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Columnistas  |  26 noviembre de 2020  |  12:01 AM |  Escrito por: Álvaro Ayala Tamayo

LA MORAL DE MORA

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Álvaro Ayala Tamayo

Por Álvaro Ayala Tamayo

Vergüenza debería darle al general Mora salir a hablar mal del pacto que firmó. Con su decisión de criticar el acuerdo de paz, los colombianos ahora entendemos la razón por la cual nuestra patria sigue descuadernada. La contraparte estaba integrada por delincuentes ventajosos y la función de los que defendían al país era evitar que impusieran todas sus peticiones y exigencias. Olvida Mora Rangel que, el motivo de su elección para representar al glorioso ejército en los diálogos con los malandros de las FARC, es que se trataba de un general hábil. No uno sin principios cuyo único valor es el dinero cobrado por ir a La Habana a abrazarse con los terroristas, narcos y asesinos de miles de civiles, militares y policías. Si está tan arrepentido devuelva el dinero que cobró por el mandado. Consígnelo en la cuenta de la fundación que trabaja por los soldados caídos y heridos en combate. Como oficial apenas fue un gritoncito sin estatura física ni moral.

A los guerrilleros en Cuba los trataba de señores y les hablaba en voz baja. A los soldados en Colombia les vociferaba y a los demás subalternos les daba órdenes sin derecho a la reflexión. En Colombia no es capaz de salir al supermercado sin una nube de escoltas. No por razones de seguridad, sino por pena que lo silben o se vea con los familiares de un soldado víctima y le pidan explicaciones por su traición. Es tanto su afán de dinero que ahora se pone a llorar como guerrillero defenestrado para promocionar el libro que le escribió un amigo. Lamentar como estrategia de marketing para vender un libro es confesar que la vida le dio oportunidades y las desperdició. Con su publicación el único que queda en ridículo es el autor. El tiro y el libro le salieron por la culata. Ya que confiesa su incompetencia está a tiempo que se presente ante una corte marcial para que le inicien un juicio por falta de valor e incumplimiento de sus deberes y obligaciones. Estamos como estamos por lo que usted firmó.

La historia ya dice que uno de los notarios del evento fue Jorge Enrique Mora Rangel. A estas alturas no ha entendido que el presidente Santos y los mismos guerrilleros necesitaban un idiota de alto rango para la foto. Para darle licencia de funcionamiento y legitimidad al circo el mejor payaso era un militar que se dejara utilizar de manera consciente. Su confesión es un mal chiste. A la hora de la cosecha la mata de moras no dio ni una mora. Al oficial de más alto rango le faltó valor civil para defender la patria. Ese era el escenario ideal para no dejar prosperar ese montón de engendros que hoy tienen humillado al país y repletos de garantías a los terroristas. Ningún pacto de paz es malo.

La intención del presidente Santos fue arriesgada y si le hubiera salido bien la estaríamos disfrutando todos los colombianos. Lo primero que salió mal fue poner en el equipo de negociadores a un poco de oportunistas e incompetentes que agendaron sus intereses personales y no lo que necesitaba la comunidad. También contratistas y otros dispuestos a traicionarse a sí mismos. El proceso de paz no se puede destruir. Hay que perfeccionarlo. Como cuota inicial es válido y estamos en la obligación de aportar y ser proactivos. No es tan bueno como dice Santos, ni tan malo como asegura Uribe. Eso sí, no es como lo dice Jorge Enrique Mora Rangel, un general que falló cuando disparó en la guerra y fracasó cuando apuntó a la paz.

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