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Columnistas  |  05 diciembre de 2021  |  12:00 AM |  Escrito por: Agostino Abate Pbro.

EL CONSUMISMO DE LA “SANTA” NAVIDAD

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Agostino Abate Pbro.

Por Agostino Abate

La fiesta de la Navidad (25 de diciembre), en lugar de ser el dies natalis Solis) invicti, (día natalicio del Sol invencible) se volvió la apoteosis del consumismo. Esa fiesta ligada simbólicamente a un fenómeno astral, el solsticio de invierno, dónde la luz del sol comienza paulatinamente a vencer a la oscuridad, tuvo origen en la antigua Roma donde se celebraba como fiesta del dios sol. Más tarde fue declarada por los cristianos el día del cumpleaños de Jesús, Sol de justicia. Se trató de un acto de inculturación muy común al comienzo del cristianismo.

Apoteosis del consumismo decía, porque los días alrededor de la Navidad son días en los cuales los pobres intentan imitar a los ricos en gastar, víctimas de las propagandas publicitarias que usan el método de la persuasión oculta para convencer a los pobres que hay artículos no necesarios que se vuelven imprescindibles en diciembre.

El historiador Tucídides, ateniense, que vivió en el siglo 5 A.C. ya afirmaba (Historias, I. 143, 5): “no son las cosas que adquieren a los hombres sino son los hombres que adquieren las cosas” Esta es una afirmación anti consumista por excelencia dirigida a los que convencen a las personas a venderse a las cosas.

Más aplicable en cada diciembre cuando la publicidad y la tradición buscan convencer a comprar sin control, con motivo de la Navidad, aun sabiendo que las semanas siguientes todo costará menos.

Vivir la Navidad consiste a menudo, por lo tanto, en obedecer a las órdenes perentorias o subliminales de la publicidad que quisieran transformarnos a todos en una horda primitiva que camina bajo la idiotez imparable del gasto inútil porque los medios de comunicación así lo imponen.

Con razón el cineasta Pier Paolo Pasolini hace años afirmaba que la televisión estaba llevando nuestra civilización hacia el “genocidio cultural”.  

Siguiendo una hipotética visión de un importante personaje navideño podríamos imaginar un ejemplo de ese genocidio cultural más o menos así:

“Era un sueño, cuenta María de Nazaret, que se refería al cumpleaños de mi hijo Jesús, cumpleaños que acontece el 25 de diciembre.

La gente se preparaba para ese cumpleaños durante semanas: habían adornado las casas y comprado nuevos vestidos.

Habían ido a los centros comerciales y a los supermercados varias veces, comprando muchos regalos. Pero lo que parecía muy raro era que aquellos regalos no eran para mi hijo.

Envolvían los regalos en maravillosos pliegos de papel y los amarraban con lindas cintas y los ponían por debajo de un árbol. Si, bajo de un árbol en sus propias casas. Y adornaban el árbol. Las ramas estaban llenas de tantas luces y de todo tipo de arreglos muy bonitos.

Había una figura en la cima del árbol. Era la imagen de un ángel. De verdad era muy bonito. Todo mundo reía y estaban todos muy contentos y conmovidos por los regalos. Cada cual daba un regalo a otro. Pero… ¡nadie donaba algo a mi Hijo! ¡Pienso que ni siquiera lo conociesen! No hablaban ni si quiera de Él. ¡Sin embargo todo lo que estaban haciendo se daba con motivo de su cumpleaños!

Dime, ¿no es algo extraño que exista gente que haga tantas cosas, para celebrar el cumpleaños de Uno, que ni siquiera conocen?

Yo tuve la sensación que, si mi Hijo hubiese ido a aquella fiesta de cumpleaños, hubiese sido tratado como un metido. Tal vez ni siquiera le hubiesen abierto la puerta.

Todo era tan bonito, todos estaban muy alegres, pero…todo eso me hacía llorar.

¡Como es triste para mi Hijo Jesús no ser deseado ni invitado en la fiesta de su cumpleaños!

Sin embargo, estoy contenta porque el mío fue únicamente un sueño. Espero que sea así. De lo contrario sería una pesadilla.

¡Como sería terrible si fuera verdad!”

 

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