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Cultura  |  07 junio de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Edición web

Un tipo voló en la marcha de ayer

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Por Flaco Jiménez

Fue en el semáforo del parque Fundadores. Parecía uno de esos hombres que aprovechan la marcha para el rebusque como los vendedores de Vive100, de tapabocas, de buñuelos, de bareta y de banderas de Colombia.

Señoras y señores, gritó con voz de trueno que opacó hasta los gritos verracos contra Uribe y sus paracos. Después me contaron, los que estaban más cerca del tipo, que llevaba un micrófono camuflado, de esos de diadema que usan en televisión.

Mucha atención que voy a hacer un truco que aprendí en un cuento de Las mil y una noches.

Este truco se llama levitación y lo practican todos los días los faquires de la India. Claro que debe ser en un sitio tranquilo, pero la necesidad tiene cara de faquir y como hoy yo estoy aquí, pues lo voy a hacer aquí y lo voy a hacer ahora mismo, pues lo importante es el aquí y el ahora como dijo el sabio Buda y su señora la mujer barbuda.

Era flacuchento el hombre como Sabina, con sombrero negro de bombín igual que Joaquín. Tenía pelo largo y barba rizada, no usaba tapabocas, ni camisa y se le veían todas las costillas. Tendió en el suelo la estera vieja que traía debajo del brazo, se sentó en posición flor de iraca, la flor verraca y se concentró en la respiración.

El que conozca este truco quédese calladito no me dañe el mercado. Ojo vivo: Nada por aquí, nada por allá, nada en los bolsillos porque no tengo bolsillos, nada en el estómago porque no he desayunado, pero no es por falta de plata sino porque quiero estar liviano para levantar el vuelo.

Miren mi ombligo como sube y baja, dijo. Voy a dejar que los pensamientos y las preocupaciones pasen por mi mente como pasan los peces en un acuario. Ojo vivo, miren bien, que aquel que menos mira, menos ve. Voy a despegar a la una, voy a despegar a las dos y voy a despegar a las tres.

Suavemente se levantó la alfombra con el faquir encima a una altura como de diez metros para que lo pudieran ver todos los de la marcha y los policías que venían detrás de la marcha y los automóviles que venían detrás de la Policía.

Cuando ya tenía la atención de todos, se paró en la alfombra, y dijo que la catedral se veía como un cagajón de caballo y nosotros nos veíamos como hormiguitas y que Chipre era el barrio más alto de la clase media-baja y La Francia, el barrio más bajo de la clase media-alta.

Un gritó de espanto salió de las gargantas cuando el faquir trató de espantar dos gallinazos de una patada y cayó por el borde de la alfombra, pero logró agarrarse de los flecos y volvió a treparse con agilidad y abrió los brazos como Cristo y entonces se hizo el silencio absoluto, tan raro en una ciudad a las doce del día y todos escuchamos su voz casi profética diciendo que ya estaba divisando la selva del Chocó.

Atención que no veo policías, ni edificios, ni carreteras decía, como transmitiendo el giro de Italia, solo veo árboles como brócolis gigantes y ríos como venas de barro, veo el oxígeno y la malaria, veo los micos y las parrandas. Allá soportan tormentas y aquí sufrimos tormentos. Oigo cantar los sinzontes y zumbar a los zancudos. Allá impera el mar Pacifico y acá manda el más violento…

De pronto bajó del cielo como un rayo y antes de que cambiara el semáforo, recogió la alfombra, se quitó el sombrero y dijo: Señoras y señores voy a pasar a recoger una colaboracioncita.

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