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Región  |  18 marzo de 2020  |  12:01 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

Calarcá un pueblo sin memoria

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Por Jhon Jairo Salinas.

“…Y amé tu hermoso trono: el altivo picacho que otros hijos recuerda aquel regio penacho de plumas del salvaje cacique Calarcá…”Alfonso Mejía Robledo.

La historia de los pueblos, se enmarca en aconteceres históricos, políticos, sociales, económicos y culturales. Cuando digo que Calarcá es un pueblo sin memoria, no me refiero a que este no tenga historia. Por el contrario, sus gentes olvidan esa historia donde gobernantes, intelectuales, educadores, son los llamados para que su pueblo busque repensar el modelo de ciudad que queremos. Lastimosamente, éste no sería el caso para nuestra querida y olvidada ciudad de Calarcá.

Para enterarnos del porqué Calarcá es un pueblo sin memoria, debemos preguntarnos:

¿Qué era Calarcá antes de la colonización antioqueña?

¿Qué fue Calarcá después de la colonización?

¿Cuál es la Calarcá de hoy?

Desterradas las huestes indígenas, que en la época de la conquista poblaban estas regiones, militando bajo el dominio del insigne y valeroso cacique Calarcá, a quien con no poco sacrificios y sangre, lograron resistir los españoles, cuando la presidencia de Don Juan de Borja, siguió una larga época en la cual la actual región del Quindío, fue casi ignorada por los encargados de manejar el gobierno y los asuntos de la República.

Fue hasta el año de 1882, que fundadas ya las poblaciones de Pereira, Filandia, Circasia y Salento, se les ocurrió a algunos de los vecinos de esta última población, hacer algunas exploraciones a través el hermoso valle selvático, rodeado por los ríos barragán, la Vieja, el Quindío y la Cordillera Central de los Andes, en busca de minas de oro, fuentes saladas y guacas, descubriendo algunas riquezas naturales, como la fuente salada de los Chorros, Uritá, Playa Rica, Rio Verde, La Paloma y del otro lado, el Barragán, rio que después de recibir las aguas del Quindío, sigue llamándose de la Vieja, hasta su desembocadura en el rio Cauca.

También debemos recordar que por esas tierras, partiendo de Cartago, transitaron los ejércitos rebeldes de Bolívar, “el descamisado”, para luego morir el 17 de diciembre de 1830, en la quinta de San Pedro Alejandrino.

Lo que hoy llamamos “Calarcá”, como muchos otros municipios del denominado “Eje Cafetero”, que antiguamente pertenecían al Cauca, fue testigo de la llegada de colonos provenientes de Antioquia, para plantar una nueva raza, nuevas costumbres, transformando esta selva en una “civilización antioqueña”.

Don Segundo Henao, quien fue uno de los principales fundadores de Calarcá, hizo su segunda excursión por estas latitudes. Ya se veían plantadas algunas mejoras de consideración, puestas entre otros por Don Cruz Peña, Ramón María Franco, Pedro María Flores, Pedro Osorio, Francisco Antonio y Bibiado Ospina.

Se presentó por esa época -1885- la contienda civil armada, con sus lógicas y fatales consecuencias para dichos trabajadores, en su mayor parte dedicados a las actividades agrícola ganaderas, hecho que sin embargo, no fue suficiente para impedir el fomento de la inmigración a la zona, de nuevos colonos cultivadores y mineros. Una vez concluida la revuelta política, prosiguió una poderosa inmigración de elementos hábiles para la lucha con las selvas, los ríos, las fieras y la naturaleza salvaje.

