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Columnistas  |  19 abril de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Carlos Alberto Garzón

EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL DEL «ROSCÓN»

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Carlos Alberto Garzón

Por Arquitecto Carlos Alberto Garzón Espinel*

  • “La economía del donut” como referente para el ordenamiento territorial.

Kate Raworth, economista inglesa autora del libro “Doughnut Economics” (o en español, “La economía del Donut”) plantea un modelo que busca el crecimiento financiero a la vez que impulsar el bienestar de todos.

Su modelo propone un estilo de vida digno, justo y sostenible, como solución para afrontar la crisis global.

El modelo de la Economía del Donut (o Rosquilla) busca ser una alternativa disruptiva frente la teoría económica clásica imperante. En este texto, me he propuesto el ejercicio de “homologar” dicha teoría o modelo a lo que llamaré “el ordenamiento territorial del roscón”, llevado coloquialmente al contexto colombiano.

En la práctica colombiana, el ordenamiento territorial se suele compartimentar en “dimensiones y atributos”. Este enfoque no contribuye a la lectura integral del modelo de ocupación o de ordenamiento territorial, convirtiéndolo en un aspecto gaseoso, lineal o indeterminado o en exceso complejo dentro del marco legal. Sin embargo, es en este modelo de ordenamiento territorial donde deberían confluir todos los esfuerzos y aportaciones por parte de las políticas públicas, los proyectos, las inversiones, y en general de las acciones públicas y privadas, para lograr que las dinámicas territoriales tiendan a un desarrollo equilibrado: espacial y socialmente equitativo; justo y seguro; económicamente eficiente y ambientalmente sostenible.

  • Un cambio de enfoque necesario para la revisión de los planes de ordenamiento territorial en Colombia

Se aproxima una nueva generación de revisiones de POT en el país, y sigue quedando un manto de duda acerca de su eficacia. Se presupone que los fallos de las primeras versiones se debieron a problemas de falta de información, experiencia y precisión en las leyes. ¿Y qué tal que no fuera sólo esto, sino también otros problemas de fondo que han hecho que pocos entiendan la relevancia del ordenamiento territorial, y que otros se aprovechen de dicha “complejidad normativa” para tomar “atajos” antes que entender o revisar este instrumento para hacerlo más operativo, comprensible y, en últimas, eficaz?

¿Qué apropiación puede tener la población de un tema que es “espeso”, y que en muchas ocasiones ha resultado en la antítesis de los principios de la propia Ley de Desarrollo Territorial: La prevalencia del interés general sobre el particular, el reparto equitativo de cargas y beneficios, la función social y ecológica de la propiedad?

Los planes de ordenamiento territorial municipal (POT) en lugar de facilitar la comprensión del modelo territorial de cada municipio, alimentan su “complejidad” y por tanto la dificultad para medir de su implementación. Esta situación además, no ha permitido la consolidación, operatividad y utilidad de los expedientes municipales. De hecho, cada período de gobierno municipal ha establecido sus propios contenidos y alcances a través de los planes de desarrollo, con proyectos que pueden o no corresponder con los Planes de Ordenamiento, sin una articulación clara con los programas de ejecución de los POT (Si es que éstos lo tienen). Programas que además, en muchos casos, son incipientes o inexistentes.

La propuesta del “ordenamiento territorial del roscón” plantea mirar el modelo de ocupación del territorio estableciendo una zona (el roscón) hacia donde deberían tender a confluir diferentes aspectos que tienen una dinámica territorial propia. Estos aspectos podrían encontrarse en una situación deficitaria, excesiva, o dentro de la franja de lo deseado. Los indicadores adecuados, por ejemplo de Presión, Estado, Respuesta o Modelo, Flujo y Calidad, podrían dar cuenta de la situación respecto del “roscón” (zona social y espacialmente equitativa; justa y segura; económicamente eficiente, ambientalmente sostenible e institucionalmente gobernable).

Así como Kate Raworth nos habla de un mundo en el que cada persona puede llevar una vida con dignidad, oportunidad y comunidad, y “conforme a los medios de nuestro planeta engendrador de vida”, la huella del hombre sobre el territorio y sus excesos pueden estar por fuera de la dona, y su impacto ecológico, o las deficiencias territoriales, ocupando el agujero de la dona (ver imágen).

Dentro de dicha franja o roscón se deben visibilizar los principios del ordenamiento territorial. Es el espacio donde prevalece el interés general, donde hay un adecuado equilibrio y cierre de brechas resultado del reparto equitativo de las cargas y los beneficios, y donde la propiedad cumple a cabalidad su función ecológica y social.

En conclusión, se trataría de conducir los excesos “hacia adentro”, acotándolos al interior de la franja “roscón”, cuyo límite lo define el “techo ecológico” o la afectación a la “Matriz Ecológica”, en temas como:

El consumo de agua; la ocupación dispersa; la fragmentación de la estructura ecológica principal; los desplazamientos y movilidad de la población; la contaminación atmosférica y la emisión de gases de efecto invernadero; el consumo energético; la contaminación de fuentes de agua; la ocupación ineficiente del suelo para actividades económicas; los monocultivos y la contaminación por nitrógeno y fósforo.

Y conducir las deficiencias “hacia afuera”, aumentando las apuestas para que puedan llegar a quedar dentro de la franja roscón, cuyo límite estaría definido por los comportamientos y respuestas sociales e institucionales frente a temas como:

La protección ecológica y del paisaje; las energías renovables; riesgo de desastres; la mezcla de usos; los espacios para las personas; el asociacionismo ambiental; la recuperación de los residuos; la depuración de aguas contaminadas; la gestión y financiación eficiente de operaciones urbano-territoriales; el control urbano/territorial y la participación ciudadana.

El expediente municipal serviría de instrumento a una red autónoma de observatorios municipales y regionales, para el análisis y medición de las dinámicas territoriales. El esquema del “ordenamiento del roscón” sería una especie de tablero de control y concertación de intereses. Estos observatorios, medirían las tendencias y enviarían alertas en cuanto a los excesos y las deficiencias, así como aquello que se encuentra dentro del “roscón” y que es necesario mantener allí. El Plan de Ordenamiento Territorial se enfocaría en “modelar” en cada territorio el escenario proyectado, y la “gestión territorial” se enfocaría en que todas aquellas deficiencias y excesos ingresen al interior del roscón y a impedir que lo que se encuentra dentro, salga de este.

Las características y magnitud del “roscón” deben ser producto de la razonable concertación ambiental, del consenso ciudadano y las soluciones a sus necesidades y problemas, sustentados en criterios técnicos viables, pero visibles y comprensibles para el ciudadano de a pie.

“Simplificar” para hacer comprensible, apropiable y medible la dinámica territorial, es clave para la eficacia de un desarrollo territorial sostenible.

Desde el Laboratorio Ciudad, Territorio, Paisaje y LOCILAB, exploramos en la aplicación práctica de conceptos con diferentes actores del territorio, para una comprensión del ordenamiento y gestión territorial que persiga resultados eficaces y sostenibles.

 

*Magister en Planeamiento Urbano

Consultor en Urbanismo y Ordenamiento Territorial

Co-director del Laboratorio de la Ciudad, el Territorio y el Paisaje

[email protected]

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