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Columnistas  |  27 noviembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Daniel Zarta

AUTORITARISMOS ELECTORALES, ¿QUÉ SERÁ ESO?, VENGA LE CUENTO

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Daniel Zarta

Por Daniel Zarta

Por allá en el 2015 ha pasado tanta cosa que uno cree que cinco años es mucho, y podría serlo, pero a la vez no. Andreas Schedler explica de los regímenes autoritarios lo que leerá a continuación: “Practican el autoritarismo detrás de las fachadas institucionales de la democracia representativa, celebran elecciones multipartidarias violando los principios democráticos de manera sistemática y profunda. En mis palabras, ‘tienen guevo’.

Les explico: son los mandados por los patrones -que pagan su campaña- para que los beneficie descaradamente, comprometiendo gran parte de las decisiones que deben tomarse, por las que deben callarse, manipularse, entre otros, en beneficio de esos pocos, pasándose por la faja a la ley, haciéndole memoria a los invasores como cuando decían “se acata, pero no se cumple” o algo parecido.

Ellos no solo actúan desde lo presidencial, no señores, ellos también lo hacen a su manera desde los departamentos y ciudades. En lo presidencial se ha escrito más de su mediocridad -para ser cortés - que de décadas de historia. En lo local no se escribe mucho ni de manera relevante. En Armenia, Quindío, si señores, la ciudad que amo y a la cual llevan, mínimo, veinte añitos malgobernándola, para ser un cariñito con ellos.

Su autoritarismo se ha disfrazado de mujer pujante y religiosa, de mujer hija del rey, de filósofo académico y “manipulado”, y finalmente de exagresor del filósofo, arrepentido por sus patrocinadores y sus ojitos divinos. Ese autoritarismo es fácil de explicar aquí, en mi tierrita: se reúnen con los directores de algunas entidades públicas, algunos secretarios y directores de despacho, algunos concejales en ejercicio, algunos grandes empresarios contratistas, unos cuantos amigos (muchos guiados por su puestico), algunos medios de comunicación acomodados y algunos “líderes comunales” buscando el diciembre. Finalmente, el billetico de donde sea, con tal que aparezca en las últimas horas por las calles vueltas nada. Ahora sí díganme tibio y de centro, como para no dejar la costumbre de opinar de lo nacional desde las pasiones, pero aquí en el territorio sí se entregan “engañados” a esos autoritaristas regionales.

No dejaré que pase este desahogo sin decir que todos estos anteriormente descritos, son la gran minoría, solo que buscan la manera -todo hay que decirlo- inteligentemente, de manipularnos. Por lo demás, si somos la gran mayoría, empecemos por escucharnos respetuosamente, por salir a las calles creyéndonos que son nuestras; porque las pagamos y porque las recorremos; por usar los parqueaderos y despejar las vías, por poner la basurita en el coco, por sacar al perro y recogerle la mierdita; por leerse algo de noticias locales y meterse a alguna organización social, política, ambiental, cultural de voluntario; para que sepa qué es ser vándalo, para investigar profundamente sobre los políticos que se están lanzando de jetas por su torta y para muchas cosas que debemos cumplir como ciudadanos.

Ya leerán mis apreciaciones sobre la forma en cómo gobiernan los autoritaristas de arriba, pero les voy contando qué generan: mal manejo de la pandemia, desempleo, inseguridad, vías en pésimo estado, corrupción, mala atención en salud, daños ambientales, derroche del dinero público -que es de todos-, entre otros.

Para despedirme, no escribo esto para echar culpas, ni tampoco para caricaturizar lo que hemos vivido como sociedad; lo hago para no olvidar qué ha pasado y cómo volvemos normales los comportamientos insensibles. También, para decirnos: ojo con los pasos cotidianos, no es momento de ver que el tiempo pasa, sin promover y accionar el cambio. Dice Gonzalo Sánchez Gómez, en su libro recomendadísimo “Memorias, subjetividades y política”, en una de sus reflexiones de alguno de sus ensayos ahí plasmados sobre la Pluralidad de sujetos, memorias y tiempos, lo siguiente: “A uno no le acontece olvidar, uno decide olvidar; el olvido no es simplemente una omisión, es una política. Hay una política del olvido, hay una estrategia para el olvido, hay unos recursos, y unos repertorios o astucias para el olvido”. Que se vuelva costumbre repetir: ‘no contaban con nuestra astucia’.

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