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Columnistas  |  22 mayo de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

EL CARRIEL Y TRES PUCHOS

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Aldemar Giraldo

Aldemar Giraldo Hoyos

No puedo creer que mientras el país se estremece con la pandemia y la miseria, nuestros honorables Representantes a la Cámara se arranquen las mechas discutiendo y proponiendo proyectos de ley insulsos, vacíos o anodinos; si siguen así, tarde o temprano instituirán el té como bebida estimulante para consumirla a las tres de la tarde frente a un palo de café. No querían sesionar presencialmente, pues así exponían sus valiosas vidas, sin embargo, hicieron algo inverosímil: le mostraron a Colombia que con ellos o sin ellos, las cosas siguen igual.

Mientras el PIB desciende aceleradamente y el desempleo aumenta vertiginosamente, con las consecuencias conocidas por todos, el Centro Democrático (no sé si es partido, legión, horda, caterva o centro de adiestramiento mental) somete a consideración de los integrantes de la Cámara el proyecto que busca que el carriel antioqueño se considere patrimonio cultural de la nación y, además, que se exalte a Jericó y Envigado como municipios que conservan esta tradición; lo más grave es que ya fue aprobado en segunda instancia y queda listo para que lo discuta el Senado. Con razón expresan algunos:” este tipo de temas no son fundamentales en medio de una crisis de salud, como la que se evidencia en todo el país por el coronavirus”.

Escasa o nula sensibilidad social muestran los legisladores al invertir el tiempo en cosas que no contribuyen a solucionar nada, ¿no será mejor poner la lupa a los contratos firmados por la presidencia en esta emergencia? En sesión virtual, el sufrimiento y el desespero de la gente valen “tres puchos”.

En cada período presidencial se sancionan muchas leyes que pasan inadvertidas o son innecesarias para el país; inmenso costo tiene esto, si pensamos en el “salario mínimo” de los legisladores, sin tener en cuenta a sus geniales asesores: es claro que en estas circunstancias, el capitolio se convierte en un campo de recreación y vacaciones permanentes.

Recuerdo el momento en que Juanma propuso suspender la legislación por un semestre e invertir ese tiempo para analizar y derogar leyes innecesarias; en el “caso del carriel”, por inoportuna e insensible. Buenos es recordar algunas joyas absurdas y graciosas que dejan entrever la ingenuidad de los legisladores de momento:

Ley 89 de 1890: “Determina cómo deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada.” (Se refiere a los indígenas en forma discriminatoria)

Artículo 696 del Código Civil: “Las abejas que huyen de la colmena y posan en árbol que no sea del dueño de esta vuelven a su libertad natural y cualquiera puede apoderarse de ellas y de los panales.” (La risa no me deja hacer comentario alguno)

Ley 119 de 1919: en su artículo 21 establece que “el Estado debe enviar anualmente a tres estudiantes al extranjero para prepararse en temas de silvicultura” (No ha sido derogada)

Acuerdo 1 de 1918: “Por el cual se crea el fondo de los pobres y se prohíbe la mendicidad.” (Establece un impuesto sobre espectáculos, pero no dice cómo acaba la “mendicidad”). No sigo para no cansar al lector; me imagino que nuestros padres de la patria, para justificar su indolencia durante la pandemia, redactarán así: “Ley 000, por medio de la cual se considera el carriel como patrimonio cultural de los que perdieron el empleo y aguantan hambre en los municipios de Envigado, Guarne y Jericó”. Como decía mi abuela: “Nunca hubo maldad, solo ingenuidad y bobada”.

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