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Región  |  17 noviembre de 2017  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Históricamente, la élite cafetera ha ejercido el poder local y regional en el Quindío.

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Por Miguel Ángel Rojas Arias

Una investigación del profesor de la universidad del Quindío William García, saca a la luz pública los verdaderos intereses que rodearon la creación del departamento del Quindío, más allá de las intenciones partidistas y políticas, desde el verdadero motor de la región: el café.

Con el auspicio de su Alma Máter, el profesor García, publica su investigación a través del libro titulado: Élite y poder en la economía cafetera. Este libro le hacía falta al Quindío y al país, pues es una mirada distinta sobre el desarrollo económico y social de nuestra región, donde se desentraña el imperio de las élites, pero muy especialmente de la élite cafetera en el ejercicio del poder local y regional.

En este libro se podrá ver cómo actuaron las élites cafeteras en Colombia desde comienzos del siglo XX, con la creación de dos poderosas instituciones: la Federación Nacional de Cafeteros y el Fondo Nacional del Café, donde ejercieron un poder similar a aquel que tuvieron los políticos en los principales cargos del Estado: la presidencia de la República y la representación en las corporaciones democráticas.

Con una importante consulta bibliográfica e información en fuentes primarias y secundarias, el investigador William García nos acerca a las formas cómo las élites implementaron un modelo social desarrollista y paternalista como proyecto histórico del Estado en Colombia, que a través de la economía cafetera se instaló durante más de medio siglo, al amparo de los dólares que propiciaban las exportaciones del grano.

Observa el autor los fenómenos de este modelo desarrollista y paternalista desde el Quindío, como laboratorio donde se cumplieron las metas y se realizaron los designios pensados desde la Federación Nacional de Cafeteros y, por supuesto, desde el Comité Departamental de Cafeteros del Quindío.

Un caso paradigmático, así lo llama García, al encontrar que en este departamento se dieron no solo todas las condiciones que requería este proyecto cafetero, sino también la voluntad de su élite. En ese sentido, se argumenta que las élites cafeteras decidieron el destino de la región, enrumbado en un único camino, el café, sin buscar alternativas económicas posibles.

La educación, fundamental en el modelo

La educación juega un papel fundamental en la implementación de este modelo, y la Federación lo hizo a través de sus dos modalidades, la educación informal y la formal. Muy importante observar el trascendental papel que jugó el Servicio de Extensión del Comité de Cafeteros para que el proyecto ideado por la élite cafetera fuera posible, no solo en la creación de unas prácticas agrícolas, sino de una mentalidad donde el liderazgo y la supremacía de los dirigentes del sector y de la institución como tal, no se fueran a romper. Un campesino alfabetizado fue el otro propósito, para, a través de él, introducir el modelo pensado.

Y, claro, como lo dice el autor, el proyecto desarrollista y paternalista se afianzó tanto que a los cafeteros les quedó imposible romper con ese paradigma, lo que los hizo renunciar desde muy temprano a otras alternativas económicas, a la diversificación y a la generación de valor agregado desde el café mismo. Por tal razón, cuando llegó la crisis cafetera originada en el rompimiento del pacto mundial de cuotas cafeteras en 1989, el Quindío fue el departamento más golpeado, pues tenía una dependencia total del café.

Un antes y un después del café

Este estudio deja claro que el departamento del Quindío tiene hoy dos historias, el antes y el después. Antes de 1989, cuando el café inundaba todas las esferas de la vida económica, social y política, cuando el Comité de Cafeteros del Quindío actuaba como un Estado paralelo, poniendo al servicio del departamento y sus gentes su presupuesto y su capacidad de hacer y gestionar; y un después de ese año, 1989, cuando se rompió el pacto de cuotas, se deprimieron los precios internacionales del grano y vino la gran crisis, que dejó a los empresarios del campo en la ruina y al sector urbano, secundario y terciario de la economía, sin su principal sustento.

El autor nos invita a auscultar mucho más el tema de las élites cafeteras y el control que ejercieron desde la institucionalidad cafetera regional y nacional, en desmedro de la institucionalidad pública, lo que limitó el desarrollo de capacidades laborales, empresariales y, sobre todo, escondió una visión integral del desarrollo regional.

Esta investigación debe ser el principio de una discusión que está por darse en el departamento, con miras a establecer unas nuevas institucionalidades, aquellas que la élite cafetera nos frustró. Es un llamado a reinventarnos como cafeteros, como habitantes de una región privilegiada por la naturaleza, está vez con un pensamiento abierto a una economía diversa y alternativa para construir una sociedad más justa y equitativa.

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