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Cultura  |  23 febrero de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

70 años de la muerte de Arsenia Cardona Buitrago, la esposa de Tigrero el fundador de Armenia

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Hoy hace 70 años murió Arsenia Cardona Buitrago, la esposa y compañera del fundador de Armenia Jesús María Ocampo, quien vivió hasta el año de su muerte 1950, en una casa ubicada en el barrio San José y El Bosque de la capital quindiana.

Como un homenaje Arsenia Cardona Buitrago, quien acompañó a Tigrero en la dura gesta de la fundación de Armenia, recreamos una crónica del historiador Miguel Ángel Rojas Arias quien hace algunos años encontró y dialogó con los descendientes de la pareja que un día le dio vida a la hoy capital del departamento del Quindío.

“… Recuerdo cuando murió mi mamita María Arsenia, vivíamos en la casa del Bosque. Los bomberos de Armenia se encargaron de todo el entierro, la llevaron en el carro de bomberos y la velaron en el concejo municipal. Fue algo muy bonito porque asistieron las grandes personalidades y muchísima, muchísima gente. Yo era una adolescente, pero lo recuerdo muy bien, eso fue por allá como en 1950”…

Encontramos a los nietos de Arsenia y el Tigrero

Carlina López Ocampo y Arsecio López Ocampo, nietos de Jesús Maria Ocampo Tigrero y Maria Arsenia Cardona Buitrago.

Miguel Ángel Rojas Arias

El periodista Alfonso Valencia Zapata nos había hecho creer que la descendencia del fundador de Armenia Jesús María Ocampo Toro, Tigrero, y su esposa María Arsenia Cardona Buitrago había desaparecido, pues según su versión, sólo una de sus hijas, Anaquilia Ocampo Cardona, casada con Eulogio López, había tenido hijos, pero se habían ido del todo del Quindío.

Los otros dos hijos, Juan de la Cruz y Ana Julia habían muerto solteros. Por eso, durante muchos años, en Armenia jamás se acordaron de la descendencia de Tigrero y María Arsenia.

Equivocado estaba el periodista e historiador Valencia, autor del libro Quindío histórico, pues la descendencia de Tigrero y María Arsenia fue prolija. Juan de la Cruz, efectivamente, murió soltero, según lo recuerdan hoy sus sobrinos, pero Ana Julia se casó y tuvo hijos, cuyos descendentes están dispersos en los departamentos del Valle, Huila y Nariño. El caso de Anaquilia es especial, pues con su esposo Eulogio López tuvo ocho hijos, tres de los cuales aún viven, son nietos de la pareja de fundadores y con ellos conversamos, hace ya casi tres años. Uno de estos nietos murió el año pasado.

En un barrio de Armenia

En un barrio del occidente de Armenia vive Rosalba López Ocampo. Tiene 80 años y perdió, en el gobierno municipal de David Barros Vélez, una media pensión que se le había otorgado por ser descendiente del Tigrero y María Arsenia. Vive con una de sus hijas y recuerda con nostalgia a su abuela, María Arsenia, pues desde la vieja casa del San José y El Bosque, en la calle 21, la acompañaba a la galería a hacer las compras de los víveres de la semana. No se le olvidan los cuentos que su abuela le narró sobre la fundación de Armenia, especialmente aquellos relacionados con la caza del tigre. “A mi papito lo mató un árbol, por Córdoba, él andaba con mi tío Juan de la Cruz, quien dio aviso a unos amigos que el árbol le había caído encima, y lo enterraron en el Alto del Oso.

Recuerdo cuando murió mi mamita María Arsenia, vivíamos en la casa del Bosque. Los bomberos de Armenia se encargaron de todo el entierro, la llevaron en el carro de bomberos y la velaron en el concejo municipal. Fue algo muy bonito porque asistieron las grandes personalidades y muchísima, muchísima gente. Yo era una adolescente, pero lo recuerdo muy bien, eso fue por allá como en 1950”.

