Desde que se aprobó que Barranquilla sería la sede de varios partidos de la Copa Libertadores, muchas personas se opusieron, alegando que las condiciones sociales por las que atraviesa Colombia no estaban dadas para este tipo de espectáculo.

Desde ese mismo momento varios colectivos de personas se convocaron por redes sociales para tratar de impedir el juego.

Sin embargo, el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, dio a conocer, que el partido se jugaba y que la Administración Distrital garantizaba la seguridad para que el cotejo entre Júnior y River Plate se disputara en el estadio Romelio Martínez.

Como en efecto de se hizo, los protestantes, pese a la presencia del Esmad, que los dispersó lejos del escenario, siguieron manifestándose, provocando que la fuerza pública lanzara bombas lacrimógenas, cuyo humo fue llevado por el viento hasta dentro del escenario, lo que provocó que el encuentro se detuviera por unos minutos.

El partido se jugó. Júnior y River Plate empataron 1-1. Pero el costo que dejó para la ciudad fue grande. Porque Barranquilla fue tendencia nacional e internacional por la información que se transmitía por las redes.

Los manifestantes, tras no lograr su objetivo de detener el encuentro, salieron a marchar por otros sitios de la ciudad, creando el caos en la ciudadanía.

En la previa y durante los primeros 45 minutos del juego se escuchaban los estruendos de lo que estaba ocurriendo a solo un par de cuadras del Romelio Martínez, un hecho que el técnico de River Plate, Marcelo Gallardo, calificó como una “situación anormal”.

“Uno no se puede abstraer de lo que está pasando. No es normal venir a jugar un partido de fútbol en una situación tan inestable. No fue normal la previa ni tampoco el partido, los que estuvieron presentes tienen que decir que el partido se jugó con humo de gases lacrimógenos”, señaló.

“El resultado termina siendo justo, pero no deja de ser anecdótico, uno no se va contento por las condiciones en las que tuvimos que jugar hoy”, resaltó el estratega argentino.

Después de este espectáculo, y el vivido en Pereira, donde el juego entre Atlético Nacional y Nacional de Uruguay tuvo que aplazarse por una hora, debido a que el cuadro visitante manifestó que no había las condiciones de seguridad, podría costarle al país la realización de la Copa América.

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