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Columnistas  |  31 marzo de 2020  |  12:59 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

AMPLIAR EL REPERTORIO DE RUTINAS PARA FORTALECER HABITOS

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Faber Bedoya

En estas épocas de retiro espiritual nacional obligatorio es necesario ampliar, diversificar el catálogo de rutinas, para fortalecer hábitos que tenemos muy arraigados desde niños, y constituyen un modo de pensar, sentir y actuar característicos, que nos diferencian de los demás. Actividades relacionadas con el aseo, el ejercicio físico, la oración y la meditación.

Desde niño aprendimos a lavarnos las manos, sobre todo, antes de comer. Como vivíamos en una finca, mis manos y sobre todo las uñas, estaban untadas de tierra, con todos sus nutrientes. Los trabajadores traían sus manos realmente sucias, de laborar en el campo y se lavaban con jabón de tierra antes de comer, pero a la mesa no se sentaban con las manos sucias. En la escuela, nos revisaban las manos, uñas, orejas, hasta el ombligo, buscando limpieza, y si no la encontraban, es decir había mugre, tierra, su reglazo se ganaba. Pero nuestras manos de niños reflejaban la limpieza de la inocencia sin estrenar. De joven, intensifiqué la costumbre de mantener las manos limpias. Apareció el contacto social, las relaciones interpersonales, las conquistas, los amoríos, y ahora si, el aseo y la presentación personal eran fundamentales. Y de mayor, en la casa es un imperativo, lavarnos las manos y bendecir los alimentos, antes de comer, por lo tanto, hemos mantenido la rutina de lavarnos las manos con jabón, hoy, le añadimos gel anti bacterial o sencillamente el gel hecho con alcohol y glicerina. El hábito del aseo se mantiene incólume, hemos intensificado las rutinas.

La costumbre del ejercicio físico como parte integral de mi vida, si ha sufrido menoscabo. Por rutina, camino como mínimo, cinco kilómetros diarios. Desde la Cruz Roja hasta el parque Bolivar, regreso hasta el parque Sucre, donde abordo el bus, rumbo a la casa, en el portal del Quindío. Con ocasión del retiro espiritual nacional obligatorio, se suspendieron estas actividades, pero adecué en las zonas verdes del condominio un sendero ecológico, de 502 metros alrededor de los apartamentos y los parqueaderos y en compañía del perrito, camino por la mañana y por la tarde. En cada jornada le doy seis vueltas y así completo algo más de los cinco kilómetros. En la zona social, la “población vulnerable”, organizamos por separado, ejercicios físicos de calentamiento, estiramiento, hasta aeróbicos hemos visto hacer. Y gracias a Dios, contamos con Ofelia, que nos hace bailar a todos, separados, y d e s p a c i t o…

Con lo que estoy muy feliz es con la magnífica oportunidad que me está dando la vida, para intensificar la oración y la meditación, como permanente contacto conmigo mismo y con el ser Superior. Ya no hay la oración colectiva, el encuentro en la eucaristía, o en el sagrario. Era una parada obligatoria en el Espíritu Santo. Ahora, mantenemos el rezo del rosario en familia, el rezo de los lunes al Señor de la Misericordia, que mi mamá hizo hasta antes el lunes, antes de morirse. La lectura de Cinco minutos en familia. El man está vivo. La misa en el canal 5. La oración es personal, desde el Dios de mi ser. En televisión o en el celular hay programas invitando a la oración en familia. La oración es un hábito incubado en mí, y en estos momentos me ha acompañado de manera especial, estoy diversificando las rutinas, ya tengo un lugar especial en la casa para encontrarme con mi ser Superior. Realmente estoy aprendiendo a conversar con Dios en oración y a escucharlo mediante la meditación.

La meditación es el hecho de prestar atención de forma intencionada al momento presente, sin juzgar, es una disciplina con alto contenido espiritual, de mirar hacia dentro de nosotros mismos. Nos trasladamos a un lugar imaginado que va adquiriendo realidad y en el cual vamos depositando todas aquellas tensiones y situaciones que nos inquietan. respiración nos ayuda a alejarnos del mundo real, empezando de abajo a arriba de nuestro cuerpo, nos vamos concientizando de una actitud que nos acerca más a la verdad, como camino. Desactivamos la conciencia exterior para conectar la vivencia interior. Incentivamos sentidos, oímos las voces del silencio, de la naturaleza. Entre tantos sonidos que escuchamos, oímos la voz amorosa de Dios, que nos conduce por el sendero justo por el honor de su nombre. Aunque caminemos por cañadas oscuras, nada temo porque Tu vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

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