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Columnistas  |  03 junio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: MARCO HORACIO GARCÍA

BIOSEGURIDAD EN LOS COMEDEROS PARA AVES DEL JARDIN

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MARCO HORACIO GARCÍA

Marco Horacio García C

Las aves, como grupo biológico, tienen encantos especiales. Sus coloridos plumajes, los llamativos picos, comportamientos y cantos, promueven que el humano quiera tenerlas cerca y estimulan de paso la costumbre de alimentarlas en entornos urbanos y rurales. Conozco testimonios de personas asegurando que las aves se encargan de avisarles la ausencia de la ración diaria picoteando la ventana o velando desde perchas cercanas.

Pero no todo es belleza. A pesar de tantos atributos estéticos que las hacen irresistibles también plantean riesgos zoonóticos por su potencial como vectores de enfermedades para congéneres, predadores u otras especies incluida la humana. Una reciente publicación de investigadoras de la Anglia Ruskin University cuyo título se puede traducir como: Por qué es posible que se deba alentar el distanciamiento social alrededor de su comedero para pájaros, compendia interesantes datos como los siguientes:

“Las personas en Gran Bretaña alimentan hasta 196 millones de aves al año con 60,000 toneladas de alimento a un costo total de £ 300 millones. Todos esos comederos de jardines han ayudado a aumentar las poblaciones de docenas de especies de aves. Pero, ¿podría nuestra benevolencia causar daño a las aves? En Alemania, una enfermedad mortal similar a la neumonía ha estado afectando a varios miles de herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus). Las pruebas de laboratorio confirmaron que el organismo responsable del brote fue una bacteria llamada Suttonella ornithocola, que también está bien establecida en las poblaciones británicas del herrerillo y los casos de la enfermedad generalmente alcanzan su punto máximo en primavera. Los síntomas incluyen pérdida de apetito, problemas respiratorios, plumas desarregladas y una disposición de acercarse a los humanos, mientras que las aves sanas tienden a evitarnos. Se sabe que las aves de jardín son portadoras de otros virus infecciosos (el Virus del Nilo Occidental), bacterias y hongos como la Salmonella y el Cryptococcus. Estos microbios son zoonóticos, lo que significa que, dadas las condiciones apropiadas, podrían propagarse de animales a humanos. En 2019, Cryptococcus estuvo relacionado con la muerte de un niño de diez años en Glasgow, después de inhalar los hongos de los excrementos de paloma”.

“Aunque los herrerillos comunes nativos solo migran dentro del Reino Unido, hay muchas otras aves de jardín como el mosquitero musical (Phylloscopus trochilus) y la golondrina que migran miles de millas desde y hacia el país. Ya hay evidencia de que estas migraciones de aves silvestres ayudan a propagar enfermedades entre las aves y los humanos, como el Virus del Nilo Occidental en los EE. UU., Salmonella en Suecia y Pseudomonas en Italia. La capacidad de estas aves para viajar largas distancias en cortos períodos de tiempo conlleva un mayor riesgo ya que un fuerte estrés físico combinado con un sistema inmunitario debilitado podría causar la rápida propagación de enfermedades infecciosas”.

“Garden Wildlife Health, un proyecto de monitoreo dirigido por las mayores organizaciones benéficas de protección y conservación de aves del Reino Unido está alentando al público a buscar señales de que las aves cercanas no estén bien, para que los expertos puedan mantener una base de datos nacional de incidentes de enfermedades de la vida silvestre. Los síntomas a tener en cuenta incluyen letargo- cuando las aves están tranquilas e inactivas o no pueden volar lejos cuando se les acerca-, plumajes esponjosos, pérdida irregular de plumas y lesiones en la piel (que generalmente son evidentes alrededor del pico y en las garras). Los comederos de jardín y los baños de agua pueden actuar como puntos críticos de enfermedades infecciosas para las aves. Lo mejor que pueden hacer los entusiastas de las aves es mantener estas áreas limpias y seguras”.

El consejo final es este: aliente a las aves enfermas a adoptar distanciamiento social y mientras tanto:

• Limpie y desinfecte los comederos de pájaros regularmente (Sugiere una solución desinfectante al 5%)

• Use utensilios separados para limpiar los comederos y evite llevarlos a la casa.

