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Cultura  |  21 abril de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

CUANDO CUBA PERDIO A BATISTA

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Gloria Chávez Vásquez

“Saludamos al que pudiendo haber seguido el camino de muchos filibusteros del poder, lo entregó con sus anchas manos morenas a quien eligiera su pueblo. A quien ha restituido a Cuba honor y nombre, al proteger las organizaciones y partidos del pueblo, al llamar a los mejores intelectuales a colaborar con los destinos comunes.”

Pablo Neruda. Saludo a Batista. El Siglo, 27 de noviembre de 1944

En su más reciente novela Pájaro lindo de la madrugá, la escritora cubana, exiliada en Paris, busca recuperar una historia que le ha sido negada a los isleños y al mundo desde la toma del poder por los hermanos Castro. Es un comienzo, dice Zoé Valdés, (que nació el año de la revolución y experimentó en primera persona la funesta versión del régimen Castrista), pero por lo menos es una ventana que se abre a la luz, después de más de sesenta años de difamación a la figura histórica que más hizo por Cuba. El régimen se acreditó la obra de Fulgencio Batista, que gobernó durante dos mandatos, uno electo (1940-1944) y otro de facto (1952-1959) y borró al Hombre de la memoria colectiva.

En un estilo impregnado de la esencia cubana, la novelista narra los hechos a través de dos personajes octogenarios, Arsenio, que viaja a Cuba para encontrarse con Elbio, su amigo que nunca salió de su país, para recuperar y contrastar sus testimonios antes de que sean totalmente estrangulados por la mentira que invadió al mundo. El propósito de Arsenio, es completar datos para su nieta, quien ha iniciado la investigación para su tesis sobre el controversial gobernante. En su jornada ida y vuelta desde Banes (donde naciera Batista) a la Habana, Arsenio y Elbio analizan sus recuerdos desde sus puntos de vista y van despejando incógnitas con la ayuda de protagonistas y testigos directos de la época, algunos de ellos centenarios, pero con la claridad mental que exige salvaguardar la verdad. La autora deja claro, que la toma de poder de una mal llamada revolución y que favoreció a una pandilla de facinerosos, fue orquestada, entre otros, por intelectuales y políticos de la izquierda, con la ayuda de una maquinaria publicitaria y la ignorante complicidad del gobierno de Dwight Eisenhower. Los medios de comunicación, liderados por The New York Times y un alucinado Herbert Matthews, se encargaron de construir un mito del megalómano que fue Fidel Castro y sorprender así, a la superficial y desinformada sociedad cubana de ese entonces.

En una síntesis de causa y efecto en la historia cubana, Zoé Valdés nos lleva a concluir que con excepción de uno o dos gobernantes educados y hábiles, el más logrado de ellos, Fulgencio Batista y Zaldívar, pudo la industria y la economía de la isla levantar vuelo. Solo hasta su segundo mandato y tras haber colocado a Cuba en ejemplo de progreso, hubo de apelar a la fuerza militar debido al terrorismo que azotó al país. Pero como en toda nación en la que la mayoría de los ciudadanos no aportan sino que esperan que un caudillo los rescate sin necesidad de sacrificios, la democracia degrada en anarquía y caos que aprovechan los revolucionarios. Es una lección histórica que no hay recordarle a venezolanos o nicaragüenses, pero si al resto de la América Latina.

Los pasajes y paisajes de Pájaro lindo de la madrugá (título de una canción de Tito Rodriguez que se utilizó como lema Batistiano) no están exentos del humor que permea el carácter de una isla convertida en cárcel por un régimen que prometió, pero robó en cambio su libertad. Un régimen que se acreditó los logros de las administraciones de Batista en la educación, la economía, la cultura y los derechos civiles, laborales y humanos para luego desbaratarlos. Para lograrlo tuvo que pintar falsamente a Batista como un dictador cruel y sanguinario. Un “dictador” cuyo error máximo fue compartir gobierno con las muchas facciones opositoras, y haber dejado libre al individuo que destruiría a Cuba con la venia y concurso de la sociedad cubana.

Los personajes de Valdés son el vivo retrato de esa generación que se perdió en el olvido. La generación sacrificada con la excusa del fallido Hombre Nuevo. Fueron los ciudadanos a quienes se les arrancó de cuajo, se les encarceló, se les fusiló con o sin pretexto de ser antirrevolucionarios. Los que perdieron sus bienes, pocos o muchos, apropiados por los otrora rebeldes, ahora los amos. Se promovió y acrecentó el odio y la envidia entre amigos, hermanos y vecinos. Se subyugó a un pueblo a base del miedo, del terror.

En su novela, Zoé Valdés va al encuentro de familiares, amigos y colaboradores cercanos de Batista quienes entregan libros, documentos y testimonios prohibidos y desaparecidos por el régimen comunista, que contradicen el bulo alimentado convenientemente por la propaganda castrista; propaganda que se maneja al estilo Hollywood y con la complacencia del cinismo internacional y la desinformación mediática. Pájaro Lindo de la Madrugá es una nueva fuente, fresca y refrescante en el sentido de los que buscan la verdad de la historia.

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