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Columnistas  |  28 noviembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Oriana Giraldo

HOY NO LEAN MI COLUMNA

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Oriana Giraldo

Por Oriana Giraldo

Empecé a escribir esta columna por lo menos cuatro veces. El primer tema sobre el que quise escribir fue el de la muerte de Maradona y la forma en la que oscureció el 25 de noviembre, fecha en la que se celebra el día internacional de la No Violencia contra la mujer. Les quería decir que la vida es muy irónica, porque una persona que ha portagonizado tantos escándalos de agresión contra la mujer se murió este día.

Pero los ánimos no me alcanzaron para escirbirla y como afortunadamente el director de El Quindiano me deja escribir sobre lo que yo quiera, les voy a hablar de mi depresión.

Nada está mal en mi vida, salvo mi cabeza. Lo que más me angustia de tener depresión es que la gente me pregunte por qué estoy triste. Mi familia está bien, está sana, no unida, pero bueno, ya puedo vivir con eso. Mi trabajo está bien, tuve un episodio de acoso laboral, pero eso ya pasó. Trabajo en un lugar en el que puedo proponer ideas, trabajo por los municipios que más apoyo necesitan del país; tengo un salario decente y aunque no voy a negar que aspiro a más, es un trabajo que cualquier politólogo envidiaría. Tengo un novio que amo y que me ama; tengo grandes amigas, las de toda la vida; mi mamá me dice que soy hermosa e inteligente (aun cuando eso no es indicio de nada). Pero no me quiero levantar de la cama, quiero estar en pijama y llorar, y la verdad es que no tengo la menor idea del por qué.

Cada día de esta semana me he inventado algo nuevo para estar triste. Exagero cualquier problema por mínimo que sea; al rato, cuando miro en retrospectiva, me doy cuenta de que estoy agrandando todo; por eso, cuando me preguntan por qué estoy triste no sé qué decir. Veo el noticiero y reconozco que hay personas con problemas reales, pero al pensar que yo me pongo trsite por estupideces y por cosas que tienen solución me compadezco de mi misma y sigo en el círculo de la depresión.

Las personas que no se deprimen porque sí nunca van a entender este sentimiento, incluso yo que lo siento tampoco me comprendo. Me he sentido juzgada por las personas que nunca lo han vivido (por mí misma también), esas que dicen: pues ponte feliz, pues sal un rato y se te pasa. No entinden que esto es un círculo extraño y que en medio de la depresión quisiera estar día y noche a oscuras, disfruto de verme sin bañar al espejo y me complazco ahondando en cualqueir problema por mínimo que sea.

Para todos los que se deprimen y lean esta columna (es decir mi hermano Sebas), se las dedico. Si están deprimidos prometo no preguntarles por qué están tristes, si la vida es tan hermosa.

Mañana me arrepentiré de haber escrito y publicado esto, pero al menos, me daré una razón real para deprimirme.

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