• JUEVES,  18 ABRIL DE 2024

Columnistas  |  25 septiembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Jacobo Giraldo

MÁSCARAS DE CARTÓN

0 Comentarios


Jacobo Giraldo

Jacobo Giraldo Bedoya

Tengo un amigo al que le dicen UsNavy, pero solo de sobrenombre. Tuve otro, del que no volví a saber nada, al que le decían Walter Tubérculo y otro al que le decían Mao-ricio, por sus rasgos achinados. Otros amigos me contaron que ahora hay un músico que se hace llamar Byron Maiden. Muy bueno, me dicen. Lo voy a escuchar.

Algunos piensan que los nombres son solo algo exterior, pero algo que, al fin y al cabo, termina por importarnos mucho. Recuerdo lo que decía el capitán Ahab, en Moby Dick: “Todos los objetos visibles, amigo mío, no son sino máscaras de cartón. Pero en cada acontecimiento, en el acto vivo, en la acción resuelta, algo desconocido, pero siempre razonable proyecta sus rasgos tras la máscara que no razona. ¡Y si el hombre quiere golpear, ha de golpear sobre la máscara! ¿Cómo puede salir el prisionero, si no atraviesa el muro?”

Hay nombres que nos empujan a hacer o pensar algo. Unos muy bellos, como Cielo o Luz o Sol; otros, desconcertantes, como Heroína o Noema. No sé muy bien por qué, pero hay gente, la Registraduría dice que en número considerable, que se propone ampliar la gama de sensaciones que nos pueden producir cuando escuchamos un nombre. Líbrese quien pueda, de risas incontenibles ante personas respetables, por la sola escucha de sus nombres.

Por supuesto, estos efectos indeseables o cómicos que producen ciertos nombres no se limitan a ninguna frontera geográfica. No hace mucho salió una noticia, según la cual habría muerto William Shakespeare, en Gran Bretaña, a pesar de haber sido vacunado con Pfizer. Se dice, en múltiples sitios de la red, que este William había sido el primer hombre vacunado contra el coronavirus en su país. De este hombre, de nombre magnífico, no sabemos qué relación tuvo con el fantasma de su padre; para Hamlet, sabemos, fue capital.

¿Ser o no ser? Es difícil escapar a la influencia de nuestros padres; eso parece haber entendido la Registraduría de nuestro país cuando afirmó que los funcionarios se pueden oponer a registrar ciertos nombres que por su contenido ofensivo o negativo pudieran atentar contra la dignidad o la libertad de los menores.

En muchos países existen medidas así. En España, por ejemplo, no es posible llamarse Judas o Caín. En Alemania no se permiten los nombres Osama Bin Laden o Hitler,mientras que en Panamá, según la información que flota por la web, hay un periodista cuyo nombre (Hitler) no le impidió ser una buena persona o lograr viajar a la propia Alemania. Hasta la fecha de escritura de este texto no se sabe si pudo entrar a Israel alguna vez y es comprensible.

Saber qué nombres prohíbe un país, nos da un vistazo rápido sobre su forma de ser. Reino Unido prohíbe los nombres Martian (marciano) o Monkey (mono); México prohíbe Cesárea, Escroto; Francia, Nutella, Manhattan, Mini Cooper; Estados Unidos, King (rey), Queen (reina), Judge (juez).

Con el tiempo desaparecerán los Jesucristo Hitler Paracelso Zeppelin, Batman Roberto, Deportivo Independiente Medellín; también, los Facebook o Disneylandia; y nuestra diversión, tal vez un poco insana al escucharlos, no podrá hacerlos perdurar. Hay que madurar.

PUBLICIDAD

Otras Opiniones

Comenta este artículo

©2024 elquindiano.com todos los derechos reservados
Diseño y Desarrollo: logo Rhiss.net