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Columnistas  |  05 marzo de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

EL DESASTRE BLANCO

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Aldemar Giraldo

Aldemar Giraldo Hoyos

Hace 60 años llegué a la ciudad de Manizales y tuve la oportunidad de enamorarme del Once Caldas; con dificultad entraba al estadio; aprovechaba la puerta de “gorriones” o veía fragmentos de algunos partidos desde la copa de los árboles o las escaleras de la Universidad Nacional. Admiraba los jugadores de la época que se entregaban y dejaban hasta la última gota de sudor en el césped. Imposible olvidar apellidos históricos: Galarza, Mirabelli, Flematti, Antonieta, López, Núñez, Botero, Olmos, etc.; todavía deambula por mi mente la imagen de Pancho Villegas, un señor que mandaba desde la raya con su voz fuerte y tono argentino.

Ese equipo blanco se estrenó en el Palo Grande en 1961; gran coincidencia, debutó contra el Deportivo Pereira y perdió 3 a 1; los “matecañas” ganaron, nuevamente, el pasado lunes, 2 a 0, después de 23 fechas sin conocer el triunfo; no sé por qué el “albo” ha servido para levantar “muertos”; hasta hace varios años el elenco manizaleño enamoraba a la afición por el buen trato a la pelota y su fútbol de fantasía; sus partidos eran, realmente, banquetes de fútbol y fiesta en las graderías.

Por aquello del dinero, los jugadores han llevado en el pecho muchas marcas de productos: licor, pilas, electrodomésticos, comida y más; como si fuera poco, cada vez que ha sobresalido un jugador, inmediatamente se le abre “venta” al mejor postor y se le reemplaza por 3 o 4 de bajo perfil o desconocidos en el “mercado” futbolero; ya no es un equipo, sino una caja menor que favorece a su dueño de turno o accionistas; no representa a la ciudad, sino a sus patrocinadores, a la cadena de televisión que vende los partidos y devuelve favores o, la mayoría de las veces, a la Dimayor.

Cada año se recorta su nómina, siendo difícil responder en la Copa y en la Liga, es decir, no hay jugadores para suplir necesidades; los juveniles, sin experiencia, tienen que ponerle el pecho a la brisa, pues las directivas venden sin proyección, se interesan poco por la afición y el espectáculo. Cualquier comentario de la prensa se considera un ataque y no es raro que el “camionero” amenace con llevarse “su equipo” para otra ciudad, haciendo caso omiso de la historia y las gestas aplaudidas por los seguidores de antes.

Las directivas han aprovechado la pandemia para darle un entierro de tercera al Once caldas; en silencio han sepultado las esperanzas del equipo y sus seguidores; han hecho trueques y negocios útiles para el bolsillo, pero nocivos para el deporte y el espectáculo; tuvieron un técnico perdedor y bocón durante dos años; le dieron la oportunidad de continuar, pero, afortunadamente, sacó la mano. Esta era una oportunidad de oro para contratar un “míster” ganador y de trayectoria; la desaprovecharon y trajeron un entrenador de divisiones inferiores y perdedor, por excelencia.

Da grima ver jugar al Equipo del Alma, sin entusiasmo y sin norte alguno; con mentalidad de perdedor, sin organizadores ni goleadores; si las cosas siguen así, les sugiero, respetuosamente, escoger los jugadores más altos para crear un quinteto de baloncesto que pueda participar en el campeonato interbarrios.

Resumen de la Liga: 9 partidos: uno ganado, 3 empatados y 5 perdidos (6 puntos de 27): 22% de rendimiento. Como decía mi abuela: “Estamos dando lo mejor de nosotros y todavía quedan muchas fechas”.

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