de desencuentro,- pobreza – porque hay una larga distancia entre los frutos que derrama la naturaleza y muchos de sus hijos que aún no los pueden alcanzar a coger. He visto que los sueños de justicia, también en mi tierra argentina, se pueden vivir con la urgencia de las armas y generar silencios de muerte donde no crece la vida sino el silencio del odio”.

Señaló igualmente: “Junto con el Movimiento Políticos por la Unidad, he venido a encontrar en esta tierra hermosa, una realidad inédita en los procesos de construcción de la paz. En mi país, con orgullo hemos llegado al proceso y condena a genocidas, pero estamos lejos de la reconciliación y el perdón”.

Manifestó asimismo: “El pueblo colombiano ha creído que podía crear en su seno un lugar donde las cicatrices de pasado y dolor vivido. y sobre todo compartido, se volvieran lentamente una nueva oportunidad de mirar juntos, un camino y unas tierras que pudieran volverse habitadas, sin ser arrebatadas sino compartidas. Y todo ello, abre a esa palabra mágica y maravillosa que se llama perdón”.

A juicio de la dirigente social, “Colombia está sacando de las entrañas de su dolor, un tesoro que devuelve a los pueblos, a todos los pueblos que miramos atónitos su paciente proceso, como una nueva posibilidad de pensar la política como el hacer “posible” nuevos diseños educativos, productivos y sociales, que visibilicen una sociedad que ha elegido la vida con más rostros, sentires y sueños celebrados”.

Según ella, “el proceso de paz es un libro donde podremos aprender a volver las instituciones espacios donde la sociedad tenga palabra, alternativas, posibilidades de aprendizaje. Entonces todo puede esperarse, no del poder sino de la política, un nuevo diseño de las relaciones que otorguen dignidad a todos. Esa transformación nace, ya está naciendo, de una nueva comprensión de la conciencia de dignidad de nuestros pueblos, en la cual la política tiene un rol esencial de articulador de todas las posibilidades de desarrollo”.

Para Di Lascio, “esa Política, está fundamentada en la certeza de nuestra común dignidad, recibida y otorgada en estilos de reciprocidad, que dan a nuestra común pertenencia, posibilidades inéditas de ejercicio del poder de nuestra libertad, comprometida con la participación”.

“Es en esas condiciones – aseguró - que el MPPU, quiere sumar su aporte en el instrumento indispensable para extender la riqueza de la vida política hasta las entrañas de los derechos de cada ciudadano, ofreciendo instrumentos de diálogo como espacio de generación de políticas públicas, nacidas del consenso de múltiples voces ciudadanas y de la sociedad civil, que se ofrecen como diseños posibles a ser cobijados y nutridos por el cáliz de instituciones que velan por el florecer de posibilidades y sueños compartidos”.

Y concluyó manifestando: “La certeza de nuestra fraternidad no da lugar a desánimos; nos invita a estar de pie sintiendo en nuestras palabras y acciones, la voz de nuestros próceres que con su visión alta y lejana, vieron a Colombia - y en ella toda América Latina volverse - no más tierra de ‘dones’, sino tierra de hombres con manos llenas de vida y trabajo donado, como posibilidad de que muchos otros pueblos puedan encontrarse, capaces de hacer del perdón y la reconciliación el lugar de las grandes utopías, que no es otra cosa que transformar el dolor en ese espacio, todavía no fijado, donde nuestros sueños compartidos se vuelven “lugar” para que todo sueño de vida sea posible” .

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