Aldemar Giraldo Hoyos

Desde la antigüedad se interesaron por definir el verbo, se metieron en tremendas discusiones desde diferentes puntos de vista; inicialmente, los griegos, luego, los latinos, hasta llegar a lingüistas modernos y contemporáneos. Con todo el respeto que me merecen Platón, Aristóteles, Dionisio de Tracia, Varrón, Donato, Prisciano, Consentio, Villatón, Nebrija, Robles, Bello, Gili Gaya, Guillaume, Martinet, Benveniste y muchos otros y con el permiso de filólogos y lingüistas de mucho peso, me quedo con las siguientes:

1.“Verbo es una parte de la oración que denota estado, acción o pasión, casi siempre, con expresión de tiempo y de persona” (RAE).

2.“Los verbos son unas formas especiales del lenguaje con las que pensamos la realidad como un comportamiento del sujeto” (Alonso y Henríquez Ureña).

Las anteriores me las metieron en la cabeza, me las hicieron aprender de memoria, las recité frente al tablero, hasta que años después, logré entenderlas y me son útiles ahora que pienso en la realidad social y política que vivimos; la lengua castellana tiene sus reglas y vericuetos, pero es dinámica y responde al contexto y la realidad; no se imaginaban los Académicos (con mayúscula) que un día cualquiera nos iba a invadir el mundo virtual, asido a la tecnología y pariendo palabras que antes pudieron ser esperpentos y expresiones estrambóticas o extravagantes, sin embargo, ya hacen fila en el diccionario; tampoco cayeron en la cuenta de que el uso se vuelve costumbre y que el mismo pueblo podría engendrar palabras con fuerza y vida, haciendo caso omiso de las reglas lingüísticas, pero, adaptándolas a sus necesidades y experiencias. Tremenda cosecha la que nos entrega el momento político de Colombia.

Hay nuevas semillas de verbos que denotan acción y pasión con las cuales pensamos la realidad como comportamientos de nuestros “representantes”; traigo a colación la caricatura de Thumor en la edición dominical del Espectador (12 de septiembre): “Abudinear, Duquear, Pastranear, Uribear, Samperear, Gaviriar, Carrasquillear, los verbos que tienen sumido a este país en la inmunda”. Don Robinson Díaz enuncia algunos nombres de verbos (infinitivos) que ocasionan sufrimiento, angustia y dolor a los colombianos, pero se le quedan muchos por fuera y que ocasionan igual o mayor daño: Petrear, Charear, Palomear, Zuluaguear, Cabalear, Vargasear, etc. Ya algunos infinitivos tienen significado específico y propio, por ejemplo: Abudinear: robar; Duquear: mentir y malgastar; Pastranear: acusar, mentir; Uribear: herir, atomizar, polarizar, guerrear; Carrasquillear: imponer, mentir, falsear; Palomear: gritar, acusar; Cabalear: mentir, errar, acusar. Entre todos debemos conseguir la aceptación de estos verbos en el diccionario de la lengua española, pues por sí solos constituyen una radiografía de los politiqueros de nuestra tierra. Como decía mi abuela: “Cuando no se elige al más animal de todos, parece que no es realmente democracia”.