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Columnistas  |  19 febrero de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

PERDIÓ EL PERIODISMO

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ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Desde hace algunos años se han venido retirando decanos del periodismo nacional, que han sido reemplazados por otros de menor perfil. Cuánta falta hacen en RCN Juan Gossaín con sus anécdotas, apuntes precisos y credibilidad; los comentarios encumbrados del profesor Germán Bustillo (q.e.p.d.) y las crónicas de Antonio José Caballero. En CARACOL no han llegado periodistas como Yamid Amad y Darío Arizmendi. En los medios, como en la cultura, la política y otros campos, se están perdiendo las buenas formas, el respeto, los modales. Abunda la ordinariez, el lenguaje procaz, la estulticia.

Pero la entrevista que la periodista de SEMANA, Vicky Dávila, le hizo al consejero de comunicaciones de Casa de Nariño, Hassan Nassar llegó a la vergüenza y la desfachatez. En ese incidente nadie salió ganador. Perdió el periodismo, la audiencia, el respeto hacia el otro.

Ahora, dicho lo anterior, me voy a concretar a analizar aspectos propios de la argumentación. Si bien, ninguno de los dos periodistas resulta ganador, sí considero que la mayor pérdida la tuvo la señora Vicky Dávila.

Voy a comenzar con la intervención de Nassar: su papel como funcionario se debió limitar a expresar la posición oficial de Palacio sin entrar en polémicas. Sin embargo, asumió el oficio de defensor con una estrategia clara, la de atacar a su interlocutor. Si bien, esta es un arma admisible en una polémica, no considero que fuera inteligente sacarla de entrada, y menos frente a una persona irascible. Argumentalmente, utilizó unas comparaciones de situaciones que él consideraba similares a la que era objeto de cuestionamiento, pero con la particularidad de que los casos planteados tenían como protagonista a la propia entrevistadora. Desató la tormenta, cuando dijo que era hipócrita criticar algo, que ella misma había hecho en el pasado y, además, en compañía de su esposo. De manera secundaria, explicó que, por medio de un decreto, se había determinado que la aeronave estaba al servicio de la familia presidencial, razón por la cual no existía un mal uso de del bien público y que, además, en este caso la seguridad de sus integrantes estaba por encima de cualquier otra consideración. Por último, manifestó que la discusión no tenía sentido, porque si la hija del primer mandatario iba a viajar, el hecho de que la acompañaran sus amigas no generaría un mayor costo. El Procurador, al día siguiente, dijo que no abriría una investigación, porque ya existía un pronunciamiento anterior de ese ente de Control, en donde se estableció que la seguridad de la familia presidencial era el aspecto más relevante en esos casos. Esto prueba que Nassar se equivocó al escoger, como principal argumento, uno que iba a molestar a su colega. Más aún, cuando está documentada una crítica que este hiciera por una situación similar acaecida en el gobierno de Juan Manuel Santos.

Por su parte, Vicky Dávila sacó el lado más débil de su personalidad: 1. Rabia no contralada. Se hizo evidente su molestia, porque fue Nassar, quien la reemplazó, cuando fue despedida de la FM por violar el derecho a la intimidad de una manera burda. 2. Envidia camuflada, porque su recomendado del pasado ahora ocupa una alta posición, como periodista, en la Casa de Nariño. 3. Vulgaridad, porque utilizó un lenguaje inadecuado y ordinario. 4. Inmadurez, porque mordió el anzuelo que le puso su interlocutor.

En un debate, quien pierde el control, sin duda, también perderá este. No hizo uso de las herramientas argumentales, que tenía a su alcance. Actuó de manera primaria y, de un programa público, se trasladó a una revertería de Caracas.

Sí, como hacen falta los decanos del periodismo, porque sus alumnos no aprendieron lo más elemental de esa noble actividad: el respeto, las buenas formas y la credibilidad.

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