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Columnistas  |  29 septiembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Fernando Jaramillo Botero

¿A TUMBAR MONUMENTOS?

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Fernando Jaramillo Botero

Por Fernando Jaramillo Botero

Con el derribamiento de la escultura a Sebastián de Belalcazar en el morro de Tulcán en Popayán y las reacciones que esto ha generado en el país, se aviva la llama del inconformismo frente a monumentos, estatuas, bustos, murales y todo elemento que represente el pasado próximo o lejano y que recuerde antecedentes bárbaros y violentos en las regiones, en el país y en el mundo. Este fenómeno unido a la lucha de clases, a la brutalidad policiva, a la xenofobia acrecentada en varios países y al vandalismo destructivo se convierte en un buen tema de análisis por los historiadores y sociólogos quienes hoy fijan posiciones y levantan cruzadas para destruir lo que les ofende y conservar lo que les une.

Tema similar se presenta con los símbolos patrios y son motivo de discusión en algunos momentos; ¿quitamos a Panamá del escudo de Colombia? ¿qué hace ese Cóndor ahí? ¿y esa granada que vaina es?, Libertad y Orden? ¿cuál? en un país con libertinaje y desorden absoluto en todos sus estamentos. O cambiamos los nombres de avenidas, calles y plazas o parques como hace 90 años cuando se conmemoró el primer centenario de la muerte del Libertador y se ordenó llamar a todas las plazas principales de los municipios, Plaza de Bolívar. La excepción hoy en Colombia son Pasto donde sus pobladores se negaron, Dosquebradas que no tiene Plaza de Bolívar porque era hasta hace poco un barrio de Pereira, Córdoba en el Quindío y algunas otras poblaciones más.

¿Derribamos al Joe Arroyo de Barranquilla o al de Cartagena, o al Pibe de Santa Marta? o ¿derribamos a Diomedes Díaz el de Valledupar? o ¿a Miguel de Cervantes Saavedra el que está sentado en Cartagena, dizque escribiendo El Quijote de la Mancha, acaso vino a Cartagena? ¿o nos negamos a recibir billetes de 50 mil porque tiene la imagen de García Márquez quien al parecer quería más a México y Cuba que a su natal Aracataca?

Y si miramos el caso del Quindio y de nuestros municipios hoy se critica el monumento a los Fundadores, la Casa Quindiana o la Venus del Café, y peor aún, ¿qué significa ese esquelético pescado en la Calle Real?; y porqué la llamamos Calle Real? Una amiga me pregunta ¿qué hace una morocha libertina cartagenera con zapatos rojos, maquillada con imágenes del Paisaje Cultural Cafetero junto al Palacio de Justicia “Fabio Calderón Botero”, y ¿quién fue ese tal Calderón Botero y porqué su nombre está ahí?

Frente a estas posiciones creo que hay exagerado radicalismo de solo defender lo que a la persona le interesa en el momento, sin ponerse en los zapatos del otro y evaluar y valorar el momento histórico vivido y lo que significó en el pasado próximo o lejano que originó la creación de alguna obra para recordar en un sitio público.

Pero surge la pregunta. ¿Cuáles monumentos vamos a derribar? y cuando les consulté a varias personas esta inquietud, encuentro que el gran problema es que la mayoría no conocen el significado de estas obras, sus padres no se los inculcaron, sus maestros tampoco las conocen y el estado no hace nada para ponerlas en valor, conocerlas y empoderarlas en sus habitantes.

Entonces, ¿Cuáles monumentos vamos a derribar? creo que debemos destruir la ignorancia, derribar la xenofobia y acabar con la desigualdad de clases fortaleciendo el conocimiento de nuestra historia y el significado de cada uno de esos monumentos que representaron hechos relevantes en su momento, algunos para no ser repetidos nunca como las esvásticas hitlerianas y otros para emular como el monumento a la Solidaridad en Cali del maestro Héctor Lombana.

Y para aumentar la discusión, la alcaldesa de Bogotá Claudia López acaba de decir que se construirá un monumento a los 30 años de la firma de paz con el M-19 por valor de cinco mil millones de pesos; ¿qué pensaran las víctimas, los revictimizados y los tresdécadasvictimizados como la familia del magistrado Calderón Botero?

Destaco hoy el recién instalado Monumento a la Fraternidad y la Esperanza Nacional realizado por el maestro Julián Vergara León al ingreso del Túnel de la Línea significando la polidimensionalidad y la pluralidad de nuestras etnias representadas en los 32 departamentos de Colombia. O ese también hay que derribarlo porque ¿Cuál Esperanza Nacional?

Septiembre de 2020

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