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Columnistas  |  01 abril de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

PANDEMIA Y ECONOMÍA

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ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Thomas L. Friedman, periodista y escritor estadounidense, tres veces ganador del Premio Pulitzer y columnista de The New York Times advirtió sobre las consecuencias que sobrevendrían si los países continúan cerrando las economías por causa de la pandemia del coronavirus.

Señala que nuestros líderes están siendo asesorados por epidemiólogos serios y expertos en salud pública, pero llama la atención sobre las consecuencias de las decisiones que se están tomando en materia económica.

Nadie desconoce la necesidad de adoptar medidas sanitarias como el aumento de las camas hospitalarias; la adquisición de pruebas para la detección del virus y equipos respiratorios para los pacientes más graves; el suministro masivo de elementos de protección, como guantes y tapabocas, en especial para el personal de salud y contagiados; fortalecimiento de las redes de coordinación y atención de la emergencia.

Sin embargo, las medidas deben ser equilibradas, de tal suerte, que “la cura no resulte más grave que la enfermedad”.

El Dr. Steven Woolf, director emérito del Centro de Sociedad y Salud de La Virginia ha dicho que la respuesta de cerrar negocios y comunidades puede ser necesaria para frenar la propagación, pero podría dañar la salud de otras formas. Señala que copar todo este servicio solo en pacientes con coronavirus puede llevar a la muerte de muchos otros. Un paciente afectado con un derrame cerebral o un infarto, donde la velocidad es fundamental para salvarle la vida, frente a una situación de colapso de ambulancias y camas podría tener consecuencias fatales. O un enfermo con enfisema pulmonar avanzado podría morir por falta de instalación de un ventilador. O uno con cáncer podría ver retrasado su tratamiento. Muchas familias al perder sus trabajos dejan de pagar la seguridad social, razón por la cual no pueden acceder a los servicios de salud de su EPS.

El Dr. David L Katz, director del Centro de Investigación de Prevención de Yale, aseguró que se deben salvar tantas vidas como se pueda, procurando que el sistema de salud no colapse, pero también asegurarse de que, en el proceso, los dos primeros objetivos no destruyan nuestra economía, incluso las vidas.

Propone un “enfoque quirúrgico vertical”, que consiste en focalizar la política hacia los más vulnerables a la enfermedad (ancianos, personas con enfermedades crónicas y los inmunológicamente comprometidos), mientras se trata al resto de la población con los medios ordinarios para la atención de enfermedades virales y respiratorias. Después del aislamiento general de dos semanas se puede estratificar el virus, separando y atendiendo a los vulnerables, aislando en sus hogares a los infectados y permitiendo que los sanos puedan trabajar con medidas de seguridad (guantes, tapabocas, lavado permanente de manos, no tocarse la cara, separación entre las personas, etc.).

También hay que decir que países como CANADA y los Estado Unidos están destinando recursos cuantiosos para enfrentar la crisis. Este último, por ejemplo, podrá contar con 2 billones de dólares. En Colombia frente a un déficit fiscal, el gobierno está arañando recursos, quedando endeudado para los próximos años.

No se puede enviar a todo el mundo a la casa, sino no se han definido aspectos tan importantes como la estabilidad laboral, el abastecimiento de alimentos para la población, las obligaciones de las familias con el arriendo (no basta el no desalojo y el congelamiento de la renta), servicios públicos, pagos de impuestos, etc.

Me decía una señora, que su empleador le manifestó que se fuera para la casa hasta que la situación se normalizara, en una especie de licencia no remunerada, lo que, desde luego, es ilegal. La despacharon sin un peso, y ahora está encerrada en su vivienda con 4 niños, uno de ellos un bebé. De manera desesperada me contó que llevaban 2 días sin comer nada, porque no tenía dinero para mercar. Y este no es un caso excepcional, por desgracia es lo que le ocurre a la mayoría de las familias pobres, sin contar que muchas de la clase media, que no pueden soportar mucho tiempo sin ingresos.

Ya se han presentaron tumultos frente a supermercados, en los que se escuchó el grito: ¡tenemos hambre! No quiero ser fatalista, pero se ve venir una pandemia de CORONAHAMBRE, si el gobierno y el sector privado no hacen lo suficiente para alimentar a la población. Si esa labor no se hace bien o es insuficiente, la gente con hambre saldrá desesperada a protestar y a tomarse los supermercados. De ahí, vendría el caos, los saqueos y la inseguridad total. Con los supermercados limpios, los ricos también empezarán a sufrir por artículos de primera necesidad.

La medida de darles 160 mil pesos a 3 millones de familias es insuficiente. No hay alivios concretos y generales en relación con las deudas del sector financiero. Las entidades bancarias, de manera voluntaria, están adoptando las que ellas consideran viables. Igual situación acontece con el pago de servicios públicos, impuestos (salvo la de aplazar las deudas).

Si no se adoptan las medidas colaterales y no se proyecta una estrategia para normalizar la economía, los momentos por venir son oscuros y temibles.

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