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Columnistas  |  16 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: María Nelly Vanegas Agudelo

EL MUNDO GIRA AL REVES

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María Nelly Vanegas Agudelo

María Nelly Vanegas Agudelo

El mundo parece hoy, con todo lo que vive, como si la sombra del pensamiento Kafkiano lo cubriera. Pareciera que las pasiones se desbordaron y el hombre, a pesar de todos los adelantos y avances tecnológicos y científicos, se siente acorralado cual Gregorio Samsa, por las presiones, el odio, la indiferencia, la falta de amor y la soledad.

Aterra lo que sucede tanto a nivel mundial como en el territorio. Hobbes a través de una metáfora nos muestra el animal salvaje que el hombre lleva por dentro y como este actúa frente al otro.

Aunque nos aterre, somos capaces de realizar monstruosidades contra nuestros semejantes. Observamos que a pesar de que la naturaleza trata de darnos una lección, los conflictos, matanzas, asesinatos, están a la orden del día dándose cada vez con más atrocidad.

En Colombia, lejos de aprovechar la belleza de la naturaleza que el universo nos regaló y con ella toda la maravilla que produce la diversidad y que debería estar canalizada hacia la creatividad, aumentan asesinatos, atentados, secuestros, tráfico de personas, desplazamientos, atracos y según reportaban las autoridades en esta semana, no son simples, roban y hieren o matan por robar y lo hacen con una ferocidad inusual.

Así entonces, como en el Leviatán el estado natural del hombre lo lleva a una lucha continua contra su prójimo, a la destrucción del otro para obtener lo que desea.

En El Malestar en la Cultura, Freud nos dice que el hombre es agresivo y esta agresividad no la dirige hacia la defensa sino hacia el ataque. De manera que para contrarrestar la crueldad de unos contra otros, la cultura propicia mecanismos que contengan esa fuerza destructora cuyo poder es mayor que el de la razón.

Desafortunadamente la cultura, por un exceso de libertades que terminaron rayando en el libertinaje ya que se fundamentaron solo en el individuo ignorando que este forma parte de una sociedad y que debe por lo tanto mantenerse el bien común para que se pueda proteger el bien individual, exacerbó los instintos a los que ella misma les ponía un freno a través de la ley.

La cultura perdió su rumbo y creó ella misma un monstruo insaciable de deseos volviendo a los individuos débiles, con mal manejo de la frustración con una marcada tendencia al facilismo, incapaces de pensar en el otro.

Franz Kafka, judío nacido en Praga en tiempos del Imperio austrohúngaro, describe de manera muy simbólica la existencia humana, los conflictos inherentes a la misma, representando magistralmente sus pasiones.

Capaz de profundizar sobre las transformaciones del hombre, utilizó la metáfora, recorriendo todos los laberintos del pensamiento, conformados por las dudas existenciales, las culpas y la rebeldía, que según él son producto de las injusticias de la sociedad.

Deja ver el inconformismo del hombre a través de unos personajes como Gregorio Samsa en la Metamorfosis, obra considerada por muchos como la más importante, a través de la cual, mediante la transformación de este en un desagradable insecto, retrata la mutación de un sujeto al que la situación familiar frustra y contra la cual él se rebela.

Nos muestra cómo el aislamiento lleva a los individuos a convertirse en seres tristes, que pierden la esperanza y las ganas de vivir; aspecto este que sirve de base para consideraciones sobre el aumento del suicidio en nuestro país.

Nos habla de lo injusta de la justicia en El Proceso, cuyo personaje Josef K, mejor conocido como el señor K, es convertido en un autómata, sin derecho a pensar, que es conducido por una justicia irracional y falta de humanidad. En nuestro país además esta se corrompió.

El Castillo, menos conocido que La Metamorfosis, aunque inconclusa, fue considerada por muchos la obra cumbre; en ella Kafka describe, una sociedad mezquina que se organiza en torno a la sumisión hipócrita al poder. Aspectos estos que en la realidad vemos, en forma más acentuada hoy día en el país, donde la gente cambia el voto por dádivas y luego permanece arrodillada frente a quienes ellos mismos le han dado el poder.

Los protagonistas de las obras de Kafka se enfrentan a un mundo difícil basado en reglas desconocidas, paradójicas y a veces incuestionables. Colombia con un estado más caótico que la misma sociedad, confunde cada vez más al ciudadano, en lugar de dirigirlo y orientarlo hacia el bien común.

Los protagonistas de Kafka dibujan la vida del hombre moderno, solitaria, competitiva y superflua en El Castillo, el novelista nos muestra el estado permanente de frustración del ser humano. Hoy día el consumismo ha hecho de la vida que otrora fuera apacible en comunidades solidarias, grandes ciudades donde lo más atractivo son los centros comerciales invitando a consumir lo que sea, no importa si es útil o no.

Lo anterior lleva a que el ciudadano se haya convertido como en los personajes de Kafka, en seres desvalidos y desorientados, con un sentido absurdo de la vida.

En la Carta al Padre, nos muestra el impacto de la figura paterna en el desarrollo del ser humano, de su psiquismo; aspecto este que se ha desdibujado con la modernidad, en donde los padres dejaron de cumplir su rol: el del anclaje como diría Lacan, pero en palabras más sencillas, la ley, es decir favorecer la entrada al mundo social con el cumplimiento de las normas.

Y es que las instituciones cambiaron; la familiar, se ha ido desdibujando presionada e influenciada por la económica, cambiando los roles familiares dejando a los hijos sin el soporte de las figuras parentales, al no ser participantes y actuantes en la vida familiar

La pregunta que surge es: qué pasó con las instituciones que son las encargadas de constituir el tejido de la vida social, hacer posible el pensamiento ordenado y de imponer, a las actividades humanas una forma y una consistencia?

Las instituciones necesitan ajustarse permanentemente debido al carácter conflictivo de la historia. Ellas son mecanismos de orden social y cooperación que gobiernan las acciones de los individuos en relación con su entorno y deben actuar unidas no como ruedas sueltas.

Las instituciones no se acomodan a situaciones o experiencias individuales; tienen la particularidad de que se constituyen y experimentan como “externas” a los individuos y en ese sentido, tienen un papel constreñidor, incluso coercitivo, más allá de nuestras voluntades y deseos.

Talcott Parsons, sostiene, que en toda sociedad existe un sistema coherente de actitudes basadas en valores. Específicamente las instituciones tienen como función “la regulación de la acción de tal forma que mantenga la conformidad relativa con los valores comunes últimos de la comunidad”.

La modernidad trajo una serie de cambios, y sucedió como en los trasteos, que se desechaba todo para estrenar en la casa nueva. Con ello se dejó de lado lo importante para entrar en lo banal.

El cambio de valores, las nuevas costumbres, instituciones aisladas, fueron configurando una sociedad que perdió su rumbo y que por demás no encuentra cómo contener a individuos ávidos de deseos.

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