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Columnistas  |  02 abril de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

NEOLIBERALISMO EN TIEMPOS DE PANDEMIA

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Aldemar Giraldo

Después del 80, el gran objetivo ha sido “reducir el ámbito de actuación del Estado y de la sociedad, en general, para crear un campo más ancho y libre para la iniciativa privada y los intereses particulares de las grandes empresas globales” (De Sebastián:1997); se ha dado excesiva importancia a todo lo que garantice la libertad de actuación de los agentes individuales en la economía, especialmente, la propiedad privada de los medios de producción, las ganancias y la defensa del patrimonio.

Me refiero al arma contundente del capitalismo, al neoliberalismo, según el cual, todos los problemas socioeconómicos se pueden resolver por medio del mercado libre, pero la realidad ha demostrado que la economía del mercado no ha sido capaz de responder y que el interés se ha centrado en proteger el capital y promover un gasto público exagerado.

Según OXFAM ((Oxford Committee for Famine Relief),”la inversión no se ha hecho en servicios públicos: salud, educación y protección social”; se acabó todo lo que el Estado había conseguido, con una consecuencia lógica: hoy, hay menos protección. La salud fue a dar al sector privado, convirtiéndose esta en un negocio fantástico, no en un servicio. Esto lo vivimos en Colombia; se crearon EPS por montones y sus dueños o accionistas se enriquecieron e invirtieron los resultados en empresas con distinto fin, como la construcción, el turismo o la ganadería.

Después de desangrar a la salud, aparecieron “quebrados” en busca de un paraguas que los protegiera de la debacle económica, basándose en la fórmula mágica del neoliberalismo: privatización de beneficios- socialización de pérdidas; como quien dice, ellos ganan y guardan y cuando la cosa “se pone dura”, perdemos nosotros; las pérdidas se asumen con nuestros aportes (impuestos); la perinola no tiene la opción: “todos ganan” o “todos ponen”. Igual cosa sucede con el sistema financiero, los bancos trabajan con nuestro dinero y nos cobran por todos sus servicios, pero, en momentos de crisis, perdemos los “paganinis”.

El miedo de hoy no es a que se enfermen o infecten los veteranos, el problema es que ocupen las camas o respiradores que pueden ayudar a la “masa productiva”; ya se sabe que el filtro médico se hará en la puerta de clínicas y hospitales, teniendo en cuenta una variable: la edad; es preferible que se ahogue un viejo a que sufra un joven; los ancianos no tienen futuro y pueden morir acompañados por su familia en la pieza de los rebujos; en palabras del mono: “deben sacrificarse por el país”.

El neoliberalismo, carente de todo humanismo, ha sido capaz de bloquear el suministro de dotación sanitaria a países, como Irán y Cuba, simplemente, por su inclinación política; ¿vale más la vida de un capitalista que la de un socialista? Pero, la gran contradicción la muestra Rusia, potentado que se alinea con Occidente para beneficiarse, individualmente, de una catástrofe sanitaria, que es, en el fondo, una catástrofe económica.

Defensores a ultranza del capitalismo han vuelto su mirada al Estado benefactor, ese que atacaron en momentos de éxito económico; despiden empleados, suspenden contratos, atrancan las puertas y se encierran en sus guaridas de bienestar. Esperemos la respuesta del gobierno, ojalá sea sabia y pensando en quienes siempre han “llevado del bulto”.

Ya es hora de empezar la distribución y reinversión desde la equidad; ya es hora de revisar tablas salariales, empezando por la cabeza; imposible que un futbolista devengue 500 veces más que un científico o un profesional acreditado. Ya me imagino el grito: “un futbolista produce más dinero que un sabio y les da trabajo a los medios de comunicación”, en donde hay vacas que comen mucho pasto.

Este encierro debe servir para reflexionar y luchar por “salir del neoliberalismo en todos sus niveles” (Edgar Morin). El hambre y el sufrimiento matan más personas que cualquier pandemia; como decía mi abuelo Albert: “En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento".

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