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Columnistas  |  10 abril de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

​​​​​​​EN EL PAÍS DE LAS EMOCIONES, TENEMOS LAS VACUNAS NECESARIAS.

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Faber Bedoya

Cierto, es difícil creer que necesitamos de eventos extraordinarios para identificar que estamos vivos, que somos vulnerables, que estamos expuestos a cantidad de eventualidades que hacen que la vida sea un cumulo de subidas y bajadas. Que los adultos mayores somos importantes, que hay que cuidarlos, que tenemos que dar salida a las emociones. Y en el país de las emociones hay cuatro vecinos muy conocidos: Alegría, Tristeza, Rabia y el Miedo.

En estos momentos de cuarentena, la señora Alegría no está en aislamiento total. Recibe frecuentes visitas del sentido del humor, en forma de videos, que nos ayudan a reír a carcajadas. La risa ha sido siempre “remedio infalible”. Cuándo fue la última vez que reíste a carcajadas, hasta hacerte pipi, o dolerte el estómago ?. Nunca antes había adquirido tanta importancia el estar contento, alegre. Porque ahora es desde los sentimientos. Ahora si sabemos lo que significa reír, y reír a mandíbula batiente. Tenemos mucho por lo cual estar alegres en estos momentos. Lo primero, el milagro de la vida, libre de contagio. Yo estoy bien porque tú estás bien. Al fin equilibramos la ecuación entre mis responsabilidades personales con las responsabilidades de los demás. Yo me quedo en casa no solo por mí, sino por ti. Y eso me alega. Estoy sano por mí y por ti. Mi luz traslucida y trasparente permanece así, porque tu luz permanece transparente y traslucida. Y eso me alegra. Poder ayudar, porque aceptan mi ayuda, es alegría viva y nueva.

En la casa del enfrente vive la Tristeza, con su familia, la debilidad, la falta de coraje y ánimo, el llanto reprimido. Vive en un valle de lágrimas. La angustia es la matrona de la casa. Su hermana es la ansiedad. Con sus bajas en las defensas del organismo. En el sistema inmunológico. Se llora con angustia, no se dejan correr las lágrimas. “los hombres no lloran”. Cuándo fue la última vez que lloraste con toda tu alma.?. Que tu llanto corrió por tus mejillas con su sabor salubre, y no tuviste que ocultarlo ? Porque siempre que aparece una lágrima, hay un pañuelo presto para secarla. No te pueden ver llorar, sea hombre o mujer. Llorar es salud mental. A la casa de esta señora, poco amable, llegan visitas como los vecinos del enfrente, alegres y con mucho sentido del humor y en ese pleito de vecinos siempre ha ganado la alegría. Es más grande el cargamento de amigos que tiene la vecina doña Alegría, y una excelente vacuna.

En la casa de enseguida de doña Tristeza, vive doña Rabia, con muchos inquilinos nada amables, el rencor, odios, resentimientos, malas energías. Es frecuente ver a oscuras esta casa. Pero esta vecina saca ventaja de sus características, porque ser o estar brava trae sus beneficios. Qué ira !!. Llama furiosa a la portería quejándose por algo. Le molestan las filas. El tráfico pesado. Hemos visto a esta señora caminar agachada, tanta falta de perdón pesa mucho. Pero le visita con mucha frecuencia, sobre todo en estas épocas, la señorita Paciencia, contándole que quien “resiste y persiste, subsiste”. Que la acción es la mejor vacuna contra la rabia. Que esto también pasará.

En el vecindario por estos días hay un visitante inoportuno, que causa desasosiego, incertidumbre, falta de coraje, melancolía y depresión. Es el señor Miedo. Con su armamento de angustias y ansiedades. Este visitante oprime, infunde temor, por exceso de futuros, o persistencia de pasados. Es muy físico, se demuestra, se puede ver, hasta sentir en el ambiente. Causa dolores o molestias torácicos, sensación de asfixia. Mareo, inestabilidad o desmayos, sentimientos de irrealidad, o desconocimiento del propio entorno. Sofocos o escalofríos. Náuseas, dolor de estómago o diarrea, crea una tensión emocional acompañada de una manifestación somática. Parálisis física, mental, hasta espiritual, no atribuible a peligros reales, sino que se manifiestan como un estado persistente y difuso, pudiendo llegar al pánico. Generalmente relacionado con la anticipación de peligros futuros, indefinibles e imprevisibles. En estos momentos es el visitante más repudiado, inclusive más que el propio virus, por su vibración energética bajísima.

Afortunadamente en el marco de la plaza vive doña Amor, acompañada de una legión de soldados. El general en jefe es la Solidaridad, y el general de la tropa es la Gratitud. Estos dos oficiales generan confianza, para enfrentar cualquier batalla, así no conozcamos bien al enemigo. El amor tiene la vibración energética más alta y cuando es acompañado de estos dos estandartes, se vuelve invencible. Nada penetra una casa con revestimientos de amor. Hoy no podemos ahorrar amor, debemos derrochar amor, este no envejece. Envejecemos nosotros, los “vulnerables”, los que nos volvimos de la noche a la mañana, sujetos de cuidado, como si eso no nos lo hubiéramos ganado desde hace tiempo.

“Tres cosas hay que permanecen, la fe, la esperanza y el amor, pero la más importante es el amor” Corintios 13, 13.

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