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Columnistas  |  14 enero de 2022  |  12:00 AM |  Escrito por: Aldemar Giraldo

Leyendo a Irene Vallejo

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Aldemar Giraldo

Aldemar Giraldo Hoyos

 

Después de leer “El infinito en un junco” (Siruela, 20021) me llené de optimismo en relación con el futuro del libro escrito, el libro “físico”, como dicen algunos; recorrer la historia del texto escrito, de la mano de Irene Vallejo (escritora española), es acompañarla en un viaje por la tradición, la lucha desigual, la guerra atroz y la fantasía hecha realidad; es ver los artesanos de la palabra en búsqueda de formas para eternizar sus historias y sus narraciones, en definitiva, es asistir a una epopeya literaria y a una puesta en escena inmortal.

Tan ardua ha sido la lucha de los escritores y los libreros a través de los tiempos que es imposible afirmar que los libros impresos vayan a desaparecer gracias a la dictadura de la tecnología; la historia del libro es, casi, la historia del ser humano; ha sido escrita y vivida por muchas personas, incluso entregando sus vidas; no han desaparecido, a pesar de totalitarismos políticos y religiosos; no han sido suficientes encarcelamientos, extrañamientos, destierros, hogueras y fusilamientos en manos de gobernantes o líderes con temor a la verdad y a la denuncia; siempre, el libro ha triunfado para llevar luz, ciencia o entretenimiento; no se ha resignado al ostracismo o al olvido.

Leer a Irene es conocer a una narradora, por excelencia, a una historiadora que tamiza las fuentes y teje urdimbres o tramas que nos llevan a percibir el viacrucis que ha vivido el libro desde sus principios; el nacimiento de la escritura y la búsqueda de materiales para estamparla en sus cuerpos. Con ese junco o papiro, Vallejo nos hipnotiza hasta acercarnos a las formas más modernas del libro; lentamente, nos pasea por las bibliotecas que se fueron forjando en la antigüedad, recordándonos que estas surgieron debido al tesón, la lucha o los sueños de grandes mecenas de la cultura.

Por sus páginas desfilan personajes de gran valía o excéntricos, como Alejandro Magno y su amada Alejandría; el enigmático Heráclito, habitante de Éfeso y autor de “Sobre la Naturaleza”, posiblemente, una de las primeras obras escritas de que se tenga noticia. No podrían faltar grandes protagonistas del pensamiento y el saber: Cavafis, Aristóteles, Homero, Aristófanes, Demetrio de Falero, Eurípides, Platón, Ptolomeo, Sócrates y muchos más, hasta llegar a los contemporáneos que deambulan por nuestras bibliotecas y librerías. La narrativa de Irene Vallejo comunica, entretiene y da a conocer “la historia de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo”.

Estoy de acuerdo con mi abuela cuando dice: “Cuando uno lee un libro no queda igual”.  

 

 

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