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Columnistas  |  15 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Cuyabro, armenio o armenita

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ÁLVARO MEJÍA MEJÍA

Por: Álvaro Mejía Mejía

El alcalde Ríos, no oriundo de Armenia, de manera arbitraria ha querido acuñar el apodo “cuyabro”, como supuesto gentilicio de los que sí nacimos en la capital del Quindío.

Getilicio, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua viene del latín gentilicius, que pertenece a una misma nación o a un mismo linaje. Su primera acepción es Dicho de un adjetivo o de un sustantivo: Que denota relación con un lugar geográfico.

Sobre este aspecto escribió Miguel Ángel Rojas, el 29 de julio de 2011, en el Diario la Crónica, lo siguiente: El gentilicio fue durante muchos años el mismo de los naturales de la antiguo región del Cáucaso, el país de Europa con límites en Asia, es decir, armenio o armenia, según el sexo del nacido en esta tierra. Pero en el 2006, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi publicó el Diccionario de Gentilicios de Colombia y promulgó el de armenita para los oriundos de Armenia, la capital del departamento del Quindío.

En artículo anterior este columnista dijo que la discusión se centra en si el gentilicio correcto es armenio o armenita, porque la publicación del IGAC no tiene carácter normativo y, mucho menos, sustituye al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Comencemos reiterando, para salir de lo baladí, que “cuyabro” nunca ha sido un gentilicio de los nacidos en la ciudad de Armenia. Entonces, ¿cuál es origen de este remoquete fastidioso? Cuenta don Alfonso Valencia Zapata (q.e.p.d.), en su obra Quindío Histórico, editorial Quingráficas, carta de José Joaquín Barco a la Junta del Bicentenario, que un día en que se encontraban reunidas varias personas para definir aspectos propios de la fundación, y una vez concluida dicha faena, los asistentes brindaron con aguardiente en alegre celebración, y como se incorporara a la reunión José Herrera portando una jiquerada de las cuyabras que se daban silvestres en la región, Ezequiel Murillo le ofreció un trago al tiempo que le tomaba de la mano y en voz alta decía: “Esto se llama Coyabro”, lo que por ser de aceptación de todos sirvió de nombre provisional al caserío, el que el siguiente 30 de noviembre se nominó definitivamente Armenia -por preferencia al del Villa Holguín-, que era el nombre con que se conocía el predio donde se fundó el pueblo.

Lo anterior, no significa que los nacidos en Armenia podamos ser llamados “cuyabros”, porque ese fue un nombre provisional, escogido cuando ni siquiera existía un caserío. Apenas se habían adquirido y repartido los lotes entre los fundadores, gracias a la iniciativa y magnificencia de don Jesús María Ocampo.

También explica, en el artículo citado, Miguel Ángel Rojas: El apodo proviene de una discusión, ‘pelea’ entre los calarqueños y los armenitas, que solo en los últimos cuarenta años ha cesado. Según el historiador Jhon Jaramillo Ramírez, de la Academia de Historia del Quindío, este mote es obra de los calarqueños. Ellos llamaron así a los que habitaban en la recién fundada villa de Armenia, donde abundaba la cuyabra, como una forma de responder (desquitarse) al mote que les habían puesto los de Armenia a los calarqueños: charrascaleños, pues decían que las tierras de Calarcá no eran sino charrascales. Lo cierto es que entre los dos pueblos se cuenta una historia de fuertes discusiones.

Lo anterior es tan cierto, que la fundación de Armenia se debió, precisamente, como lo explica Alberto Bermúdez Gallo en su obra Historias de un pueblo rebelde, “porque los calarqueños se habían comprometido a participar en la construcción de un puente sobre el río Quindío, obra que era necesaria para facilitar el traslado de los colonos de la región de Armenia con el fin de abastecer del mercado y los productos de primera necesidad, los que una vez fundada Calarcá allí solían adquirir por ser lugar inmediato y menos alejado de Salento, aldea distante a un día de jornada por trocha abrupta y azarosa.” En un principio, nos explica Bermúdez, “los calarqueños habían aceptado la invitación de Tigreros, quien había convocado a los colonos del sector y dispuesto unos materiales de construcción para un “convite”. Pero ante la ausencia de los calarqueños, “Tigreros montó en cólera y anunció que compraría un terreno para edificar una fonda que abasteciera de víveres a los moradores”.

