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Región  |  01 diciembre de 2020  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

¿Quién se está quedando con las tierras del Eje Cafetero?

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La Comisión de la Verdad realizó el diálogo virtual ‘Conflictos territoriales: una guerra silenciada’, con el fin de reflexionar sobre violencias como el despojo y el desplazamiento que han dejado cerca de 204.000 víctimas en el Eje Cafetero.

¿De quién ha sido históricamente la tierra en el Eje Cafetero? ¿Cuáles han sido los impactos del modelo de desarrollo agroindustrial y extractivista que se ha impuesto allí? ¿Qué tendríamos que hacer como sociedad para que estas violencias no continúen ni se repitan? La territorial Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad realizó el pasado 25 de noviembre el diálogo virtual ‘Conflictos territoriales: una guerra silenciada en el Eje Cafetero’, para reflexionar sobre estas formas de violencia.

Según el Registro Único de Víctimas, entre 1985 y 2020 los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda sumaron 856 víctimas de despojo y 203.506 víctimas de desplazamiento forzado, pero organizaciones de la sociedad civil aseguran que existe un enorme subregistro de estos hechos victimizantes que han atravesado la historia del Eje Cafetero. Esta ha sido una zona estratégica para actores armados ilegales y para el establecimiento de latifundios y megaproyectos, por su abundancia de recursos naturales y su ubicación privilegiada entre Bogotá, Cali y Medellín, y violencias como el desplazamiento y el despojo han sido una constante en esas dinámicas.

Alejandro Valencia, comisionado de la verdad, abrió este conversatorio señalando que el análisis y la comprensión del desplazamiento forzado y el despojo de tierras son prioritarios para la Comisión de la Verdad porque “la tierra uno de los motores centrales de esta guerra que ha vivido el país. Sabemos que todos los conflictos están, de una u otra forma, atravesados por circunstancias territoriales”.

Entre los hitos de la historia reciente del despojo y el desplazamiento en esta región está: la concesión de grandes extensiones de tierra a un grupo de familias de la élite local en el siglo XX, que convirtiendo a los colonos-campesinos en arrendatarios, invasores y productores sin tierra; la expansión de cultivos de café por parte de algunos terratenientes, que despojaron de sus tierras a campesinos e indígenas; la incursión de grupos paramilitares en los años ochenta, adquiriendo grandes extensiones de tierra en alianza con el narcotráfico; y las acciones de las FARC-EP, el EPL, el ELN y sectores del Ejército, que también han causado despojo y desplazamiento. Guillermo Castaño Arcila Martínez, de la Corporación Surcos Comunitarios, llamó la atención sobre el papel que ha ocupado el contrabando de café en esta historia.

“Desde el siglo XIX no ha pasado de manos esta tierra, sino que se ha concentrado en grandes familias que se han convertido en unas elites locales y nacionales”, aseguró Paulo Cesar Giraldo, investigador en asuntos territoriales y ambientales. Eisenhower Zapata, del Movimiento Nacional de Víctimas del Conflicto Armado, recalcó que “la gran acumulación se debe al narcotráfico porque consideraron que el Eje Cafetero era un buen vividero. Hay una connivencia del narcotráfico y las autoridades locales para apoderarse de las tierras”.

Según Michelle Mojica Noreña, investigadora de la Territorial Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad, los conflictos territoriales más recientes están ligados a proyectos minero-energéticos y agroindustriales en manos, principalmente, de multinacionales. Su arribo ha cambiado el uso de la tierra, ha contaminado las fuentes de agua y otros recursos naturales, ha cambiado la tenencia: “Las tierras quedan en manos de extranjeros afectando la soberanía territorial y unas formas de economía tradicional”.

¿Qué hacer frente a este escenario? Paulo Cesar Giraldo señala que es necesario “vetar la extranjerización de tierras, así como la grave concentración de riqueza y recursos”, y habla de la necesidad de “fortalecer los movimientos sociales, socioterritoriales y ambientales por la justicia social y ambiental”. Todos los participantes coincidieron, además, en la urgencia de cumplir con lo pactado en el Acuerdo de Paz, especialmente en el tema de tierras y desarrollo rural.

“Tenemos que entender qué fuimos, qué somos ahora y qué queremos ser”, concluyó Guillermo Castaño.

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