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Columnistas  |  25 octubre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

VIVIR MI REALIDAD O VIVIR LA REALIDAD

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Faber Bedoya

Por Faber Bedoya Cadena

En estos días hemos construido unas burbujas existenciales, que como contenedores, salvaguardan las vivencias personales del contexto. Afuera, pasan cosas de manera constante, aunque nosotros no las percibamos o nos demos cuenta. Estamos preocupados en construir un mundo que satisfaga mi necesidad de supervivencia.

Un elemento sustancial y excelente base de sustentación, han sido los libros. Reconstruyen épocas, explican hechos de la humanidad y nos sumergen de nuevo en acontecimientos, como si apenas sucedieran. Celebramos por estos días 75 años del fin de la segunda guerra mundial, y el excelente libro “La bailarina de Auschwitz, de Edith Eger”, nos presenta una emocionante historia de valentía y supervivencia, de superación, sobre la capacidad del ser humano para sanar y vencer la adversidad. Que a decir de Desmond Tutu, premio Nobel de la Paz, “es un regalo para la humanidad. Una de esas historias únicas y eternas que nunca quieres terminar de leer y que te cambian la vida para siempre.” Y los libros acompañados de la buena música de la FM 102.1 de la Universidad del Quindío, han creado para nosotros una fortaleza, para sobrellevar los avatares pandémicos.

Este oasis así enunciado, fortalece el espíritu, entrega herramientas emocionales, eleva la energía sexual, y en los rostros se advierte una sonrisa cómplice para enfrentar las duras circunstancias de la vida.

Hay otro grupo muy significativo de personas que se entregaron con todo su ser, a las redes sociales. Hicieron de estos medios sus amigos, interlocutores, compañeros, se identifican con personajes ajenos, de otras latitudes, los siguen. Conversan solas, pero no, están conectadas. Se les ve reír, afligirse, enojarse, regañar, aconsejar. Están al día con los acontecimientos nacionales e internacionales. Los aceptan sin formula de juicio y los repiten. Y quienes participamos de la misma mesa, tenemos, por razones de convivencia, admitirles así, y hasta leer lo que me envió el primo Orlando, y rabiar con lo dijeron del político que ella sigue. Tienen una capacidad de aguante extraordinaria, para permanecer sentadas y pegadas de un celular, hasta tres horas y media diarias en promedio, según las últimas notificaciones del tiempo en pantalla semanal. Es una referencia, faltan datos de otros municipios.

Viéndolas, tan ensimismadas, cabe la pregunta, en esos momentos de entrega total, cómo es el contacto con la realidad circundante. Y cuando se levantan o salen de su encanto, son como desconcertadas. Y lo simpático es que han oído radio, noticias, hacen un crucigrama, responden mensajes. Leen twitters, Instagram, Whatsapp. Todo al mismo tiempo.

Los hay, quienes se volcaron a la televisión y las películas recicladas. Las series que no vimos cuando el agite diario nos lo impedía. Dicen los comerciantes que nunca antes se habían vendido tantos televisores como en los días sin Iva. Y ahora que vienen con Netflix incorporado. Fue un respiro muy grande, el tour de Francia, los partidos de futbol internacional, y recientemente las eliminatorias, al mundial de Katar. Este medio tiene la ventaja que es social por excelencia, no crea distancias, y como en los viejos tiempos, nos reunimos en familia a ver un programa de televisión. Pero miraba para el lado y estaba él o ella, pegado del celular.

Después de una buena película o un buen programa o partido, se renuevan fuerzas, hasta se grita de alegría, se ve el mundo con otros ojos. Porque si el programa es malo para qué se ve.

En la parrilla de programación, existe todavía la radio. Informa, entretiene. Mas lo último que lo primero. Son muchas las personas que lo usan, en especial para dormir, o para oir la programación deportiva. Porque cuando la radio se convierte en “una mezcla extraña de realidad y ficción”, no es seria, ni creíble. La radio llega primero que los otros medios, pero existe una información radial comprometida que le resta confianza a lo que trasmite. En la actualidad oir radio es intrascendente, salvo cuando se escucha música.

Lo necesario es salir de las burbujas existenciales que hemos creado. Para hacer congruente nuestra realidad con la realidad. Ser contemporáneos con ella. Mirar nuestro alrededor. Somos especiales por la medida del servicio prestado. Todos, sin excepción, somos únicos e irrepetibles, porque tenemos una manera de pensar sentir y actuar que nos diferencia de los demás. Se manifiesta en colectivo. Somos seres en construcción, con proyectos de vida. En cualquier etapa que nos encontremos, no podemos permanecer solos. Tú me necesitas, pero yo necesito más de ti.

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