Esa discordia también se hizo evidente en la campaña de creación del departamento, cuando los calarqueños, al ver que la Villa del Cacique no sería la capital de la nueva entidad territorial, prefirieron oponerse a esa gesta generacional.

“Cuyabro” fue un apodo ofensivo y no dice nada sobre nuestra Armenia y sus habitantes, toda vez que esas matas no abundan como en otros tiempos, de hecho, resulta extraño verlas por estas tierras.

Le digo al alcalde y a sus turiferarios que cada vez que ustedes se llenan la boca diciendo “cuyabros” están incurriendo en grave error. Esa repetición estulta, solo muestra falta de cultura y respeto a nuestra verdadera identidad.

Ahora, sobre si lo correcto es armenio o armenita quiero decir que yo me había decantado por la última palabra en aras de atenerme a lo publicado por el IGAC. Con ese pensamiento en un reciente escrito que el gramático y crítico literario, Jaime Hoyos Forero, publicó sobre mi obra poética, cometí el error de cambiarle la palabra “armenios” por “armenitas”. El maestro Hoyos, como el purista del idioma que es, inmediatamente, me escribió: “Armenio, como lo muestra el Diccionario de la Lengua Española trae, entre otras, estas acepciones: 1. Adj. Natural de Armenia, país de Asia. 2. Adj. Natural de Armenia antigua región del Cáucaso. 3. Adj. Perteneciente o relativo a Armenia o a los armenios. 4. Adj. Perteneciente o relativo al armenia (lengua). Léxico armenio.” El Diccionario de la Lengua Española no se refiere a los pueblos o ciudades que tengan el mismo nombre, pero armenio termina siendo un término genérico que los abarca a todos, pues no existe otro diferente en esa obra. Armenita no es una palabra aprobada por este diccionario oficial de la lengua castellana. Pienso, agrega el maestro Hoyos Forero, que la expresión utilizada por el IGAC no es suficiente, mientras no sea aprobada por la Real Academia de la Lengua Española e incluida al menos en el diccionario de americanismos. Generalmente los gentilicios tienen dos terminaciones, una para cada género (español, a; armenio, a; bogotano, a; mientras que armenita sería igual para el masculino y el femenino, cosa no muy común en los gentilicios.”

Valentina Macías en un artículo de La Crónica del Quindío ya había manifestado su desacuerdo con el término acuñado por el IGAC, con la siguiente opinión: Personajes ilustres como el doctor Luis Fernando Ramírez Echeverri y Jorge Arango Mejía, vinculados, desde siempre, con nuestra ciudad. Hombres cívicos por excelencia, querendones de todo lo que signifique amor por la ciudad, labor social, engrandecimiento de nuestros valores y tradiciones, no podían permanecer indiferentes con este disparate. Jorge Arango Mejía, en sus columnas tituladas "Un plagio y un gentilicio" y "La cultura sí importa", se identificó con Luis Fernando Ramírez, quien en ese momento fungía como concejal de Armenia y había presentado ante el concejo municipal un proyecto de acuerdo para adoptar o reconocer como gentilicio de los nacidos en la capital del Quindío, el término de armenio (singular) armenios (plural).

Agregó, en ese artículo, la ilustre dama que el ciudadano Eduardo Konsalián, armenio de la Armenia del Cáucaso, residente en Buenos Aires, le escribió a Jorge Arango Mejía, y en una parte de su texto afirmaba que “Armenita le sonaba a un mineral como la kriptonita”. Estaba él muy cerca de la verdad. Armenita es el nombre de una roca mineral o piedra, del grupo de los silicatos, de color azul con tendencia al verde que se usa como joya o piedra de tallar gemas. En este mineral se fabricó una imagen muy milagrosa de Cristo en la cruz, denominado Cristo de Villaseca en Guanajuato.

También, se llama Armenita, una iglesia caída en ruinas después de la progresión del islam en Turquía, que fue bombardeada.

Dicho lo anterior, y mientras la RAE no lo modifique, el gentilicio de los nacidos en Armenia, Quindío; Armenia, Antioquia (Mantequilla) y Armenia, Asia es “ARMENIO” y no ARMENITA. Mis disculpas al maestro Jaime Hoyos Forero.

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