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Columnistas  |  25 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Felipe Martínez

LA MORAL Y LAS BUENAS COSTUMBRES, FUENTES DE EXCLUSIÓN Y DISCRIMINACIÓN

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Felipe Martínez

Por Felipe Andrés Martínez Vera

Los llamados jean day -días en los que los estudiantes pueden utilizar ropa común y no el uniforme del colegio- se han vuelto algo frecuente en las instituciones educativas. Teniendo en cuenta que el artículo 16 de la Constitución Política establece que “Todas las personas tienen el derecho al libre desarrollo de la personalidad sin más limitaciones que las que imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”, es lógico suponer que en estos días cada estudiante podrá escoger su vestuario libremente.

Sin embargo, los colegios están imponiendo el pudor, la moral y las buenas costumbres sobre los derechos fundamentales que nos otorga la carta magna. Hace unos días se desarrolló en uno de los colegios del departamento un jean day, al cual los estudiantes no pudieron asistir con el vestuario que ellos querían. El día anterior, una de las profesoras pasó por cada uno de los salones advirtiendo a las estudiantes que para el jean day no podrían utilizar falda. Lo más curioso y contradictorio de todo es que en ese momento ella portaba una de esas prendas.

Durante el jean day, un grupo de estudiantes hombres quisieron utilizar falda en lugar de pantalones. Inmediatamente el colegio les dijo que no podían hacerlo y que debían volver a ponerse sus pantalones. Cuando los estudiantes preguntaron el porqué, la respuesta fue que ese no era el espacio, el momento ni el lugar adecuado. ¿Cómo una persona, o un pequeño grupo de personas, puede decidir cuál es el momento, el espacio y el lugar adecuado para que alguien exprese lo que siente?

Al final los jóvenes lograron resumir en la siguiente frase la actuación del colegio y de la sociedad en general: respetamos la homosexualidad, pero lejos de acá. Lo peor de todo es que esta misma lógica rige el actuar de muchas personas frente a los pobres, los negros, los indígenas y muchos otros grupos poblacionales. Esta forma de pensar ha llevado a que un grupo, que se considera moralmente superior, discrimine y excluya a quienes no se acogen a lo que ellos han determinado como la única forma correcta de sentir, pensar y actuar. Lógicas similares sustentaba el nazismo y fascismo.

Aunque en los tiempos recientes no se han visto fenómenos de la magnitud del nazismo y el fascismo, la discriminación y exclusión siguen afectando la dignidad de millones de personas que no se sienten cómodas en el molde que la sociedad les impone a través de la moral y las buenas costumbres. Una persona que es discriminada y excluida, libra diariamente una lucha consigo mismo por ajustarse a lo que la sociedad le exige, pero esa lucha solo le genera ansiedad, miedo, ira y desesperanza. Su naturaleza permanece intacta.

Así pues, el sistema educativo debería dar ejemplo de real respeto, valoración e inclusión de todas las formas de diversidad, en lugar de continuar promoviendo la discriminación y la exclusión.

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