Don Segundo Henao, fue uno de los primeros en hacerse a una mejora que llamo a heredad “Versalles”. Pronto, aparece su amigo, Don Román María Valencia, que so pretexto de buscar mariposas, coleópteros y aves multicolores, al estilo del fiel arquetipo del conquistador español depredador, lo único que le interesaba eran las fabulosas minas de oro. Pero como para la época ya estaba abolida la esclavitud, estos dos hombres, con un talento natural poco común, de unas energías y de una buena voluntad para encaminarse hacia todo lo que indicara progreso, se dieron cuenta que para explotar el oro de la región, era preciso provocar la llegada efectiva y práctica de colonos, a manera de favorecer el poblamiento, sin descartar la ayuda o la colaboración con los “nuevos vecinos”. En realidad, el verdadero interés se centraba en fundar un pueblo, extraer el oro de sus tierras, para más tarde, enviarlo a Antioquia, por medio de la empresa “Burila”, para que la región se hiciera próspera y rica, a partir de ésta modalidad de actividad económica.

Don Segundo Henao abandona sus negocios de abarrotes en Pereira, para radicarse en Calarcá, convirtiéndose en uno de los primeros potentados del municipio.

Es así como estos dos señores, auténticos pioneros, deciden fundar Calarcá en 1.886, y desde el centro de la plaza de bolívar, se reparten la tierra con otros recién llegados e “ilustres ambiciosos “de la riqueza aurífera en la “Villa del Cacique”. Entre algunos nombres no menos importantes, sobresalían los de Ramón Franco, Cruz Peña, Jesús María Buitrago, Pedro Flores, Baltasar Gonzales, Manuel Ocampo, Esteban Morales, Ezequiel Peña, Claudio Valencia, Juan J. Herrera, Gabriel Gonzales, Francisco Velázquez, Jacobo Bermúdez, Pedro Herrera, Leobigildo Ospina, Emilio Patiño, Joaquín Pérez y Ciprian Flores. Ellos fueron quienes empezaron a edificar el rumbo económico, social, político y cultural de Calarcá en los años venideros.

A propósito de tales insignes apellidos, no aparece ninguno con el de Salinas. Quizás ello signifique que no hago parte de abolengo local colonizador, ignoro si para bien o para mal…

La ausencia de mujeres, viene a explicar que por entonces, sólo se las consideraba aptas para la maternidad, además de atender a sus maridos o el cuidado del hogar, dando muestras del machismo imperante en la idiosincrasia del colonizador primitivo, el cual en buena parte, no por casualidad, subsiste hasta nuestros días.

La vida de esta ciudad, bien podemos dividirla en tres épocas distintas:

La primera, de 1887 a 1890, período al que se denomina “época de la fundación”, en el cual por el acuerdo municipal de Salento, se le dio al caserío carácter de corregimiento.

La segunda, de 1890 a 1905, fue cuando el corregimiento fue promovido a la categoría de municipio.

La tercera, desde 1905 hasta la fecha, es el período correspondiente al de la vida propiamente dicha como municipio.

En cada una de estas épocas, Calarcá tuvo hombres que se han distinguido, sabiendo imprimir en la fisionomía del núcleo social, la característica de su peculiar personalidad, moral patriótica y laboriosa, haciéndola gozar durante décadas pasadas, de un notable prestigio tanto cultural como intelectual.

En la parte política, es preciso recordar a sus fundadores, Segundo Henao, Roman María Valencia, Jesús María Buitrago y por último, a Don Benjamín Palacio, el primer alcalde de Calarcá; Pompilio Palacio, Carlos R Hoyos, Ignacio Buitrago, los primeros notarios públicos; los jueces municipales originarios, fueron Benito Gonzales, Luis María Henao, Luciano Echeverri y el nombre de los primigenios tesoreros municipales, correspondió a los de Alejandro Jaramillo, Mario Patiño, Juan J. Giraldo.En la nómina parroquial de los inicios de la villa a la vida municipal, desde 1889 hasta 1901, figuran el de los sacerdotes

José A. Pineda, Ismael Valencia y José María Arias. Otras ilustres personalidades fueron las de Benito Gonzales; Catarino Cardona, gran intelectual de la época, con un amplio conocimiento de leyes. Se recuerdan a mujeres de la talla de la gran Carmelita de Valencia, Doña Teresa V. de Aguirre, Doña Laura V. de Álvarez. Están también Antonio Giraldo, primer calarqueño graduado como piloto y mecánico en Chicago, Estados Unidos (1929); Gabriel Sanín Villa, primer gerente de la sucursal del Banco de Colombia en Calarcá, durante la década de los años treinta del siglo veinte, por citar algunos de los primeros hombres y mujeres, que con su connotada intelectualidad, especificada en distintas áreas y disciplinas, hicieron de Calarcá la antena cultural del occidente colombiano.