El saqueo del carriel de Tigrero

Otro de los nietos, hermano de Rosalba, es Arcesio López Ocampo. Tiene 77 años y vive en un barrio popular del sur de Armenia. Nació en la población de Calima Darién, en el Valle del Cauca, pero hace 60 años está en Armenia, en la ciudad que fundaran sus abuelos el 14 de octubre de 1889. Arcesio reconoce que sus padres se casaron y se fueron de Armenia hacia el Valle del Cauca. Y es consciente de que tuvieron diez hijos, incluyéndolo a él: Jesús María, Abelardo, Ana María, Inés, Laura, Alicia, Alba, Rosalba, Carlina y Arcesio. “Sólo quedamos tres: Rosalba, Carlina y yo. Recientemente murió Alicia, en el ancianato de Génova, nos cuenta.

Arcesio tiene una buena memoria. Recuerda que los hijos de la abuela María Arsenia Cardona fueron Juan de la Cruz, Ana Julia y su mamá, Anaquilia. “Conocí en persona a mi abuela, a mi mamá Anaquilia y a mi tía Ana Julia. María Arsenia, recuerdo muy bien, era bajita, blanca, robusta. Tenía otro hijo, Benjamín, hijo natural o de crianza, no lo sé con precisión, era el fotógrafo del cementerio, a él sí le reconocieron una media pensión y vivió de eso. A mi abuela la conocí en la casa del Bosque, una casita que le dio el municipio para que viviera en la calle 21 con carrera 24. Esa casa era del municipio, nunca se la dieron en propiedad.

La abuela me quería mucho, pero yo no viví allí. En esa casa vivieron mi mamá y mis hermanas. Sobre la fundación de Armenia ella me contaba sobre su esposo, Jesús, cómo hicieron primero lo que hoy es la plaza de Bolívar, cómo tenían que hacer un tendido de guaduas en el río Quindío para pasar a mercar, a Calarcá, eso era cuando aún no se había fundado Armenia. También me contaba la abuela sobre la caza de tigres. Decía que Jesús María Ocampo se escondía detrás de un tronco y cuando venía el tigre lo cogía de la cola y le agarraba la cabeza a machete.

Él murió en Córdoba, dizque prendieron un árbol que había y cuando menos pensó se le vino encima el palo y lo mató, eso fue junto a una quebrada. El testigo de ese acontecimiento fue Juan de la Cruz, el hijo, que andaba con él. Contaba mi abuela que Tigrero poseía muy buenas propiedades por los lados del actual parque de recreación popular y casas en Armenia, y los documentos de ellas los cargaba en el carriel que tenía cuando murió. Me relató la abuela que cuando el hijo, Juan de la Cruz, se vino a dar aviso de la muerte de su padre, le saquearon a Tigrero el Carriel y le robaron los documentos de las propiedades. Y así la abuela quedó sin nada, absolutamente pobre y terminó trabajando en casas de familia, por ahí”.

También rememora que la abuela murió en 1950 “Me contó mi mamá Anaquilia que el entierro fue muy bonito, pero yo no vine, estaba en el Valle del Cauca cuando eso”.

Arcesio recuerda de nuevo su llegada a Armenia: “Yo llegué a Armenia en el año de 1952, después de voltear por municipios del Valle del Cauca, especialmente Darién y Sevilla, trabajando en empresas arroceras y en las fincas. En Armenia me casé y me puse a trabajar en un taller de mecánica, oficio en el que estuve 53 años, en pintura de carros”.

A pesar de su trabajo, Arcesio no ha podido conseguir su jubilación. “Tengo 1.150 semanas cotizadas, y el Seguro Social no quiere darme la jubilación. Vivo de lo que me dan tres de mis siete hijos”.

Arcesio no sabe de homenajes ni de reconocimientos por ser nieto de Tigrero. “Jamás me han hecho un reconocimiento. Incluso nos han negado, a mí y a mi esposa, la pensión de la tercera edad. No me la dan porque aparezco con el derecho de jubilación del ISS, pero allí tampoco me la otorgan. Estoy regular de salud, sufro de hipertensión”.

