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Columnistas  |  28 enero de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

ENTONCES, ¿CUÁNDO, SEÑOR RUIZ?

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Aldemar Giraldo

Aldemar Giraldo Hoyos

Primero, que en enero; luego, en febrero y ahora que no se sabe cuándo empieza el proceso de vacunación contra el coronavirus; el ministro no asiste a la audiencia pública sobre “la vigilancia y seguimiento al proceso de vacunación contra el COVID-19 en el país”, convocada por distintos congresistas que pedían claridad en temas como la llegada y distribución de los inmunizantes. Días después expresa que no se ha comprometido con alguna fecha para el proceso de inmunización y, posteriormente, se hace el bobo.

O sea, que estamos invitados a una fiesta sin fecha, hora y lugar; esto corresponde a un Plan de Vacunación sin fechas, sin acciones definidas, sin presupuesto, sin detalles de las vacunas negociadas; en pocas palabras, un juego macabro o una burla a los colombianos. No se tienen noticias sobre acuerdos, cláusulas, contrapartidas, fuentes de financiación, criterios técnicos, económicos y sanitarios. Coincide este juego de palabras del Ministerio de Salud con un momento crítico de la pandemia en el cual ha aumentado la incidencia de la enfermedad en forma casi exponencial; ya hay más de cien millones de infectados (100,6) y han muerto 2,1 millones en el mundo; Colombia ha contribuido con 2.055.305 enfermos y 52.523 fallecidos y a las puertas de una tercera ola, posiblemente, con una nueva cepa.

Es hora de tener la vacuna en nuestro país y de haber comenzado el proceso de vacunación; no es un juego de alarmas ni de sospechas; se trata de una realidad que pone en tela de juicio la vida y la estabilidad económica del país. Tuvieron que esperar hasta que se muriese un ministro para empezar a pensar en las víctimas y declarar luto nacional. Está tan grave la situación que se han muerto personas con todos los recursos económicos, humanos y tecnológicos disponibles; ya no se trata de colombianos que no reciben presencia o beneficios de Estado.

Como decía el poeta, “la parca nos rodea”; se están muriendo nuestros vecinos, nuestros familiares, nuestros amigos y conocidos; urge el compromiso de todos para protegernos mutuamente; las medidas de bioseguridad ayudan más de lo que imaginamos y la irresponsabilidad mata más de lo que sabemos. ¿Qué estamos haciendo para proteger nuestra familia? ¿Contamos con el compromiso de los jóvenes o ellos están llevando la muerte a casa? ¿Hay alguna responsabilidad de la comunidad que nos rodea? ¿Qué papel juega la escuela que se asoma por las pantallas de nuestros hijos? ¿Estamos resignados a la incertidumbre o a la inacción? ¿Nos hacemos los de la oreja mocha, creyendo que a nosotros no nos va a tocar? Ya es hora de ponerle el pecho a la brisa y dejar los juegos de las probabilidades. Como decía mi abuela: “Donde esperáis la suerte, viene la muerte”.

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