Después de éste recorrido histórico, de comentar los orígenes de la vida municipal de Calarcá hacia finales del S. XIX y mediados del XX. Todavía es posible evocar, en la actualidad, nombres significativos e insignes de la literatura calarqueña, quienes con su prosa literaria y poética, hicieron brillar a la ciudad en el “Parnaso” de la riquísima literatura colombiana. Luis Vidales, con su obra insigne “Suenan Timbres”; Baudilio Montoya,considerado el ultimo “rapsoda”; Rodolfo Jaramillo A., Humberto Jaramillo A.; el poeta Nelson Osorio, Eduardo Noris, Orlando Montoya y de la más reciente generación de escritores, Gastón Vega, Octavio Arbeláez, Elías Mejía; Oscar Zapata, Humberto Senegal, padre del “haiku” en el país, y la generación de escritores jóvenes Leidy Bernal, Juan Felipe Gómez; , o los poetas populares, Lunero Páez, Javier Mesa, ignorados por la pequeña burguesía cultural del Quindío, hacen que Calarcá no renuncie a ser una tierra de poetas, escritores e ilustres de esta tierra.

No podemos dejar pasar desapercibidos en la escena pictórica, a Gloria Barahona, Fernando Patiño, Melisa Bahena, sólo por citar algunos, reconocimiento al historiador popular, Jorge Mario Salazar, que en su época, con el proyecto “Artistas a la Calle”, caló en los calarqueños un sentido de pertenencia por nuestro imaginario e identidad cultural, el rescate de los bailes y danzas autóctonos de nuestra región, “danzas en la Casa de la Cultura”, o a partir de la enseñanza musical, desempeñada por la Corporación Musical Palo Santo, mientras en el arte de la caricatura, el dibujo, la pintura y las artes gráficas en general, la formación de talentos se encuentra a cargo de la escuela “Taller 2”, en cabeza del “quijote” Mario García.

Es preciso recordarle a los nacidos en Calarcá, que el primer físico nuclear de esta región, es oriundo de su ciudad: Octavio Guzmán Bahena; Qué Darío Botero Uribe, maestro y profesor emérito de la Universidad Nacional de Colombia, fue autor de más de 15 libros, además uno de los filósofos colombianos más representativos de ésta y la pasada centuria, fallecido a causa de una neumonía en la Clínica Santa Fe, de Bogotá, en 2010. En el campo de la medicina, sobresale Fernando Jordán, pionero de la biomedicina en nuestro municipio y su hermana, la destacada fotógrafa Olga Lucia Jordán, que con sus fotografías recorre las diferentes galerías del arte nacional e internacional. Forman parte del patrimonio ciudadano, voces como la de la soprano Lady Johana Silva Gamba , nieta del obrero intelectual Evelio Gamba, considerado como uno de los grandes eruditos de la obra de José María Vargas Villa.

A ellos, les debemos que Calarcá siga retumbando culturalmente en el contexto nacional e internacional.

Queremos en este humilde escrito, citar a Alicia de García, una de las pioneras de la educación del municipio, quien hace unos pocos meses cumplió cien años de vida. Junto con Jesús A. Idarraga, Ángela Ortiz, Elvira Pardo, hicieron de la educación pública, todo un apostolado de principios y valores, fundamentados en la ética y la moral de los encargados de dirigir los destinos de Calarcá por aquella época.

Por desgracia, Calarcá, en los últimos años, fue perdiendo la templanza y el espíritu cívico que la caracterizaba, como una de las provincias más prósperas de la región.

