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Columnistas  |  22 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Armando Rodríguez Jaramillo

LOS COLORES DE LA INNOVACIÓN

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Armando Rodríguez Jaramillo

Por Armando Rodríguez Jaramillo

En el último Índice de Departamental de Innovación para Colombia (IDIC 2020), publicado por el Departamento Nacional de Planeación en mayo pasado, el Quindío aparece de octavo con un puntaje de 40 sobre cien, lo que nos dice que, si bien se ocupa un puesto relativamente alto, el puntaje, que es lo que al final importa, está de la mitad hacia abajo. El IDIC, que contiene 102 variables, debe servir para comprender que la ciencia, la tecnología y la innovación están estrechamente relacionadas con el desarrollo y la calidad de vida, y que sería conveniente reflexionar sobre los tipos de innovación que predominan en el departamento.

El profesor Xavier Ferrás de ESADE Barcelona y Madrid en el artículo Innovación Azul (La Vanguardia - Barcelona, 22-08-2020) referencia cuatro tipos básicos de innovación que los representa por colores. Ferrás señala que el primero corresponde a la innovación roja que es de bajo retorno y baja complejidad. Es innovación incremental, simple mejora continua. Se trata de competir en mercados saturados (océanos rojos) para sobrevivir haciendo más con menos. Es innovación necesaria, pero insuficiente en el mediano plazo porque no genera un verdadero crecimiento económico agregado.

El segundo es la innovación dorada, que es de retornos rápidos y elevados, pero también de baja complejidad. Es una innovación guiada por las oportunidades de mercado. Parte de ideas ingeniosas, sencillas de experimentar y de escalar. Ferrás pone de ejemplo a Airbnb, Tripadvisor, Uber, Ikea o McDonalds (Rappy entraría en esta categoría). Es el campo de juego de los modelos de negocio basados en plataformas, comercio electrónico y digitalización, allí están la mayoría de startup y los capitales de riesgo en busca de su unicornio (empresas tecnológicas que alcanzan un valor de 1.000 millones de dólares sin estar en bolsa). Es una innovación muy interesante para los inversionistas y el sistema financiero.

El tercer tipo es la innovación blanca que está dirigida por la ciencia. Es una innovación altruista, de alta complejidad que no espera un retorno económico inmediato, pero que es imprescindible para el progreso a largo plazo. Precisa de investigación en ciencias básicas para entender las leyes físicas y de la naturaleza. Ferrás dice que la innovación blanca es la consecuencia de largas y pacientes inversiones públicas en investigación.

Por último, está la innovación azul, que se basa en el conocimiento científico convertido en tecnología. Es la más interesante y estratégica, la de mayor impacto económico y social, aquélla que genera crecimiento y empleo de calidad. Es innovación de alta complejidad que da lugar a productos, servicios e industrias con elevados retornos económicos y sociales. Se origina por la introducción en el mercado de nuevas tecnologías creando océanos azules libres de competidores. En esta categoría están el internet, la telefonía celular, las energías limpias y la industria 4.0. Son tecnologías que originan grandes campos de riqueza con el potencial de generar prosperidad, empleo, crecimiento económico y ventajas competitivas sostenibles.

Colores y conclusiones

Me atrevería a decir que en la región tenemos mucho más de innovación roja con empresas comprometidas en el mejoramiento continuo y empresarios pensando en la eficiencia; que empezamos a transitar humildemente por los caminos de la innovación dorada con emprendimientos valiosos que avanzan en ganar capacidad de atraer inversiones en capital de riesgo; que somos precarios en la innovación blanca pues requerimos de más investigadores y recursos para las universidades y grupos de investigación; y que tenemos poco o nada de innovación azul pues no contamos con la capacidad para hacerla ni con el capital para financiarla en razón a que los fondos privados prefieren las innovaciones rojas y doradas, mientras que los recursos públicos, escasos por demás, se van a la innovación blanca.

Es evidente que estamos en mora de formular e implementar una política pública para impulsar y consolidar un sistema departamental de innovación. Es necesario decidir si seguimos concentrados en la innovación roja, si unimos capacidades humanas, económicas y logísticas para crear sinergias y lograr resultados en innovación dorada, si incrementamos el número de investigadores y aumentamos la inversión pública y privada en innovación blanca o si empezamos a gatear por la senda de la innovación azul. Los países y regiones punteros y las organizaciones líderes han entendido que la innovación azul es el campo de juego de la disrupción tecnológica basada en sectores estratégicos donde se define quiénes son líderes y quiénes seguidores.

En esto está la clave, y entre más tiempo demoren los gobernantes locales, los dirigentes gremiales y empresariales, las universidades y la sociedad en general en tomar la decisión de transitar por los caminos de la innovación, más se ampliará la brecha en calidad de vida con otras regiones. Sin duda que éste es un desafío de enorme complejidad, pero de alta rentabilidad social.

Armando Rodríguez Jaramillo

[email protected] / @arj_opina

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