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Región  |  24 junio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Adiós a la Rana, una cafetería de 40 años en Armenia que cierra por cuenta de la cuarentena

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Por Miguel Ángel Rojas Arias

La última cafetería antigua de Armenia cerró sus puertas el fin de semana último. Se quebró como muchos establecimientos comerciales de Armenia, por cuenta de la cuarentena decretada, habida consideración de la pandemia del Covid-19.

La Rana fue creada por doña Blanca López de Villanueva (q.e.p.d.) en 1980, en todo el corazón de la ciudad, carrera 16 entre calles 18 y 19. Coincidencialmente, las empresas de buses urbanos que cubrían las rutas en Armenia, decidieron poner en ese mismo sitio el paradero de buses del centro. Por eso, la gente decía con absoluta seguridad: “Nos vemos en el paradero de La Rana”, como también lo decían para el paradero del antiguo almacén Ley. “Nos encontramos en el paradero del Ley”.

¿Por qué La Rana? Uno de los hijos de doña Blanca, Helio Fabio Villanueva, lo explica: “El nombre lo aporté yo, y lo digo con mucho orgullo. Queríamos un nombre que fuera sonoro y de muy fácil recordación - a pesar de ser el de un batracio-. No nos equivocamos, pues nos fuimos convirtiendo en un referente a través de los años. La gente decía: ‘ahí al frente de La Rana, o, por la calle de La Rana. Nos vemos en La Rana’”.

La Rana nunca se mudó, estuvo 40 años en el mismo sitio, aunque en su interior, el lugar tuvo varias modificaciones. Sin duda, los tamales de La Rana fueron alguna vez los mejores de la ciudad. Recuerdo cuando laboraba en la Voz de Armenia, ubicada en el edificio de la Lotería del Quindío, diagonal a La Rana, y apostábamos entre los compañeros los desayunos en esta mágica cafetería, donde el chocolate mañanero era espeso y caliente.

En los primeros diez años, toda la década del 80, doña Blanca tuvo a su hijo Helio Fabio como su mano derecha. Luego otros hijos siguieron acompañándola, porque ella jamás abandonó el negocio, incluso en sus años de enfermedad.

Durante los 40 años de su existencia, La Rana nunca pensó en cerrar, a pesar de las dificultades que trajeron varias épocas, como la del terremoto de 1999, sostiene Helio Fabio. “Incluso, durante la enfermedad de mi madre fueron años muy difíciles, pero cada día, incluyendo sábados, domingos y festivos, mantuvimos las puertas abiertas”, asegura.

Doña Blanca murió en el 2018 y uno de sus hijos, Julián, se hizo cargo de seguir con esta tradición de la Armenia moderna. Se resistió a todo, incluso a la muerte de la madre y creadora del lugar, pero menos a la cuarentena. “Íbamos bien, recuperándonos, cuando llegó lo del Covid, resistimos durante tres meses, perdiendo mucha plata, y no resistimos, no fuimos capaces”, señala Helio Fabio Villanueva.

Villanueva recuerda con nostalgia a La Rana, pues fue el sitio preferido de muchas personas que por años lo frecuentó, convirtiéndose casi en una familia para los dueños y empleados de la cafetería. “Éramos como una familia para mucha gente, como los amigos del alma, conocíamos sus gustos, vimos crecer sus familias, los niños hacerse adultos, profesionales, padres, y esa nueva generación volver a La Rana, nos contaban todo lo que les pasaba en su entorno familiar fuese bueno o malo. Que gran consultorio psicológico se vivía a diario”, habla la nostalgia de uno de sus fundadores.

La Rana no volverá, dice Helio Fabio. Se cierra un capítulo de nuestras vidas. Esta misma semana entregaremos el local a sus dueños. “Ya todo terminó, solo quedan los recuerdos y la nostalgia, y la semblanza de doña Blanca, la gran matrona del centro de Armenia, para ella recuerdo y admiración desde donde nos esté viendo”.

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