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Región  |  01 septiembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Rubiela Tapazco Arenas

La "Hermana Maru", religiosa, profe, ciclista y artista que se desvive por sus alumnos en Montenegro

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Siguiendo los dictados de su corazón y de su vocación María del Consejo Iza Santisteban, se consagró a la vida religiosa en su natal Güicán de la Sierra, llamado también Nuestra Señora de la Candelaria de Güicán, un municipio de Colombia situado en la Provincia de Gutiérrez, en el departamento de Boyacá de donde vino a parar al Quindío.

Esta mujer dedicada a la vida religiosa es conocida como la “hermana Maru”, así la llaman sus alumnos y compañeros de clases en la Institución Educativa Jesús Maestro, en el Municipio de Montegro, Quindío y así la conocen los padres de familia, sus amigos y cercanos, que no solo la admiran por su vocación religiosa y docente, sino también por su talento artístico y por su capacidad para montar en bicicleta y recorrer las carreteras del Quindío como toda una ciclista profesional.

Pertenece a la comunidad de Misioneras del Divino Maestro, en donde su propósito es enseñar a vivir practicándolo diariamente esta Licenciada en Humanidades con especialización en Ética y Maestría en Educación, con los más de 250 jóvenes que impacta en sus clases cada semana.

La hermana Maru, llegó al Quindío hace diez años y desde entonces trabaja en el colegio Jesús Maestro de Montenegro, ubicado a la entrada al municipio viniendo de Armenia, entre los barrios Alaska y Comuneros, donde se educan niños y niñas, desde preescolar hasta el grado 11.

Esta monjita da clases de ética y sociales, enseña artes, cuida a los tres perros del colegio y le queda tiempo para disfrutar de los paisajes del Quindío montada en la cicla, con su uniforme y todos los aditamentos necesarios para la práctica deportiva, así se mantiene bien de salud, mientras piensa en el tour de Francia y reza para que a los colombianos les vaya bien en la competencia, que ahora llama la atención de los amantes a ese deporte en el mundo.

Mientras conversamos, la hermana Maru estuvo pendiente del final de la primera etapa del Tour de Francia y del desempeño de los colombianos, para quienes prendió una vela y rezó oraciones pidiendo por su bienestar a la Inmaculada Concepción y a la Morenita de Güicán, como llaman a la virgen de su pueblo.   

Es una religiosa muy particular, comenta de ciclismo con más propiedad que Goga, nunca se ha comprado un uniforme aunque recorre las carreteras muy bien equipada, gracias a que le han regalado el atuendo para la práctica deportiva y a sus 51 años vive libre, comprendió que la alegría más grande es ser feliz y hacer feliz a los demás.

Este año a la hermana Maru le preocupa la situación de sus alumnos, quienes en la distancia reciben sus clases vía Whatsapp y les entrega las guías, las cuales llenan y mandan las fotos por ese medio, les hace acompañamiento debido a las dificultades que enfrentan por depresión, tristeza, falta de espacio físico en sus casas, violencia intrafamiliar y otros problemas que han incrementado a raíz de la pandemia.

Acompañada por Yira, Brit y Conan, los dos pastores alemanes y el criollo, la hermana Maru da vueltas en bicicleta dentro del colegio cuando se le dificulta salir a las carreteras por Montenegro, planea eventos musicales para sus alumnos y sirve a su comunidad con amor y confianza en la vida, pese al momento que enfrenta la humanidad.  

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