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Columnistas  |  17 enero de 2021  |  12:59 AM |  Escrito por: Faber Bedoya

APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA

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Faber Bedoya

Faber Bedoya Cadena

Es requisito indispensable para ejercer cualquier empleo, acreditar experticia en el cargo a desempeñar o con funciones afines. La experiencia propia es un valor personal, tangible. Se mide en años. Desempeño laboral. Ejercicio profesional. Permanencia en un oficio o profesión. Huella dejada a lo largo de la vida útil personal. Siembra de acciones eficaces y eficientes. Procesos desarrollados, productos encontrados. Realizaciones. Evangelios escritos para los jóvenes que nos siguen. Formular paradigmas. Escribir el paso por la vida con letras que permanezcan. “Sembrar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”. Nuestra experiencia personal es muy valiosa. Cada experiencia nos deja un aprendizaje. Se aprende por amor o por dolor. Y de seguro que nadie experimenta por cabeza ajena. Y es valor agregado que legamos a los hijos, y a los nietos. Y dichosos los de bisnietos.

Empecé mi vida laboral como maestro en 1964, en la escuela ciudad Armenia, situada en la antigua plaza de toros la Giralda, en la salida para Calarcá. Soy bachiller académico del Rufino J. Cuervo de Armenia. Cuarenta alumnos, con muy poca diferencia de edad, conmigo. Orientaba todas las materias. Quinto de primaria. Los grupos se completaron como fuera, con tal que empezara a funcionar. Era el programa “Alianza para el progreso” de Kennedy, el cual donó muchas escuelas para el país. Y empecé a dictar clases que se terminaron en diciembre del 2007 cuando me aplicaron lo de retiro forzoso.

Y las experiencias acumuladas en algo más de cuarenta años de magisterio, son invaluables, incalculables. Son un rótulo, un distintivo. Serán mi placa, mi contraseña, con la cual me identificaré ante mi ser superior, para el examen final. Solo tendré que decir, fui maestro. Le contaré que tuve un alumno en primaria que era hijo de doña Tista, la dueña del restaurante a la entrada del caracol en la antigua galería de Armenia, que vendía el mejor caldo de pajarilla que existió durante muchos años en la región. Ella, muy contentica y parrandera, dejaba a sus dos hijos solitos y éramos nosotros los maestros de la escuela, quienes los protegíamos. Fueron muchos los desayunos que les dimos, y ella cuando aparecía, nos recompensaba con suculentos almuerzos. Se llamaba Oscar Aldana. Q.e.p.d. conmigo terminó quinto de primaria. Me lo encontré después en quinto de bachillerato en el Rufino, donde yo había ido a enseñar inglés. Me reconoció. Muy agradecido. Todavía existía doña Tista. Tenía el restaurante. Y fueron, en ese año, muchos los caldos de pajarilla que nos comimos, con mi familia. Me lo encontré después en la universidad del Quindío estudiando ciencias sociales. Excelente estudiante. Terminó y me correspondió el honor de entregarle el diploma de Licenciado. Doña Tista y su hermana lo acompañaron.

Escogió la docencia como su profesión y actividad. Fue un destacado profesor y gran líder sindical. Una vez detenido en el batallón Cisneros de Armenia, por una manifestación de profesores, el dijo que su tutor o el adulto que respondía por él, era este servidor, que yo era su padrino. Del batallón lo saqué dejando mi nombre como respaldo de su buena conducta en adelante. Nunca me defraudó.

Lo más trascendental de la experiencia docente es la oportunidad de ver los cambios de comportamiento y la evolución personal de los estudiantes. Otra experiencia memorable, fue acompañar a los alumnos de la recién fundada facultad de medicina, de la Universidad del Quindío, en su primera clase. En la presentación personal que hizo cada uno y de los profesores. Esta filmado. Los acompañé como asesor pedagógico de la facultad, toda su carrera. Y el día de su graduación les presente el video de la primera clase, en la mitad del programa, y del día que se dictó la última clase. Y cómo cambiamos las personas. La educación transforma a todos los que intervienen en los procesos de enseñanza aprendizaje.

Este reconocimiento a los primeros profesores del programa de Medicina quedó consignado en las memorias del congreso de medicina interna, realizado en Armenia en marzo del 2019.

Nosotros los veteranos, los del 45, son muchas las experiencias en cada campo que hemos acumulado. Por eso nos duele, con dolor físico, ver cómo los jóvenes no aprenden y caen en los mismos errores que otros han caído y siguen cometiendo. Tropiezan con la misma piedra. Personas que acreditan experiencia profesional como administradores y al llegar a los cargos, parece que se obnubilaran con los honores y olvidaran el servicio al cual fueron llamados.

Hacer acopio de las experiencias personales para superarlas, evolucionar profesionalmente, es un ejercicio digno de voluntades grandes. Caer en los mismos errores de los antecesores es signo de mediocridad mental y emocional. Es signo de indignidad para ocupar un cargo.

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