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Cultura  |  16 julio de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Lo que no borró el desierto

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Y nadie borrará algo después de este testimonio increíble de Diana López Zuleta. Leer este libro de la página 1 a la 371 es como vivir un dolor intenso en cada página, en cada instante, en el recorrido que Diana hace…

Es una historia plagada de dolor, alegrías, tristezas, llanto, desesperación, fuerza, autoestima, motivación. Una niña que tiene 10 años, sueña, ríe, vibra, vive. No quiere sino sentir que la vida es bella. Tiene un gran amor y es su padre. Tiene un gigante al que siempre ve como alguien muy especial y único.

Es el amor infantil de una niña que quiere celebrar el cumpleaños de su padre por todo lo alto, con lo mejor, una fiesta increíble, grande, como si no hubiese en la tierra otra persona sino él. Es su sueño.

Y ese sueño se trunca, cuando a él, lo matan, lo asesinan. Y el asesino va a su casa, da el pésame, carga el ataúd, se muestra como un “amigo incondicional” de la familia. Pero era el asesino.

Porque Diana, durante todo el relato, lo busca, intenta confrontarlo, se esfuerza, quiere dejar de ser la tímida niña que siempre fue y desea convertirse en la mujer que anhela mostrarle al mundo de qué es capaz. Quiere decirle al mundo que en su tierra el miedo es el que domina a la gente. Que todos tienen miedo de hablar.

Todos defienden, no a la víctima, sino al victimario. Y es cuando Diana sigue su lucha, su guerra, se arma de valor, de ese que de pequeña no tuvo, pero que ahora, gracias a su carrera y a sus charlas con personas que saben cómo guiarla, le ayudan a seguir adelante para que termine de desenmascarar no solo al asesino de su padre, sino de muchas personas.

Diana López Zuleta, gracias por darnos a conocer la importancia del periodismo. Porque sus consultas, sus idas, venidas, visitas, grabaciones, entrevistas, documentos lograron entrelazar una historia que vale la pena difundir y que muchos conozcan.

Gracias por mostrarnos todo lo que duele la violencia en una región que es como existe en Colombia toda.

Leer ese libro es como si leyera otra historia de Colombia, una historia repleta de crímenes y de demonios disfrazados de personas. Es lo que muestra Diana en el libro. Un libro que hace derramar lágrimas, como si se perteneciera a esas familias que quedan sin padres o hermanos, familias destrozadas.

Por fin y luego de luchar, hurgar, grabar, entrevistar, logró que el asesino de su padre fuera condenado a 40 años de cárcel.

Gracias, Diana López Zuleta por ese valor y fortaleza para salir adelante y para mostrarnos una realidad que se cubre día a día con otras notas de menor valor.

Gracias por esa insistencia, persistencia y dedicación.

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