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Columnistas  |  13 marzo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Juan David García Ramírez

EL CORONAVIRUS Y LAS TURBULENCIAS QUE SE APROXIMAN

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Juan David García Ramírez

Sir Halford John Mackinder, el gran geógrafo e historiador británico, sigue siendo considerado, aún en nuestros días, uno de los padres de la Geopolítica, esa disciplina con pretensiones científicas que observa la evidente relación entre los acontecimientos políticos y el espacio geográfico. La comprobación de sus planteamientos sobre la importancia histórica de Eurasia, el vasto territorio al que llamó Corazón Continental, le ha valido mantenerse vigente entre los estudiosos de las Relaciones Internacionales y los analistas políticos más connotados de la actualidad. Sin su ensayo El Pivote Geográfico de la Historia (1904), las superpotencias e imperios del siglo XX no habrían modelado la forma del mundo en que vivimos hoy, esto es, sus decisiones en política exterior no les habrían conducido por el camino que han recorrido durante más de una centuria, de guerras devastadoras y una incesante competencia por la supremacía global.

Eurasia, una gigantesca masa continental que va desde la parte occidental de Europa, en el océano Atlántico, hasta el extremo oriental de Asia, en el Pacífico, fue definida por Mackinder como el epicentro de los grandes eventos de la civilización. Y ahora, en pleno 2020, se renueva o ratifica tal condición para Eurasia: El Covid-19, o Coronavirus, se ha propagado con gran rapidez por todo el mundo, al punto de que la Organización Mundial de la Salud elevó la situación a la categoría de pandemia. Con su origen en China, el virus fue extendiéndose por Europa y Norteamérica, hasta que alcanzó pronto todos los continentes. En adelante, sus efectos sobre la economía mundial han comenzado a sentirse en todas partes, pero comenzando por los miembros principales de la Unión Europea; nuevamente, en el Corazón Continental. Así pues, la fase actual de la globalización no ha constituído refutación alguna de los argumentos de Mackinder. Antes bien, le da fuerza a esa visión determinista de la Historia, pues la interdependencia e interconexión que han unido al planeta, tienen sus orígenes en Eurasia, como también, y no menos importante, las situaciones que se desprenden de allí.

Comprendiendo el carácter inevitable de esa relación entre el territorio y la realidad política, económica y social, Mackinder escribió, en 1919, Ideales Democráticos y Realidad, para intentar explicar las circunstancias objetivas que habían causado la Primera Guerra Mundial, y se detuvo, además, a analizar la mentalidad y el temperamento de los gobernantes europeos, identificando un problema fundamental en algunos de ellos, de igual modo que en la sociedad del momento: El predominio de una actitud idealista, por el advenimiento de la democracia en Occidente, y la consecuente carencia de pensamiento estratégico para enfrentar las cuestiones mayores, lo que los llevó a cometer terribles errores, opuestamente a aquellos que actuaron como estrategas realistas y aterrizados. Sostiene Mackinder: “Hemos tenido una guerra mundial, aproximadamente, cada cien años durante los últimos cuatro siglos…”, expresando su preocupación por la sorpresa con que la gente de la época recibió el estallido de la guerra, en 1914.

Igualmente ocurre hoy, cuando no pocos líderes y personajes protagónicos de la realidad global, se muestran desconcertados con los conflictos que ya se anticipan, o con las crisis económicas que vienen anunciándose desde 2017, como si se tratara de episodios inéditos. Enfocados solamente en el impacto causado por el Coronavirus, jefes de Estado, expertos, medios de comunicación y ciudadanos del mundo, se cubren los ojos ante los prometedores y turbulentos próximos ochenta años.

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