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Armenia  |  09 abril de 2020  |  12:01 AM |  Escrito por: Edición web

Armenia vivió un infierno de saqueos y violencia hace 72 años, por el asesinato de Gaitán

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Por Miguel Ángel Rojas Arias

El caudillo liberal visitó en diversas oportunidades la entonces joven Ciudad Milagro

Hoy se conmemoran 72 años del llamado Bogotazo, el hecho violento que sacudió la capital de la República tras la muerte del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán. Así como en Bogotá, en otras ciudades del país también se originaron graves disturbios.

Muchos historiadores y sociólogos, como también políticos afirman que la violencia partidista en el Quindío se inició ese 9 de abril de 1948, tras la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, y con el infierno de saqueos que vivió Armenia.

Hay que precisar que el Quindío fue, desde la fundación de sus primeros pueblos, un refugio de insurrectos liberales y de antiguos soldados conservadores. Aunque no fue un lugar de grandes batallas, gran parte de sus primeros dirigentes, concejales y alcaldes, tenían en su haber un título militar conseguido en la última guerra civil, la Guerra de los Mil Días, clausurada por un armisticio en 1902.

Esos odios de heridas no zanjadas en la guerra, el largo período de la República Conservadora y el inicio de la Hegemonía Liberal en 1930, azuzaron las antiguas rencillas que tuvieron en Armenia un alentador mayor, el coronel Carlos Barrera Uribe, militante del partido Liberal. En la otra esquina estaba el coronel Jesús Antonio Ocampo, también excombatiente de la misma Guerra de los Mil Días, pero del lado del gobierno conservador.

Pelea entre rojos

Tras el dominio liberal y las elecciones previstas para el año 1948, el partido Liberal estaba fuertemente dividido, desde comienzos de esa década del cuarenta. Era un mundo de rencillas políticas. Rencillas que en la década del cuarenta tuvieron dos incidentes importantes.

A fines de 1944 hubo un movimiento ciudadano que realizó una manifestación pública, impulsada por comerciantes e industriales, pidiendo la renuncia de todos los concejales: “Que renuncien, que renuncien”, fue el clamor general. El descontento obedecía a las peleas en el interior del partido Liberal, y por tanto en el cabildo, que no permitían el trámite de iniciativas para el desarrollo local.

El acontecimiento dejó claro un rompimiento de los dirigentes económicos —comerciantes e industriales— con la clase política, especialmente con el liberalismo, dividido en tres facciones. Esa pelasga política se dejó sentir con mayor énfasis en mayo de 1945 cuando barreristas —seguidores del coronel Carlos Barrera— y delapavistas —amigos de José de la Pava— se enfrentaron en las calles utilizando piedras y armas de fuego, lo que dejó un saldo de 20 heridos, entre los que se cuentan los propios jefes de los dos bandos liberales. Así, en medio de estos enfrentamientos, los sorprendió el 9 de abril.

El bogotazo en Armenia

El viernes 9 de abril de 1948 encontró pues a una clase política dividida, sin los antiguos azuzadores al frente —ya habían muerto el coronel Barrera, liberal de la Guerra de los Mil Días; y el coronel Ocampo, conservador de la misma guerra, y quienes fueron los dirigentes antagónicos de los dos partidos durante cuatro décadas—. El gaitanismo estaba dirigido por José de la Pava, liberal cuestionado y tildado de corrupto, implicado en un presunto negociado en el proyecto de ampliación de la red telefónica de 500 a 3.000 líneas.

Por tales razones, lo que pudo ser un movimiento revolucionario, o al menos político, no fue más que una cruzada delincuencial de robos y saqueos donde participaron desempleados, vagos, gente de todos los pelambres, imposible de controlar por los pocos gaitanistas que salieron a las calles con la intención de ‘tomarse el poder’.

Asaltaron la cárcel

La turbamulta empezó a hacerse en la carrera 17 con calle 22, frente al directorio liberal y partió luego en diferentes frentes. Un grupo se dirigió a la oficina de correos —calle 20 entre carreras 15 y 16— e impidió el uso de las comunicaciones; otro fue a la cárcel del distrito —carrera 17 con calle 18—, dinamitó las puertas y liberó a los presos con la intención de reforzar las tropas de asalto.

Los presos liberados se dispersaron en distintas direcciones. Inicialmente, incitados por un profesional gaitanista, asaltaron el juzgado penal y quemaron los expedientes. Luego, la mayoría, tomaron hacia el corregimiento de La Tebaida, con la intención de esconderse de las autoridades, donde más tarde crearon un pavoroso grupo criminal, dirigido por el reconocido bandolero Melco Camacho.

Celedonio, el Radioamotinado

El presidente del directorio liberal gaitanista Celedonio Martínez Acevedo, locutor del noticiero La Nación que se transmitía por la emisora La Voz de Armenia, instó a los insurgentes a apoderarse de herramientas que constituyeran armas.

“¡A las ferreterías, a las quincallerías!”, incitaba Martínez, que después fue juzgado por un consejo verbal de guerra que lo acusó de radioamotinado. Paradójicamente el director del mismo noticiero, periodista Alfonso Valencia Zapata, había transmitido en esa mañana una entrevista con el líder Jorge Eliécer Gaitán, concedida por este tres días antes en Manizales.

