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Columnistas  |  14 abril de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

La inteligencia retroactiva

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ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Por Álvaro Mejía Mejía

La abogada María del Pilar Molina suele decir: “la inteligencia retroactiva es muy fácil”. Es común escuchar las peroratas de los sabios que pontifican después de ocurridos los hechos. Suelen decir: eso se sabía, era apenas obvio, se veía llegar, lo intuía, ¿cómo no lo advertiste?, me supuse que algo así ocurriría. Otros son aún más fastidiosos: si hubieras hecho tal cosa, debiste pedir consejo, ¿cómo se te ocurrió semejante estulticia?

Conozco una dama que siempre cobra, aunque no lo haya advertido: yo se lo dije, cómo no me hizo caso, usted es un testarudo, lo hiciste por encima de mis recomendaciones, con tal de llevarme la contraria. En la mayoría de los casos no había dicho nada, pero busca presentarse como una profetiza o pitonisa aprovechándose de la preocupación ajena y de las lagunas mentales.

Tiene razón mi amiga María del Pilar. Decir las cosas después de ocurridos los hechos es muy sencillo. Tampoco resulta aconsejable quejarse de algo que ya pasó. ¡Para qué llorar sobre la leche derramada!

Dicen que Aixa, madre de Boabdil, le dijo a su hijo: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”, cuando este entregó a Granada. En El secreto de las tumbas reales nazaríes de Granada, consultable en el enlace www.adurcal.com › guia › lecrin › mondujar › historia, que “Boabdil montó en su caballo, para dirigirse a los feudos que los Reyes Católicos le habían cedido para su disfrute en Adra, y desde el cerro más cercano detuvo su montura. Quiso volver su vista atrás para echar una última mirada a su reino perdido, y desolado, lloró como un niño. A sus espaldas, fue la sultana Aixa, su madre, quien pronunció tan lapidaria frase”.

Cierta vez, en una conferencia dirigida a estudiantes universitarios, escuché al historiador Alberto Bermúdez disertar sobre las ideas de Álvaro Gómez Hurtado, de cuya temática quedan las más importantes obras de su autoría. Recuerdo que con convicción expresaba que Gómez había logrado imponer un pensamiento suyo en el sistema educativo colombiano, que explicó de manera detallada. Un joven que lo escuchaba pidió la palabra y le dijo: - Pero eso no tiene ninguna gracia. Es algo evidente. El doctor Bermúdez le contestó de manera tajante: - Mire, joven, cuando Benjamín Franklin y Nikola Tesla hablaron de la corriente alterna y continua, cambiaron el mundo conocido. Decirlo ahora no tiene ninguna gracia, como usted dice, pero vaya y proponga algo novedoso, a ver si es tan sencillo.

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