Por Felipe Andrés Martínez Vera

A pesar de que la Policía constantemente anuncia haber desarticulado estructuras delincuenciales y reporta que se ha reducido el número de casos de delitos como el hurto a personas, la ciudadanía se siente insegura y las redes sociales están llenas de reportes de situaciones que respaldan esta sensación. Parece que las autoridades y las personas del común vivieran en dos universos paralelos.

La Policía Nacional emite sus reportes a partir de la información que reposa en el SIEDCO -Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo-. La mayoría de los delitos (el homicidio es una de las pocas excepciones) solo son registrados en este sistema de información y tenidos cuenta en la estadística delictiva cuando un ciudadano interpone una denuncia. No basta con llamar al cuadrante y que este acuda al sitio para atender la situación. Así pues, los reportes de la Policía muestran el número de denuncias recibidas y no necesariamente la totalidad de los hechos delictivos ocurridos.

La diferencia entre el número de delitos que realmente ocurrieron y aquellos que fueron denunciados es lo que se conoce como la criminalidad oculta o encubierta. Esta diferencia entre lo que realmente sucede y lo que queda registrado en las bases de datos oficiales puede deberse a desconocimiento de los mecanismos para interponer una denuncia, dificultades o demoras para llevar a cabo este procedimiento, desconfianza en las autoridades o una combinación de estos y otros factores. En la última medición realizada por el Observatorio Social del Delito, en julio de 2019, se encontró que en el departamento solo se denuncian el 36,4% de los delitos ocurridos en el departamento; es de decir, 2 de cada 3 delitos permanecían ocultos para las autoridades y las administraciones.

Teniendo claro lo anterior, y en procura de una gestión integral de la seguridad, es necesario que en la ciudad y el Departamento se realicen estudios de victimización y percepción de seguridad, y que estos sean tenidos en cuenta por los responsables de estos temas. La encuesta de percepción 2021 del programa Armenia Cómo Vamos muestra que el 57% de los habitantes de la ciudad se sienten inseguros en ella, el 18% no se sienten ni seguros ni inseguros y el 25% se sienten seguros. Adicionalmente revela que el 37% de los armenios fue víctima de un delito en el último año. Desafortunadamente en esta oportunidad no se midió la criminalidad oculta.

Lograr que todos nos sintamos seguros requiere que la Policía, la Fiscalía, el Ejército y los gobiernos dejen de escudarse en la reducción del número de denuncias recibidas y escuchen la percepción y las sensaciones de la ciudadanía. Que se deje a un lado el populismo punitivo de crear nuevos tipos penales y endurecer las penas, maximizar los recursos y los esfuerzos para identificar a los responsables de los delitos y sancionarlos. Que se limen asperezas y se genere cercanía entre la ciudadanía, la fuerza pública y los organismos de seguridad. Y todo esto solo es posible si los alcaldes y gobernadores asumen de manera real y activa su rol como jefes de Policía y responsables de la seguridad y el orden público en sus territorios.