La horda se unificó en el centro y empezó el saqueo de almacenes. Inicialmente, como lo pregonaba el locutor, asaltaron las ferreterías, especialmente los almacenes El Buen Gusto del empresario Vicente A. Giraldo y se apropiaron de herramientas, sobre todo de machetes, cuchillos y achuelas. Simultáneamente lo hicieron con un almacén de iguales proporciones, Torres y Torres. Después destrozaron puertas y vidrieras de cuanto almacén pudieron, de cualquier naturaleza, y se apoderaron de artículos de diversa índole.

“Yo estudiaba en la escuela Alfonso López, donde hoy está la planta de la Chec —calle 13 entre carreras 20 y 21— y el profesor nos dijo que habían matado a Gaitán, que nos fuéramos para la casa. Antes de guarecerme en el hogar de mis padres, pasé por el centro y observé los saqueos.

Recuerdo que en las calles había muchas cosas regadas, yo tomé un par de zapatos, pues siempre había caminado a pie limpio, los eché en una bolsa y fui y los enterré en el patio de la casa. Cuando todo pasó, los desenterré, ¡qué suerte! eran mi número, pero por desgracia eran dos zapatos izquierdos”, contó Carlos Sánchez, un comerciante de Armenia (q.e.p.d.) que dedicó su vida a la reparación de motores.

La toma del cuartel

Los dirigentes liberales gaitanistas, entre ellos el locutor mencionado y dos periodistas más, así como jóvenes profesionales, acompañados de algunos comerciantes, obreros, empleados del gobierno y funcionarios públicos iniciaron un tenaz combate para tomarse el cuartel de la Policía.

La toma del cuartel de la policía, constituía, según el historiador Carlos Ortiz, “la franquía para la capitulación de la autoridad local y la erección de la ‘Junta Revolucionaria de Gobierno’ y proveía a los insurrectos de fusiles que se sumaban a las herramientas saqueadas en las ferreterías, para el ataque”.

La Policía resistió hasta que llegaron los refuerzos de Pereira, y el cuartel no pudo ser sometido por los insurrectos.

El balance oficial

Según un informe de la Junta Pro Damnificados del 9 de abril en Armenia, ese día hubo 60 establecimientos saqueados. Los asaltantes se olvidaron de los grandes caudales: bancos, compras de café, compañías de exportación del grano; y se dedicaron a pequeños y grandes establecimientos de herramientas, joyerías, almacenes de telas y vestidos, zapatos, etc. La turba era liberal, pues de los sesenta lugares saqueados, 57 pertenecían a personas conservadoras.

Un reporte entregado por el periodista Alfonso Valencia Zapata habla de 17 personas muertas, aunque, según la misma fuente, pueden ser cerca de treinta, y 27 heridos atendidos en el hospital San Vicente de Paúl. Uno de los muertos fue el capitán retirado del ejército Pedro González Londoño, miembro del partido Conservador, quien fue sorprendido en Circasia cuando regresaba de Pereira, tras pedir refuerzos del ejército para enfrentar la asonada.

La tropa de Pereira llegó al centro de Armenia en la madrugada del 10 de abril, con tres camiones cargados de soldados con fusiles y pertrechos. Cuando los insurrectos se enteraron de la entrada de la tropa, se dispersaron, liberando al cuartel de su asedio. Muchos de esos gaitanistas huyeron para siempre de la ciudad. Otros fueron apresados y llevados a consejo verbal de guerra, donde fueron condenados a penas y multas ínfimas.

La junta cívica pro-reconstrucción

Un día después de los saqueos se constituyó una policía cívica, llamada junta cívica, que buscó en viviendas urbanas y rurales las mercancías robadas. Muchas de ellas fueron recuperadas, incluso sacaron de las casas artículos que no hacían parte del botín de robo. Por esta razón, corrió en la ciudad el murmullo de que la policía cívica estaba haciendo un nuevo saqueo.

Distintos sectores ciudadanos, especialmente comerciantes e industriales, acompañados de las instituciones legalmente constituidas y de los organismos cívicos, donde confluyeron militantes conservadores y liberales, crearon una Junta Pro-Cuartel del Ejército en Armenia.

En tanto, fue acantonado en la ciudad un regimiento militar, la compañía de infantería número 17 Nueva Granada, que encontró hospedaje provisional en un edificio de la calle 17 entre carreras 17 y 18 de propiedad de la dama cívica Inés González de Ángel.

El presidente de la Junta Pro-Cuartel del Ejército de Armenia, industrial Vicente A. Giraldo Gutiérrez, uno de los damnificados con los saqueos, donó los terrenos para la construcción del batallón. Finalmente, la ciudad tuvo su regimiento militar, el batallón de Ingenieros Cisneros, inaugurado el 11 de julio de 1952.

Esa misma junta avivó, en el año de los luctuosos acontecimientos, un viejo anhelo de los ciudadanos: la creación de un aeropuerto. En la ciudad se vivía un entusiasmo cívico, haciéndole el quite a los acontecimientos políticos que se habían desbordado el 9 de abril de 1948.

Ese entusiasmo cívico condujo a la construcción del aeropuerto que permitiría una rápida conexión con Bogotá, pues la mayoría de las empresas de exportación cafetera tenían su centro principal de operaciones en la capital de la República. La inauguración del aeropuerto El Edén el 14 de octubre de 1948 fue un acontecimiento mayor, tanto que de él se tiene uno de los pocos registros fílmicos que conserva la ciudad.

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