Este hombre de tez blanca, cabellos escasos y canos, de bigote, como su abuelo, de 1,75 m de estatura, vive, recién operado de los ojos, en una humilde casa del barrio los Quindos de Armenia y sostiene que no le han hecho falta los reconocimientos y las condecoraciones, incluso, manifiesta que hoy en día tampoco las recibiría. “Yo no recibiría condecoraciones, no las merezco, de pronto una ayuda económica, porque la necesito”.

Carlina, la nieta de Cartago

Mucho más distante, en el municipio de Cartago, norte del Valle, vive Carlina, la menor de los hijos de Anaquilia, la hija de Tigrero. Tiene 76 años y está impedida físicamente por un accidente que le luxó la cadera, utiliza un caminador metálico para movilizarse. Ocupa una habitación sencilla en una vieja casa de bahareque, donde la dueña la acogió, sin cobrarle nada. Allí, sentada en una silla de plástico, junto a unas flores de begonia, cuenta su historia: “Nosotros vivimos en fincas, primero en La Tebaida y luego en el Valle, pero visitábamos a mi abuela en Armenia, en la casa del Bosque.

Mi mamá era Anaquilia Ocampo Cardona, hija de Tigrero, el fundador de Armenia. Mi mamá y mi papá Eulogio López tuvieron diez hijos, yo soy la menor. Al abuelo Jesús María Ocampo, el fundador, lo conocí en fotos, pero conocí personalmente a mi abuelita María Arsenia. Ella contaba que su esposo, el Tigrero, vino con amigos a derribar árboles e hicieron a Armenia. A mi abuelito lo mató un palo. Él estaba derribando un árbol muy grueso y el hijito, Juan de La Cruz, le advirtió que se saliera de allá, no lo hizo y le cayó el árbol y lo destripó. Otro recuerdo, que me contaba mi mamita, era que mi abuelo estaba en la guerra, se iba y dejaba sola a la abuelita en una casita de guadua allá adentro en la montaña. Ella oyó un ruido de noche, era un tigre, sacó la escopeta y le dio un tiro en la cabeza. Cuando volvió el marido, le encontró el tigre ahí muerto y le preguntó que quién lo había matado, ‘pues yo’, respondió mi mamita”.

Carlina es una mujer delgada, de buen semblante, con rasgos finos y quienes la conocieron de joven dicen que era la más hermosa de las nietas del Tigrero. Es buena conversadora, por eso, sigue su relato: “Cuando ellas murieron, Arsenia y después Anaquilia, yo me fui con mi hermana Laura para el Valle del Cauca, tenía como 17 años. Me salió un marido y me fui con él. Tuve cuatro hijos. Luego me fui a Buenaventura a trabajar. Y después me vine para Cartago, y aquí me pasó el accidente, vivo de arrimada en la casa de una señora, los hijos no se acuerdan de mí”.

Esta mujer es una orgullosa nieta del fundador Ocampo Toro: “Me siento orgullosa de ser nieta de Tigrero, un gran personaje, de mucho espíritu, mucha valentía, peleaba hasta con los tigres, que muchos no lo valoran”. También expresa que jamás le han hecho un reconocimiento: “No me han hecho nunca un reconocimiento. Deberían de haberle dado a uno algo”.

Al preguntarle a Carlina por la casa del Bosque, sostiene: “La casa del Bosque era del municipio que se la habían prestado a mi abuela para que viviera. Ahí se quedó mi mamá Anaquilia, cuando ella murió todos nos fuimos y ahí permaneció mi hermana Rosalba. Pero la casa estaba que se caía y ella y sus hijos se fueron para otra parte, ahí mismo en Armenia. Y le pregunto: ¿Qué les quedó? Y ella, sin remilgos contesta: “Nada. Muerto mi papito Tigrero, mi abuelita Arsenia no reclamó nada. Todos estamos muy pobres”.

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