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Colombia  |  03 mayo de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

LA LEY “CECILIA” Y LA DESMEMORIA HISTÓRICA EN COLOMBIA

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Gloria Chávez Vásquez

 

“Cinco rasgos la caracterizaron como gran primera dama:

discreción, señorío, reserva, austeridad y voluntad de servicio.”

 

Abdón Espinoza Valderrama (El Tiempo, marzo, 2004)

Es más la tinta, el papel y las palabras en las redes digitales, (sin olvidar los culebrones y las películas) que se han vertido hablando de Pablo Escobar, la droga, los carteles y la violencia guerrillera y paramilitar en Colombia, que de aquellos hombres y mujeres que han entregado su pasión y vida por la patria. Aquellos que de verdad han contribuido a mejorar la naturaleza de nuestra sociedad. Los que, con su ejemplo, han llevado a cabo verdaderas revoluciones, salvando, en lugar de sacrificar vidas. Muchos nombres me vienen a la mente, pero hoy me asombra, particularmente, el olvido en que se tiene sumida a la figura que concibió y dio a luz a una de las instituciones mas valiosas de nuestro país.

Hace ya 17 años, cuando falleció en Bogotá el 2 de marzo del 2004, que Cecilia de la Fuente de Lleras, entró por la puerta grande de la historia del país. No sólo había defendido con empeño la familia colombiana, sino que había construido el tinglado que hoy en día vela por la infancia colombiana: el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. De paso era la madre de una dinastía política, esposa de un presidente de la República, abuela de un vicepresidente (German Vargas lleras), y madre de un economista, politólogo y diplomático, (Carlos Lleras de la Fuente).

En vida recibió los debidos honores: Mujer del año (1969); Gran canciller de la Cruz de Boyacá, la Insignia de Acción Social Femenina otorgada por la Comisión interamericana; medalla al mérito (1988) al celebrarse los 20 años de fundado el ICBF. Hoy en día, sin embargo, la información y datos sobre esta dama, pecan de escasos y es poco lo que de ella prevalece en el camino. Es La convidada de piedra, que nunca fue.

Cecilia de la Fuente nació en Barcelona (1916) España, de padre español y madre colombiana. A los 3 años y en su primer viaje a Colombia, vio arrojar el cuerpo de su madre por la borda del barco, después de que falleciera repentinamente durante la travesía trasatlántica. Manuel, el padre se había quedado en España, así que, asumiendo su crianza y educación, sus tías colombianas la enviaron al Colegio de las señoritas Casas y emplearon un tutor particular. Su amiga de infancia fue Lorencita Villegas, más tarde la esposa de Eduardo Santos, futuro presidente del país (1938 y 1942).

Residenciado en New Jersey, Estados Unidos, el padre de Cecilia envió por ella para que concluyera allí su educación. De regreso a Colombia, la joven conoció a Carlos Lleras Restrepo, abogado y político liberal, con quien contrajo matrimonio el 25 de marzo de 1933. Con él tuvo cuatro hijosː Clemencia, Carlos, Inés y Fernando.

El Bogotazo de 1948 suscitó una guerra fratricida, cuyas secuelas se extendieron a la década de los 50 en Colombia. El 6 de septiembre de 1952, los radicales conservadores, quemaron la residencia de los Lleras cuando celebraban el cumpleaños de su hija, Inés. Ante las violentas amenazas, los Lleras tuvieron que huir del país, sin equipaje alguno y asilarse en México.

Buscando solución a la violencia de los partidos y acabar con la dictadura militar impuesta por Gustavo Rojas Pinilla, Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez, crearon el Frente Nacional (1956). Bajo ese sistema, los lideres de cada partido se postulaban para gobernar al país por cuatro años y al finalizar el mandato, cedían el turno al otro partido. Carlos Lleras Restrepo fue el tercer candidato, después del liberal Lleras Camargo (1958-62) y del conservador Guillermo León Valencia (1962-66).

Como Primera Dama, Cecilia de la Fuente fue valiosa consejera de su esposo y una de las responsables de convertir en realidad, durante su mandato, la plataforma electoral de Lleras Restrepo; en particular las referentes a los derechos y protección de la mujer, la familia y el niño. De ese modo, Cecilia concentró sus esfuerzos en proyectos de largo alcance. Diligente y laboriosa se aplicó a la tarea, con la asistencia jurídica de Darío Echandía, de forjar normas fundamentales para solucionar los problemas crónicos en la sociedad colombiana como la desnutrición, la división e inestabilidad del núcleo familiar, la pérdida de valores y la niñez desvalida.

Asesorada por Echandía y con el apoyo del entonces ministro de Salud, Juan Jacobo Muñoz, y de la directora del Departamento de Asistencia Social, Yolanda Pulecio, presentó el proyecto de ley que fue aprobado el 5 de diciembre de 1968. El presidente Lleras sancionó la ley el 30 de diciembre del mismo año. La "Ley Cecilia" como se conoció, o ley 75 de 1968, sobre la paternidad responsable, hizo posible la creación del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Desde ese momento, Doña Cecilia estructuró, presidió y orientó con dedicación el Instituto, se ocupó de implementar verdaderas soluciones y cubrir las necesidades. Por esa misma época remodeló las sedes presidenciales, el Palacio de San Carlos y Hatogrande. Al término de su labor en la administración de Lleras Restrepo, ya existían centros del Instituto de Bienestar Familiar en Bogotá, Popayán y Cartagena, así como la Casa de la Niña Campesina, en Armenia.

Hoy en día El ICBF cuenta con 213 centros zonales, los cuales son puntos de servicio para atender a la población de todos los municipios de Colombia. Vinculada al Departamento Administrativo para la Prosperidad Social de Colombia, la sede de la Dirección General está ubicada en Bogotá. En la actualidad cerca de 10 millones de colombianos son asistidos por el ICBF. La Ley 7 de 1979 en el Capítulo II, el artículo veinte establece que "El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar tendrá por objeto fortalecer la familia y proteger al menor de edad”. Actualmente esa misión abarca la rehabilitación de los niños de hogares campesinos e indígenas, víctimas de la violencia, el desplazamiento, y el secuestro.

Abdón Espinoza Valderrama, director del periódico El Tiempo, amigo de la familia, ponderó el carácter estoico de Cecilia de la Fuente en un sentido obituario tras el fallecimiento de la gran dama. A pesar de las tragedias en su vida, (había perdido a sus dos hijas, ambas en su juventud y a causa de crueles enfermedades) siempre supo escuchar a los demás. Era conocedora de la economía cafetera y otros temas, predilectos en la carrera de su marido y en su propia vida. Sus posiciones políticas eran claras y bien definidas. Era gran lectora y en su casa abundaban los libros.

Aun a los 92 años, Doña Cecilia, que vivió una década tras la muerte de su marido, era la viva estampa hispánica, plácida, comunicativa y risueña. Cuenta Espinoza Valderrama que “Durante un almuerzo campestre con motivo de la visita de su hijo Fernando y su nuera Margot, residentes en Caracas, estaba lúcida y vital, se deleitaba en el paisaje y le ponía al diálogo alacridad e ingenio. Ni quejas ni acíbares, sino alegría y estoicismo en la bien llevada senectud”.

Y es el veterano periodista quien escribe de ella su mejor epitafio: “En su condición de Primera Dama, obró en todas las ocasiones con ponderación, equilibrio, magnanimidad y buen juicio. Hada madrina, numen y compañera entrañable de Carlos Lleras Restrepo, sus nombres pasan a la historia indisolublemente unidos en la grandeza, en las lides democráticas y en el servicio eficaz a la patria y a sus ideales imprescriptibles”.

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