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Columnistas  |  13 enero de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

IDEA Y ACCIÓN

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ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Por: Álvaro Mejía Mejía

Tryon Edwards escribió: «Los pensamientos conducen a un propósito, los propósitos surgen en acción, las acciones forman hábitos, los hábitos deciden el carácter y el carácter fija nuestro destino».

La anterior frase tiene para mí un ejemplo cercano con las obras sociales que inició mi hermano Eduardo, cuando ejerció como sacerdote de la diócesis de Armenia, y que continúa gestionando como laico, a través de la Fundación Hernán Mejía.

Recuerdo que un domingo asistí, como era habitual, a una de las misas que oficiaba en el barrio La Nueva Libertad. En la homilía comentó que cuando él estaba en el seminario, con la ayuda o complicidad de varios compañeros seminaristas, solía entrar a sus cuartos a personas indigentes que no tenían donde dormir. Entonces dijo con una voz entusiasta: “ahora haremos lo mismo, pero a la vista de todos”. A los pocos días inició, con otras personas de buen corazón, la labor de llevarle a los indigentes comida caliente, una vez a la semana. Después, se hizo con mayor periodicidad. Y por último creó el Hogar de Paso para Habitantes de la Calle, que cuenta con una sede maravillosa donde estas personas pueden pernoctar, alimentarse, asearse, relacionarse con otras personas. En una etapa más avanzada se capacitan y trabajan en proyectos productivos y de vida.

Otro día, anunció en una de las misas que se crearía un banco de materiales de construcción para beneficiar a las familias más pobres que resultaron afectadas con el terremoto del año 1989. Al día siguiente vi llegar volquetas, materiales de construcción y profesionales de la ingeniería que se encargarían de brindar el apoyo técnico a las familias para que pudieran reconstruir o reparar sus viviendas. En pocas semanas, el proyecto ya tenía el apoyo de empresas privadas. Se construyó una urbanización gracias a la generosidad de los dueños de la Transportadora Comercial Colombia -TCC- que le brindó un techo a familias pobres y damnificadas con el hecho de la naturaleza.

Esta historia la relato, para resaltar que todo nuevo proyecto inicia con una idea, pero se materializa con acciones concretas que requieren esfuerzo y dedicación.

Hay personas que toda la vida se la pasan generando ideas, pero nunca las materializan. Terminan siendo unos soñadores. Son vistos por los demás como hablantinosos o “botares de corriente”, como se dice coloquialmente.

Ya lo había dicho Jason Harvey: «Los sueños no significan nada si no los sigue la acción». Y Brandon Turner «Tener objetivos es genial, pero no es suficiente. También necesitas acción. Tendrá que levantarse y cambiar el mundo usted mismo, porque nadie más lo hará por usted».

Conocí a algunas de esas personas. Todas hablaban de grandes proyectos, millones de dólares, inversionistas multinacionales, etc. Se sentían multimillonarios y usaban un lenguaje hiperbólico. Ensillaban las bestias antes de traerlas, como se dice por estas tierras.

Es importante dar un paso a la vez. Los italianos dicen chi va piano va sano. Chi va sano va lontano. Hay que parcelar los sueños. Empezar con algo pequeño, para ir creciendo en la medida en que se den las condiciones favorables. Como una cometa. Se le suelta la pita, cuando el viento la hala.

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