…Cómo no recordar que Calarcá, en los años de mil novecientos treinta tuvo una moderna fábrica de gaseosas: “La Gitana”; la fábrica de café “Águila”, cultivos de tabaco, guaquería, planta de producción de jabones y una planta de la empresa harinera “Maizena”. En la década de los cuarenta al setenta, Calarcá siempre estuvo en los primeros lugares en producción de café del eje cafetero. Para ese entonces, Córdoba y Buenavista eran corregimientos del municipio. Contábamos, además, con dos plantas eléctricas, suficientes para producir energía propia en nuestro municipio; que en las administraciones de los últimos veinticinco años, se perdieron las empresas públicas con la privatización del agua, el aseo, alcantarillado y alumbrado público; la liquidación de nuestra tele asociada TELECALARCA, TELECOM, liquidación del fondo municipal de vivienda “FOMVIS” la literal “evaporación “de los talleres del Ministerio de Obras Públicas; del canal comunitario de televisión ASUAPAC, pionero en el eje cafetero de televisión comunitaria, el cierre de las emisoras la voz de Calarcá, radio reloj, el cierre del centro recreacional ALTO DEL RIO, el despilfarro económico en la construcción del estadio “Guillermo Jaramillo Palacio”, que para mil novecientos ochenta y seis, costó la astronómica suma de quinientos millones de pesos, siendo utilizado hoy, apenas para el pastaje de vacas o caballos. Y a propósito de lo mencionado con anterioridad, viene a la memoria, no sin un dejo de lágrimas, de nostalgia, el espíritu cívico de los años setenta u ochenta.

¡Ah, qué tiempos aquellos! ¡Miren todo lo que hemos perdido, salvo algunas excepciones en el deporte y la cultura! Con tales antecedentes, deberíamos decir que Calarcá, es un pueblo sin memoria…

No más evocar fragmentos de su glorioso himno: “…Del cacique temible heredaste, la bravura, el coraje y el valor…”. Pero a decir verdad, parece que éstas virtudes se perdieron hace rato. Nos queda como herencia, la de Morfeo, dios del sueño según la mitología griega y romana. Permanecemos en sus brazos, durmiendo, perdidos en el letargo, vueltos unas simples mariposas contemplativas, con los ojos puestos en los danzantes chorros de San Rafael, el verde esmeraldino de los cafetales; la belleza, la ternura de nuestras mujeres calarqueñas… Y la espantosa perspectiva de la plaza de Bolívar, como símbolo y tributo a la corrupción que campea en la política local…

Como decía Baudilio Montoya, en su poema “Tierra Calarqueña”,“…Hoy retorno de lejanos viajes, herido en los inútiles senderos, en busca del claror de tus luceros y la diafanidad de tus paisajes…”.

Notículas: ¿Sabían los calarqueños, que Don Pedro Pablo Valencia, estuvo de alcalde por un periodo de doce años consecutivos, muriendo en pleno ejercicio de sus funciones?- El primer secuestro político del país en la década de los cincuenta de los hermanos Salazar en el corregimiento de quebrada negra,- ¿Conocen que la montaña de peñas Blancas, donde según las leyendas están enterrados los tesoros del cacique Calarcá, no son propiedad del municipio y de la nación? -hasta los paisajes de nuestro entorno lo privatizaron…¡qué vergüenza! , el despilfarro de cinco mil millones de pesos hace doce años en un tal parque ecológico, que hoy se lo está consumiendo la maleza.- Lo que no se nos debe olvidar, es que también tuvimos un alcalde de un movimiento político religioso, el MIRA, en manos de Carlos Enrique López Murillo, quien gobernó este municipio con los pies, juntando todos los males que habían dejado los otros en uno sólo…

Dejo este humilde escrito, a consideración de un intelectual precoz de la “Villa del Cacique”, a fin de que lo mejore, o lo tire al cesto de la basura y sigamos siendo un pueblo sin memoria.

Recomiendo, para reforzar este referente histórico, leer el libro “Calarcá para leer”, compilador Álvaro López y “Calarcá en anécdotas”, de Rodolfo Jaramillo Ángel*

*Nota y referente bibliográfico –histórico: Lib. Oficina Municipal estadística de Calarcá 1930 Eduardo Isaza Arango.

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