• Obtenga alimentos frescos de fuentes acreditadas.

• Alimente con moderación, de modo que los comederos se vacíen cada dos días.

• Mueva sus comederos a una nueva ubicación al menos una vez al mes para evitar la acumulación de heces y restos de comida debajo.

• Si tiene recipientes de agua (incluyendo bebederos y baños de agua), estos deben enjuagarse diariamente.

• Si ve aves enfermas o muertas, repórtelas a Garden Wildlife Health.

En nota periodística del 13 de mayo, el medio Todo Noticias reportó desde el parque Cabal de Buga, el inusual comportamiento de un gavilán caminero (Rupornis magnirostris). Miembros del Grupo de Protección Ambiental y Ecológica rescataron el gavilán y lo trasladaron a las instalaciones de la DAR Centro Sur de la CVC para la valoración veterinaria. Reportaron que ante el comportamiento y su mal estado físico, le tomaron exámenes de laboratorio cuyo resultado confirmó la presencia de un microorganismo patógeno conocido como Trichomonas. La mucosa bucal y faringe del gavilán presentaban necrosis lo que hacía imposible la ingestión de alimentos motivo por el cual murió.

Señalaron quienes atendieron el caso: “Los posibles orígenes de la enfermedad en el gavilán están asociados a beber agua contaminada en el palomar, en charcos o lagunas, o por ingerir granos vomitados por una paloma infectada. Es importante recordar la preocupación que los profesionales de la CVC han manifestado por la convivencia de iguanas, micos, ardillas y aves -como gavilanes y palomas- en el parque Cabal, donde muchos de ellos se encuentran enfermos. Esto se suma a que no hay agua corriente y la poca agua del lugar está contaminada por las heces de las palomas, lo que puede causar problemas de salubridad”.

Ahora bien, el énfasis reciente de la ciencia ciudadana centra esfuerzos en monitorear con fines de conservación el registro de especies, sus cantidades, la temporada de observación: aquellas mediciones que nos han ubicado en los últimos años en el primer lugar mundial en los conteos del Global Big Day. Una contribución de la ciencia ciudadana, esa que construimos entre todos- legos, neófitos y especialistas- podría poner al servicio de la conservación de las aves la observación rigurosa de síntomas de comportamientos y enfermedades, así como su reporte y registro.

Una iniciativa colombiana valiosa es Recosfa- Red Colombiana de Seguimiento a la Fauna Atropellada, la cual dispone de una App para reportar incidentes que involucren atropellamiento de animales, las coordenadas y hasta fotografías. RECOSFA trabaja con entidades públicas y privadas de ámbito nacional para recoger y analizar datos que permitan crear estrategias para disminuir la problemática. Busca también que las personas conozcan la red y se vinculen a un ejercicio de ciencia ciudadana para el registro de atropellamientos desde su celular generando conciencia y conocimiento sobre el efecto de las vías en la fauna silvestre ( http://www.recosfa.com/). Sugerimos a la comunidad científica colombiana la creación de una plataforma digital donde se puedan reportar los casos de aves enfermas y hacer un monitoreo de prevalencia de algunas patologías presentes en las poblaciones.

Además, recordemos que la Corporación Autónoma Regional del Quindío cuenta con oficina de Control de Tráfico de Fauna Silvestre y el Centro de Rehabilitación en Calarcá. Para la institución sería útil una aplicación como esta que permita atender casos y responder frecuentes consultas en redes sociales sobre cómo proceder con especies de aves accidentadas contra ventanales, pichones fuera de sus nidos, aves con fracturas, entre otras.

Se ha extendido el uso de bebederos para colibríes y de pequeñas plataformas con oferta de frutas y granos para las aves. Procesos de fermentación en unos y de pudrición en otros, favorecen la aparición de microorganismos cuyos efectos bien vale la pena escudriñar. Afinemos la capacidad de observación pues podemos aprender a detectar síntomas de enfermedades que estén amenazando nuestra riqueza de avifauna y poner en marcha una mejor administración de los comederos para aves. Queda también planteada una posible investigación local para que las universidades analicen la incidencia del fenómeno en nuestro vecindario. A partir de datos e investigación podríamos ampliar conocimiento y proceder con acciones concretas.

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