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Cultura  |  29 diciembre de 2017  |  12:43 AM |  Escrito por: Robinson Castañeda

Crónica: Reminiscencias

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Crónica: Reminicencias

Esta crónica hace parte del proyecto nostalgia a partir de imágenes. Una iniciativa de la tertulia literaria Café y Letras Renata.

Por: Juan Carlos Jaramillo:

El porqué de esta foto, está basado en recuerdos placenteros. Por ejemplo aquel año de 1.973 en que fue tomada, cuando entré a segundo de primaria en el colegio San José, de los hermanos Maristas, una Institución donde por mi mentalidad abierta y mi buena disposición, sobre salí en el estudio. Los niños jugábamos en el patio del colegio a los carruseles, al columpio o a los mosqueteros. También me recuerda esta foto la época de la finca, donde llegaba a estar dos meses de vacaciones.

Hoy reconozco que no fue el ambiente propicio para mí, pues yo era el único niño hombre y de mi edad, por lo que años más tarde disfruté solo las tardes soleadas. Cómo me gustaba caminar a través de esos paisajes en los límites entre el Valle y el Quindío, caminar bellos potreros y acariciar los animales, los perros que salían conmigo a disfrutar lo que más admiraba que eran las noches estrelladas.

También evoco la niñez de mi barrio “los Álamos”, donde jugábamos al ritmo de los triciclos, patinetas, carros de pedal y balineras. En las navidades, el ruido de los voladores, sirenas, papeletas, globos y sobre todo recuerdo un gran plan al frente de la casa donde llegaban las ciudades de hierro, los gitanos, las revistas del ejército o las llegadas de helicópteros.

También me llega a la memoria el primer carro que mi padre compró, una camioneta Mercury modelo 59, en la que los días viernes nos sacaba a pasear por diferentes sitios, como la avenida Bolívar.

Mi madre nos ayuda en las lecciones del colegio y en lo más difícil mi padre. En la casa había un patio donde teníamos loros, una perra, gatos y un mico que un día se nos perdió, cuando fui a la tienda, por lo cual recibí tremenda pela de mi padre. Inolvidables los sábados con el primer televisor de la casa, pues eran tardes entretenidas con la programación de entonces.

Me gustaban las sirenas de los bomberos y los aviones que hacía con papel. De vez en cuando íbamos al aeropuerto a ver la revista aérea y ya después vino la afición por la música cuando escuché por primera vez el pasillo “pescador lucero y río”, y la danza “Libia”, de Luis A Calvo, con las que luego inicié una buena colección que aún conservo.

Antes de vivir en el barrio, en la otra casa, mi hermana y yo nos perdimos y pusimos la familia en acción hasta que después de un tiempo nos encontraron en un bus que salía para Bogotá.

Pero en fin, que son muchas las evocaciones que me quedan por consignar aquí, puesto que esta es solo una parte de mi vida. Gracias a Dios por tan bellos regalos.

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