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Educación  |  13 octubre de 2020  |  12:59 AM |  Escrito por: Edición web

Amor y ciencia, el legado del Maestro Eliécer Castaño

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Por Carlos Eduardo Urrea Arbeláez

El 19 de julio de 2019, fecha en que exhaló su último aliento el Maestro Eliécer Castaño Marín, apareció publicado en alguna red social una frase anónima que resumía la vida de este gran hombre así: "Solo un genio puede gestar la fórmula perfecta que puede tener un hombre: Amor y Ciencia"

Lamento no poder dar el crédito a quien recogió en unos pocos renglones la esencia Carlomagnista y el manifiesto de la filosofía de Eli, como le decíamos cariñosamente. Pero esta historia comenzó medio siglo atrás, cuando estaba finalizando la década de los sesenta y comenzando la de los setenta, cuando estaba en furor la paz y el amor de los hippies y el mundo estaba dando un vuelco total en materia cultural, por ello los jóvenes de la época fueron estigmatizados como rebeldes y revolucionarios, solo por el hecho de pensar diferente.

Eliécer, a quien me referiré en adelante como mi Maestro, por el respeto y cariño que le tuve, laboraba en ese lejano 1967 como docente de inglés en el reconocido colegio San Luis Rey de propiedad de la comunidad Franciscana, donde ejerció el magisterio por más de ocho años. Sin embargo, renunció al no estar de acuerdo con la decisión del rector de la época de expulsar a un grupo de estudiantes a quienes rotuló peyorativamente como "atarbanes", y ahí en ese momento nació el Colegio Carlomagno, pues el Maestro decidió acoger en la nueva institución a todos esos "atarbanes" y "desadaptados" que no tenían cabida ni en el Colegio Franciscano, ni en ninguna otra institución educativa de la ciudad.

El nacimiento del Carlomagno

En febrero de 1968 con 43 estudiantes distribuidos entre primero y cuarto de bachillerato, comenzó a funcionar un colegio que aún no tenía nombre, pero que marcaría las generaciones venideras de la ciudad milagro de Colombia y que finalmente después de explorar muchos nombres tales como: Colegio Montini, Colegio Moderno o Colegio Cervantes, terminó convirtiéndose en el Colegio Carlomagno o simplemente el "Carlo" como lo llamamos durante muchos años, y es el mismo Maestro en su libro autobiográfico "La Última Clase / Historia de un Maestro", quien justifica el nacimiento del "Carlomagno" así: "Todo lo anterior lo realicé con la fuerza de mi palabra y mi testimonio de vida, avizorando la llegada de tiempos difíciles para los jóvenes, sus familias y la sociedad en general, como resultado de la creciente influencia negativa sobre todo norteamericana. Eran los tiempos de los primeros hippies, del descubrimiento de la marihuana y las drogas sintéticas, de la libertad sin límite alguno del prohibido prohibir como lo proclamaban los jóvenes parisinos precisamente en ese 1968 y del ‘Hagamos el Amor y no la Guerra’. En esa época y en medio de tales circunstancias globales, nació el Carlomagno, con el propósito entre otros muchos de albergar en su seno a todos los niños y jóvenes que deseaban y exigían un cambio en el tradicional modelo educativo en el que ellos no tenían derecho alguno. Siempre quise que en esta nueva institución todos, estudiantes y docentes, pudiesen pensar en voz alta."

Ciencia sí, pero también humanidad

Durante su vida institucional, desde 1968 hasta el 2012, año en que se cerró El Carlomagno, tuvo 4 sedes, muchísimos y destacados deportistas e innumerables reinas, pues para nadie es un secreto que allí estudiaron muchas de las mujeres más lindas de este terruño; pero definitivamente abundaron a lo largo de su historia miles de inigualables e invaluables seres humanos, que pasaron por sus aulas y se formaron ante todo como buenas personas, pues haciendo honor a su eslogan, el Maestro no solo se preocupaba por la ciencia, para él era fundamental el amor y la formación como persona, por encima incluso del mismo conocimiento y creo que el sentido de pertenencia y el amor por su colegio es un sello indeleble de cada ser humano que paso por este claustro.

