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Editorial  |  16 marzo de 2021  |  12:00 AM

Sin control en bares y discotecas

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Cuando Italia se alista para regresar al confinamiento general por la nueva expansión del coronavirus, en regiones de Colombia, como el Quindío, no se aprende la lección, ni por parte de los gobernantes ni mucho menos de los comerciantes y ciudadanos.

Hay lugares públicos en Armenia y en otros municipios donde existe un estricto cumplimiento de los protocolos de bioseguridad, como en los parques temáticos y en la mayoría de los restaurantes y cafés. Cosa completamente contraria sucede en los bares y discotecas.

EL QUINDIANO hizo un recorrido por varias discotecas del centro de Armenia y comprobó que prácticamente en todas desaparecieron las medidas de bioseguridad. No se exige estrictamente el tapabocas, no hay distanciamiento social, desapareció el gel desinfectante y, una de las peores cosas, no hay nadie para controlar el aforo permitido por las normas expedidas por el gobierno nacional y acogidas por el gobierno municipal, pero sin cumplimiento.

En el Quindío la curva del coronavirus no solo se aplanó, sino que empezó su descenso, y la ocupación de camas UCI con pacientes de coronavirus fluctúa entre el 30 y el 40%. Ese es un esfuerzo grande que ha hecho el personal médico y las autoridades del departamento, como también una gran mayoría de la población. Sin embargo, otro sector ciudadano se ha relajado, se ha descuidado, y ha olvidado que el virus está presente. Y ese sector está especialmente en las discotecas y bares que ahora pueden estar abiertos hasta las dos de la mañana, entre semana, y hasta las tres, los fines de semana y días festivos.

La Policía y la secretaría de Gobierno, acompañados de la secretaría de Salud, deberían de hacer una inspección más regular en estos sitios de gran afluencia de público, para exigir el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad. No decimos que cierren los lugares, sino que se exija el cumplimiento de las normas. Es realmente preocupante ingresar a una discoteca en Armenia y ver en la pista 20 o 30 personas, todas muy juntas, bailando, sin tapabocas. Es incómodo, lo reconocemos, una fiesta y un baile con ese adminículo estorbando para hablar, para cantar, para reír, pero mucho más incómodo será cuando, por esta irresponsabilidad, el virus se expanda.

Nos parece, igualmente, aceptable la apertura de todos los sitios y el inicio de una nueva normalidad, pues la sociedad debe de generar riqueza que, al tiempo, origine ingresos en los ciudadanos para la elemental subsistencia, pero no se pueden exacerbar esas libertades, porque caeríamos, como otras ciudades de Colombia y del mundo, en un rebrote del virus (a pesar del inicio de la vacunación) que provocaría nuevos enfermos y más muertos.

El Quindío superó los 1.000 muertos por cuenta del coronavirus, una cifra casi igual al número de muertos ocurridos en el terremoto de 1999. Contener los muertos por el virus es más fácil que los de una tragedia natural como un terremoto, y no lo estamos haciendo adecuadamente, cuando somos tan laxos con las medidas en sitios de alto contagio como los bares y discotecas.

Nos preguntamos: ¿Dónde están las autoridades municipales de Armenia que ejercen ese control? ¿Será que nos hacemos los de la ‘oreja mocha’ para dejar pasar, dejar hacer? ¿Será que nos importan más los intereses económicos de algunos comerciantes de la diversión nocturna que la salud y la vida de los ciudadanos? El alcalde debe responder estos interrogantes, no con vídeos y audios, y retórica en Facebook e Instagram, sino con acciones de control y estricta exigencia de las medidas de bioseguridad en los sitios mencionados.

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