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Columnistas  |  26 febrero de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Darío Tobón Montoya

AYER Y HOY EN EL TANGO

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Darío Tobón Montoya

Por Darío Tobón Montoya

Rosita la benefactora

 

Rosita Quiroga fue siempre una mujer feliz y afortunada. A pesar de haber nacido en la populosa y pobre barriada de La Boca en Buenos Aires, con sus casitas de latas para los marineros y sus conventillos para los inmigrantes. Sus calles llenas de gente de diversas nacionalidades eran un microcosmos. Pero para ella no existían afugias: su padre era acomodado ya que poseía una flota de vehículos de transporte.

Muy niña inició clases de guitarra con su vecino el gran músico Juan De Dios Filiberto. Un día le preguntó a Filiberto: ¿Cómo debo cantar? Y el respondió: Tal como hablas. Rosita tenía el acento de los boquenses con una particularidad: la forma especial de pronunciar la “s” que en gramática se llama “s-africada” una característica de lenguaje de los genoveses. Esa manera de decir, que motivaba la simpatía de sus admiradores fue lo que la llevó a ser considerada una genuina interprete de modalidad arrabalera. Vocalizaba con la misma cadencia y dejo con que hablaba, prototipo irrepetible de lo arrabalero. Hablaba ceceando. Era considerada la Piaf del arrabal.

Rosa Rodríguez Quiroga de Capiello, con este aristocrático apellido, es la máxima cantante nacida en La Boca. Para muchos la mejor cantora de tangos. La segunda más importante cantante de los inicios de la cancionística femenina (la primera, Azucena Maizani). Según José Gobello, gran historiador y maestro de lunfardo, Rosita se puso a chamuyar morosamente las letras como para que la gente la escuchara con la oreja pegada a la gran flor azul de los gramófonos… comenzó a decir el tango cuando Gardel y Corsini aún lo tenorizaban, cuando la Maizani lo gritaba…

El español Antonio Pau en su libro Música y Poesía del Tango escribe: en la breve etapa de su vida pública, empezó a urdir, sin pretenderlo, su propio misterio. Por timidez no actuaba en público. Nunca cantó en sitios con espectadores… su voz sonaba en la radio, pero su imagen era desconocida…

Nació el 15 de enero de 1901. En La Boca aprendió el lunfardo. De 22 años la contrató la Casa Víctor y se convirtió en la principal figura de esa disquera. Simultáneamente inició sus presentaciones radiales. El matrimonio con el señor Capiello, alto directivo de la Víctor, fue decisivo en su carrera. Su privilegiada posición en la empresa impulsó su carrera y la de otros cantantes.

En el año de 1923 graba su inicial sencillo e inició una corta pero fructífera labor discográfica que continuó hasta 1931. Su carrera de cancionista radial siguió de modo esporádico. Por años, Celedonio Flores solo escribió para ella. Precisamente efectuó la primera grabación eléctrica de la historia de la fonografía argentina con dos tangos de Celedonio, el 1 de marzo de 1926.

En 1952 retorna a la grabación con 4 tangos. Y en 1984, un mes antes de morir, con la guitarra de Aníbal Arias grabó el tango “Campaneando mi pasado” con música de ella y letra de Luis Alposta. Murió el 16 de octubre de 1984.

ROSITA Y EL JAPÓN

En ninguna parte está escrito, pero yo tengo la certeza de que Rosita Quiroga fue la iniciadora del tango-canción en el Imperio Nipón. En el año de 1928 la casa Víctor envió a ese país todas las grabaciones de la Quiroga que causaron un impacto indescriptible. Igual al que tuvieron los discos que llevó de Francia el Barón Megata, que crearon el tango instrumental y bailable. Esos discos de Rosita produjeron un fenómeno particular: el inicio de la preferencia de los japoneses por las voces femeninas sobre las masculinas en el tango. Forzaron a la Víctor para enviar múltiples matrices de los tangos que tenían impresos en esos años.

COMPOSICIONES

Al finalizar sus audiciones radiales, siempre cantaba “Apología Tanguera”, una bien lograda milonga con música de ella y letra de Cadícamo. Fuera de ello es la autora de la música de los tangos “Cartabrava”, “Oíme negro”, “De estirpe porteña” y el ya referido “Campaneando mi pasado”.

LA BENEFACTORA

No todos los favorecidos por la vida retribuyen a sus congéneres los beneficios alcanzados. Pero Rosita fue una excepción. Sin haberlo padecido, sabía de lo duro y amargo que es el inicio de la carrera cantable. Y comenzó a ayudar a noveles artistas. La primera fue Rosita del Carril a quien impulsó grabando 4 temas a dúo con ella. Luego siguió con un olvidado vocalista, Oscar Ugarte. Y la popular cantante radial de los años 20 y 30, Dorita Davis, tuvo su apoyo.

Una consideración aparte merece el caso de Agustín Magaldi. Él llega a Buenos Aires a principios de los años 20, casi simultáneamente con Libertad Lamarque. Los dos, nacidos en Rosario de Santa Fe. Él era un desconocido en la capital. En cambio, Libertad a sus 16 años arribaba con ventajoso contrato firmado. Unos años duró Magaldi sin hallar acomodo. En 1924, con la ayuda de Rosita debuta en Radio Cultura. Admiradora de su voz, convenció a los ejecutivos de la Víctor para grabar 4 temas camperos a dúo con él. Por un año más, actuaron en la radio lo que propició que la fama de Magaldi creciera. Y es así como en 1925 forma con Pedro Noda, por 10 años, el más famoso de los dúos que ha tenido el tango.

No para aquí la labor benéfica de la Quiroga. Gracias a su intercesión, propicia la grabación del primer sencillo de Mercedes Simone en diciembre del año 1927, lo que catapulta su carrera.

PERLAS DE ROSITA

En la cima de la gloria, con la calle llena y expectante, estrenó en el balcón de la casa de La Boca de Juan de Dios Filiberto, él al piano, su tango “Malevaje”.

Rosita no apareció ni en películas ni en escenarios. Pero las ventas de sus grabaciones eran sorprendentes. Entre su residencia y la casa grabadora pasaba el tiempo contemplando su propio mito. Por años la gente se preguntaba acerca de ella. Solo viajó una vez al exterior invitada por los integrantes de una Peña Tanguera japonesa que tenía su nombre.

Armenia, febrero 26 de 2021

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