Desfilaron personajes inolvidables como Wilson Efraín López Gil, profesor de Química y quien al llegar al salón saludaba de una manera particular: "Buenos días manada de marihuaneros y buenonas", pero no era sino un acto de camaradería, porque jamás conocí a una persona más respetuosa e integra que él. También fueron relevantes los 2 Pedros, el manguero y el negro, el primero fue el proveedor de mangos y chontaduros durante muchísimos años y el segundo fue nuestro amigo y compinche, además de ser el hombre de confianza del Maestro Eliécer.

Marinita, simplemente fue nuestra segunda mamá y a fe que sí, porque nos mimaba pero a la vez nos reprendía cuando tenía que hacerlo. El físico Alberto, profesor de profesión, pero hippie de convicción, Toñito Toro que nos hacía sufrir con las planchas de dibujo técnico, Mario Arango y Carlos Roa, amigos incondicionales hasta el día de hoy y la inolvidable Olguita, que nos preguntaba siempre: ¿Que es para ti la vida?

El Maestro

Pero el protagonista de esta historia es indudablemente el Maestro, pues desde que asistí por vez primera a las clases me interesé o mejor me apasione con la literatura universal, pero en especial con los, a mi juicio, mal llamados poetas malditos y se volvió para mí un deleite leer una y otra vez la obra de Paul Verlaine, Esteban Mallarme, Charles Baudelaire y el que más disfruto Arturo Rimbaud; esto sin duda marco mi vida y mi manera de escribir y es así que cuando trato de emular sin ningún éxito a los poetas mentados, termino plasmando tristeza y desesperanza en mis pseudo escritos, pero ello solo corresponden a un género que aprendí a amar con el Maestro Eliecer, por allá en las postrimerías de los alocados años 80s.

Personajes inolvidables

Entre sus bachilleres se destacan muchos y reconocidos profesionales que han ocupado posiciones importantes a nivel local y nacional, tanto en la empresa privada como en el sector público y que no mencionaré porque la lista sería demasiado larga y podría dejar alguno por fuera. También abundaron personajes "exóticos" en el buen sentido de la palabra como Dan Dan Metamorfosis, quien en realidad se llama Francisco Javier Gómez Isaza y quien es quizás uno de los últimos hippies del mundo y que no requiere presentación; también recuerdo del Carlomagno un personaje muy pintoresco de nombre Fidel, cuyo atuendo eran unos Jeans desteñidos, una camiseta negra y unas botas de alpinista con cordones rojos, que se caracterizaba por dar unos alaridos impresionantes en la mitad de las clase y tenía una novia imaginaria que se llamaba Martha a quien le ponía una silla al lado y nadie se podía ni siquiera acercar a ella.

Clases en un vivero

Ni hablar de la fauna y la flora, el Carlomagno era un vivero con salones de clase, vivero que además estaba adornado con hermosos pájaros y guacamayas que hacían que la planta física del colegio pareciera una escena de realismo mágico descrita por el Nobel de la literatura y para rematar recuerdo a Filomena, una perra San Bernardo que tenía su hogar en el colegio y que entraba a todos los salones a recibir clase, le prestaba más atención a los profesores que nosotros mismos, yo diría que en su momento fue la perra más preparada de Armenia.

Indudablemente el premio más grande que recibió el Maestro fue el cariño infinito y gratitud de todos y cada uno de los que fuimos sus discípulos, pero además Eliecer recibió otras distinciones así: Por parte del Departamento del Quindío la Medalla al Mérito Educativo en el año 1979, el Municipio de Armenia le concedió la Orden Cordón de los Fundadores en el año 1984 y la Asociación de Exalumnos del Carlomagno, la Orden Carlomagno en 1993, nuevamente la Gobernación del Quindío, lo distinguió con la Orden al Mérito Cívico en 1993 y en el 2003 la Orden Máximo Docencia.

En el epílogo de su autobiografía y de su vida, el Maestro sentencio: "Sé, además, que otro Carlomagno no se repetirá, aunque tengo la certeza que habrá colegios superiores a él, pero nunca como él". Cómo echamos de menos al inolvidable Carlo y al Maestro Eli, que bueno sería en la actualidad un Colegio donde sea más importante la persona que la lección y el amor que la ciencia.

Maestro un abrazo en la eternidad

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