A las 8:00 de la mañana Dora Gutiérrez (nombre cambiado por solicitud de la persona), una vendedora de chance de 55 años, acudió al punto de vacunación contra el Covid-19 dispuesto en el área de atención de la EPS Sura en el segundo piso del Mocawa en Armenia.

Al llegar allí se encontró con una fila un poco menos voluminosa de las que por estos días se han visto en puntos como el de la Universidad del Quindío, donde hay las largas filas para recibir el biológico por primera vez.

Dora, quien portaba su uniforme y un aparato electrónico para vender chance, recibió una de las fichas que una de las enfermeras de la EPS entrega para aquellos que, de manera virtual, no lograron agendar una cita porque hacerlo por internet se volvió algo más tormentoso que hacer la fila por largas horas.

Con la misma paciencia que tienen sus clientes para alguna vez tener un golpe de suerte y ganarse el chance, Dora decidió esperar pues aunque una familiar la estuvo persuadiendo de no vacunarse por los supuestos riesgos y efectos secundarios que esto conlleva, decidió darle la oportunidad a la vacuna no solo para cuidarse ella sino a sus seres queridos.

Mientras espera la mujer comenta que dos allegados suyos fueron vacunados y días después se enfermaron, pero que aún así es importante acceder al biológico porque no todos los cuerpos tienen la misma reacción. En medio de la fila de más de 80 personas sobresalen muchos jóvenes que en esta tercera fase de la vacuna pueden acceder a ella por tener coomorbilidades o pertenecer a uno de los segmentos de la población priorizados.

Particularmente y mientras espera Dora logra que varias personas le compren chance, esto hace que su espera valga la pena, pues ya le avisó a su jefe que está en la fila para ser vacunada y el hecho de estar dándole uso al aparato con el que trabaja en las calles de Armenia le da un “chance” de seguir esperando.

En la fila se escucha toda clase de comentarios, desde el padre y jefe del hogar que por su adicción a los casinos se contagió y llevó el virus a toda su familia, hasta los que cuentan su experiencia con la enfermedad, sus síntomas y esto hace que muchos se llenen de valor y esperen la oportunidad de alcanzar su segunda dosis.

Finalmente y tras ser llamada entre un grupo de seis personas, Dora logra ingresar y acceder a la vacuna Pfizer por primera vez, 15 minutos después sale con cara de satisfacción y algo de temor por haber logrado ser inmunizada, en 21 días tendrá que volver a enfrentarse con la larga fila para su segunda dosis, al menos por hoy sí tuvo el chance de ser vacunada.