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Editorial  |  25 septiembre de 2017  |  12:00 AM

Urbanizar la ciudad con sensatez

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Hay que reclamar sensatez frente a los acontecimientos que han movido las informaciones relacionadas con el Plan de Ordenamiento Territorial de Armenia, la decisión de un juez de suspender provisionalmente dos de los artículos de esta herramienta técnica, la posición de la Procuraduría y la de los constructores.

Lo primero que tenemos que decir es que la ciudad no se puede parar, que las obras, tanto públicas como de los urbanizadores privados, deben seguir, siempre y cuando no violen la normatividad vigente. Lo que está sucediendo no es malo, no es dañino, como injustamente se dijo en un panfleto que circuló en las redes sociales, enlodando al procurador de Tierras y al director seccional de Fiscalías.

Es saludable para la ciudad que nos sacudan, que algunos ciudadanos lo suficientemente conscientes y conocedores de la ley y la protección ambiental nos hagan caer en la cuenta de los errores que hemos cometido, no para enjuiciarnos ni para dañarles los negocios a los constructores, a los curadores o a funcionarios de Planeación, sino para que entremos en la reflexión, en la discusión y asumamos las equivocaciones, para enderezar el camino en bien de todos.

Lo que dijo el Juzgado Primero Administrativo Oral del Circuito
no fue otra cosa que aceptar los argumentos de un ciudadano en el sentido de que existe un decreto nacional que no fue tenido en cuenta por el concejo municipal de Armenia cuando aprobó el POT, pues esta última herramienta solo dejó 15 metros de distancia, a lado y lado, de retiro de las fuentes de agua, mientras que el decreto aludido habla de 30 metros de retiro. Y esos 30 metros de retiro de las fuentes de agua, aplica tanto para la construcción de edificaciones, como para obras públicas como andenes, calles, muros de contención, etc. La decisión es provisional y parcial, en la medida en que la sentencia de fondo aún no se conoce.

El problema es que la expedición de licencias por parte de la curaduría queda frenada, hasta tanto no se resuelva el asunto. Sin embargo, es bueno aclarar que las que ya se expidieron y las construcciones que están en curso no pueden pararse, pues tanto el Acuerdo del Concejo que contiene el POT, como las licencias expedidas hasta la fecha, gozan de la presunción de legalidad y mantienen su vigencia.

Tiene razón el demandante y también la tiene el procurador de Tierras, que alude a un interés colectivo, hace una defensa del interés común, en este caso del Paisaje Cultural Cafetero. Por eso no es aceptable que algunos dirigentes gremiales de la construcción digan que hay incertidumbre y que ni siquiera hay normas que rijan el Paisaje Cultural Cafetero. No tiene que existir necesariamente una norma para defender un paisaje, más allá de la conciencia de cada uno, pues a nadie se le impide tumbar una casa antigua de arquitectura del siglo XIX, como acaba de caer la famosa fonda de Puerto Espejo, elemento cultural del ese paisaje, o como va a caer la hermosísima casa de las mismas condiciones donde existe el vivero de la carrera 19 norte, frente a las nuevas instalaciones de la cadena de mercados Súper Inter. Debería de existir una norma que detuviera estos atentados contra el patrimonio cultural, pero no la hay.

Lo que sí es claro es la norma de defensa del agua, que está contenida en el uso de suelos del POT, equivocada, como han dicho el ciudadano demandante y el procurador de Tierras, pero existe. Y debe corregirse, porque se trata de la protección del agua y de los relictos boscosos. Ya bastante tenemos con que no existan colectores de las aguas residuales ni suficientes plantas de descontaminación de las mismas.

En esta sana discusión quienes ganarán mucho más son los constructores, porque podrán ofrecer con tranquilidad, dignidad y gallardía, lo que más se vende en Armenia y el Quindío: paisaje. Deberían de ser ellos los más interesados en defender ese paisaje, pues sus apartamentos y casas se venden por él. No hay en Armenia y el Quindío ningún constructor que promueva la venta de sus inmuebles por fuera de esta premisa: el Paisaje Cultural Cafetero.

Ahora que se están haciendo ajustes al POT, debería asumirse sin ambages, sin pretextos, sin tacañería, el retiro de 30 metros de las fuentes hídricas, cualquiera que esta sea, como también de las pendientes más agudas, en aras de defender el paisaje, pero también la vida silvestre y la del ser humano como tal.

Estamos en el momento de los acuerdos, del diálogo, de la comprensión y respeto de los más elementales derechos del hombre y la naturaleza, acojámoslos en pro de la convivencia pacífica en nuestra sociedad local.

 

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