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Columnistas  |  26 noviembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Néstor Cuervo

LA POLITICA MARMOTA

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Néstor Cuervo

Por Néstor Cuervo L.

En el periódico digital “Las Dos Orillas” apareció, hace pocos días, un diálogo titulado: “¿Para dónde va Sergio Fajardo? Una conversación con Juan Manuel Ospina”, en la que se presenta a Fajardo como “una alternativa frente a la política tradicional” y, “según las encuestas, el líder con mayor favorabilidad del país”. (Ver:https://www.las2orillas.co/siempre-me-he-definido-por-fuera-de-los-extremos/).

Hay “conversaciones”, como ésta, que revelan más que una entrevista a profundidad. A pesar del ambiente coloquial- o por eso- en el que transcurre el “conversatorio, “la alternativa a la política tradicional” queda muy mal parada con sus respuestas. En ellas se observa un hombre ausente de los problemas nacionales e internacionales; evasivos, por fuera del tiempo y del espacio; incoherente, confuso y de una superficialidad intelectual insoportable. Algún columnista del mismo portal se dolía que al leer a Fajardo no podía sacar una sola idea importante.

Tal vez lo único “rescatable” sean las respuestas a su postura “ni de izquierda, ni de derecha”. Allí queda en evidencia su demagogia, el sectarismo disfrazado de lenguaje dulzarrón.

Según Fajardo, su manera de entender la política es con “base en principios y valores”

- ¿Y cuáles son estos principios y valores? Le preguntan.

- Responde: “El respeto…el reconocimiento de las personas, la empatía, la solidaridad para construir la dignidad…contrario a la polarización que piensa que el contrario tiene que desaparecer…”. Aparece aquí en su verdadera dimensión.

¿A quién respeta Fajardo? A sí mismo y a los suyos. El “otro”, el contradictor político que “torea en su propia arena”, es un “extremista”, aunque en ninguna parte diga por qué. Solo atina a descalificarlo porque no calla ante el desastre. Con este contradictor no se hacen alianzas, ni acuerdos…nada. A pesar de que represente a un amplio sector de inconformes. A pesar de que éste los convoque, casi los ruegue. ¿La Razón? No la dice. Pero se sabe. Es excluyente.

Todo el país debe conocer que sus vínculos con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA) delimitan “el reconocimiento…la empatía…para construir la dignidad” de la que habla. Dignidad que se sabe es para gobiernos corporativos, como el de Empresas Públicas de Medellín y el GEA, avalado por el propio Fajardo. Sí, el mismo grupo involucrado en la corrupción del proyecto Hidroituango-cuyos miembros de la Junta Directiva hace negocios con ellos mismos- y su desastre ambiental. Que desdeña a los habitantes de la zona. Que no cumple los mandatos de proteger cementerios de victimas desaparecidas por “falsos positivos” porque tiene relación con ellos.

Nada más parecido, en esta conversación, a una “marmota” que Sergio Fajardo.. Marmota es un término que coloquialmente se usa como sinónimo del que duerme mucho tiempo o se queda dormida con gran facilidad. Su significado se deriva de una característica del mamífero: es nocturno y herbívoro; vive en montes altos y en invierno hiberna en su madriguera.

Fajardo “Vive en montes altos”: “Vengo por origen social, de un mundo privilegiado”, afirma. “En invierno hiberna en su madriguera”: se va a “observar ballenas”, desaparece por largos periodos del escenario político nacional y, surge, cuando el ambiente electoral se agita. No se conoce una sola opinión suya sobre qué se debía hacer ante la inminencia de la pandemia en nuestro país, pero termina “descubriendo”, cuando sale de su estado, que “en condiciones de pandemia las crisis se ha agravado” o que “seguimos hablando de política como si aquí no hubiera ocurrido nada”. ¿Por qué no se arriesgó a opinar en el momento álgido? ¿Dónde estaba, hibernando?

Leer este conversatorio, confirma la percepción de Fajardo como un hombre aperezado mentalmente, somnoliento, cómodo. En sueño permanente, del que despierta a ratos. Que vive en un país que desconoce. Y, como los mamíferos salvajes, su organismo se alerta frente a peligros inminentes, como las propuestas para cambiar el país, las que considera “polarizantes”- echando mano del retruécano de que la izquierda, y la derecha en el poder, son iguales-: “…Hay una gritería de los extremos de una manera violenta”, afirma. Sitúa así, en el mismo plano, la violencia que ejerce la fascista “política de la muerte” desde el poder del Estado con la resistencia y sufrimiento de quienes defiende una “política de la vida”, desde la calle.

Sin embargo, Fajardo es, según las encuestas, el “líder con mayor “favorabilidad en el país”.

¿Estamos condenados, como decía Gabo, a vivir cien años más de soledad?

Armenia, noviembre /2020.

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